LA VERDAD DE LO
QUE SOÑAMOS
Nadie está libre, ni siquiera los niños.
De hecho, los científicos aseguran que hasta en el vientre de la
madre, desde los dos meses antes de finalizar el embarazo, el feto
también es capaz de soñar mientras duerme. Una actividad universal
que tendría grandes ventajas para la sobrevida de la humanidad, a
pesar de que muchas veces sus contenidos son incomprensibles y no
siempre se recuerdan
Pero como el
impulso natural de las personas es buscar una explicación lógica a
lo que no lo tiene, la gran mayoría cree firmemente en que los
sueños se pueden interpretar y nos están entregando información
valiosa para nuestras vidas. Algo que la ciencia rebate en forma
categórica: toda la evidencia apunta a que los sueños no son
mensajes para ser descifrados.
Lo anterior no
significa que este fenómeno involuntario, que asocia imágenes,
ideas, emociones y sensaciones en la mente mientras dormimos, no
tenga una función que cumplir. Los sueños permiten liberarnos de
miedos y temores, así como prepararnos para enfrentar nuevos
desafíos y problemas al día siguiente.
Según los estudios
con imágenes cerebrales realizados en los últimos años, hoy se sabe,
también, que la actividad onírica va aumentando hasta que se es
adulto joven, para luego -como muchas otras cosas- empezar a decaer.
En promedio, una persona de 55 años tiene un tercio de las
pesadillas que las que experimenta alguien de 25. Y en el caso de
las mujeres, a toda edad, tienden a soñar y tener más pesadillas que
los hombres, algo que explicaría por qué ellas presentan con más
frecuencia trastornos del ánimo y ansiedad.
DESINTOXICANDO
Miedo, agresiones y
visiones amenazantes son el plato fuerte de los sueños, y esto es lo
mismo en todas las culturas.
La explicación está
en que los sueños son un ensayo, una verdadera simulación que hace
el cerebro de las amenazas que puede enfrentar en un mundo hostil.
Esto prepara a la persona para que al día siguiente pueda superar
con éxito los desafíos que surjan.
Esta ventaja
adaptativa ha permitido que la actividad onírica evolucione con el
hombre. Como complemento a esto, algunos científicos aseguran que
los sueños amenazantes ayudan a borrar los recuerdos ominosos. Según
los doctores Tore Nielsen y Ross Levin, esta es la forma en que el
cerebro elabora los miedos para desintoxicarse y, finalmente,
descartar viejos recuerdos atemorizantes.
Lo anterior permite
despejar las vías nerviosas y dejarlas listas para nuevas amenazas.
Si esto no fuera así, los adultos seguirían temiendo las mismas
cosas que los atemorizaban cuando niños, dice Nielsen.
TERAPIA CEREBRAL
Esta labor
catártica se cumple durante los ciclos que componen el dormir. Cada
ciclo, que se repite uno tras otro, dura alrededor de 100 minutos y
son los últimos 20 minutos los que concentran la mayor parte de los
sueños. En ese momento es cuando gran parte del cuerpo se paraliza,
el cerebro se vuelve hiperactivo y los ojos se mueven con rapidez
inusitada. Esto se conoce como fase REM o de movimientos oculares
rápidos.
Es ahí cuando la
corteza cerebral se activa y el sistema límbico que está a cargo de
las emociones se dispara, con mucha mayor actividad que cuando las
personas están despiertas. 'Esto explica por qué cuando soñamos nos
sentimos emocionalmente al límite', dice el sicólogo Steven
Woodward, del hospital Veterans Affairs de Menlo Park, California.
Más aún, dentro del
sistema límbico las zonas cerebrales más estimuladas al soñar son la
amígdala y la cíngula anterior, conocidos también como el 'eje del
miedo'. Y para rematar esta situación, la corteza prefrontal, la
zona que aporta el pensamiento racional y la
capacidad crítica, se encuentra descansando. Esto permite soñar con
monstruos o imágenes sin lógica alguna.
Por último, la
corteza visual del cerebro que recibe las imágenes que vemos desde
el exterior cuando estamos despiertos está apagada. Pero la corteza
visual que interpreta lo que vemos y lo combina con lo que
imaginamos se encuentra activa, tratando de hacer encajar las
imágenes que aparecen en los sueños y darles algo de coherencia.
FALSAS LECTURAS
Poder leer en los
sueños como en un libro abierto, tal como lo hizo José con el faraón
de Egipto, no tiene asidero científico. Pero, como sucede muchas
veces, las creencias de las personas pueden estar muy distantes de
la evidencia que ofrece la ciencia.
Una serie de
estudios publicados este año en el Journal of Personality and Social
Psychology por investigadores de las universidades de Harvard y
Carnegie Mellon demuestran que las personas creen que los sueños no
sólo son posibles de interpretar, sino que también pueden influir
algunas decisiones de su vida diaria.
En el primer
trabajo se vio que una mayoría de estudiantes de pregrado y
graduados de universidades de distintos países adhiere a la teoría
freudiana de que los sueños son el camino a través del cual nuestro
inconsciente nos revela ciertas verdades ocultas.
Así al menos lo
cree el 56% de los universitarios del MIT consultados en Estados
Unidos; el 64,9% de los sondeados en la Universidad de Seúl, en
Corea, y el 73,8% de los encuestados en la Universidad Nehru, de
Nueva Delhi, India. Es decir, tanto en Oriente como en Occidente se
comparte esta idea del sueño como un mensaje que podemos descifrar.
Respecto de la
influencia en la decisión de cambiar de planes que pueden tener
ciertas pesadillas -como por ejemplo haber soñado con un accidente
aéreo que nos afecta-, se consultó a 182 personas de la ciudad de
Boston, EE.UU., y se demostró que soñar con la caída del avión en
que viajamos es lo que más afecta la decisión de volar de los
consultados. Más, incluso, que la noticia real de que hubo un
accidente de aviación en la misma ruta que alguien piensa usar.
Estas mismas
personas dan menos importancia al hecho de que las autoridades
declaren alerta máxima por un posible ataque terrorista a los
aviones y, lo que menos les afecta es imaginarse un posible
accidente.
La ciencia, por su
parte, interpreta este accidente aéreo durante el sueño como la
forma que tiene el cerebro de conjurar y descartar este temor. Fin
del mensaje.
OTROS RASGOS DE LA
ACTIVIDAD ONIRICA
A fines de los años
50 se realizó el primer hallazgo importante respecto de los sueños:
casi todos se producen en la última etapa del dormir, fase conocida
como de 'movimientos oculares rápidos' (sigla REM en inglés). En ese
momento, una serie de núcleos nerviosos y áreas de la corteza se
activan con fuerza y liberan grandes cantidades de neurotrasmisores.
En ese momento,
además, un centro nervioso que se ubica en la base del cerebro
-llamada sustancia reticular- paraliza la mayor parte del cuerpo
excepto piernas, manos y los músculos de los ojos. Los sueños de
esta etapa son más detallados y vívidos. Por el contrario, los
sueños de las etapas del dormir que no son REM tienen menos imágenes
y, por lo general, son de algún tema recurrente, es decir, que se
repite una y otra vez durante la noche.
Además, el 80% de
los sueños REM consisten en agresiones y amenazas, mientras que en
las otras fases del dormir estos episodios no son amenazantes.
Los sueños de
quienes nacen ciegos, en tanto, mezclan otros estímulos como el
tacto, los sonidos y los olores.
Fuente: LaTercera
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