Afirman que el ajuste en la Argentina será inevitable y afectará al
tipo de cambio
Así lo vaticinó el experto Ricardo Arriazu, quien sostuvo que el
nivel de gasto público sólo es sostenible con un precio de la soja
superior a los u$s600
El alto gasto público local
desembocará en un ajuste del tipo de cambio, producto de la caída de
los precios internacionales, de la sequía que golpea a la producción
agrícola y de la caída de la recaudación. Este cambio de las
variables macroeconómicas afecta a los socios comerciales como
Uruguay.
A Uruguay le preocupa cómo repercutirá el ajuste macroeconómico que
necesitará hacer el país, si bien sufrirá poco por la decisión de
las autoridades regulatorias argentinas de obstaculizar las
operaciones financieras orientadas a fugar capitales al vecino país.
Así lo afirmó el economista uruguayo Garbriel Oddone Paris, socio de
la consultora CPA Ferrere y director adjunto del Centro de
Investigaciones Económicas, ambos de Uruguay, en el seminario
organizado este miércoles por el Centro de Estabilidad Financiera.
Según el experto, la resolución de la Comisión Nacional de Valores (CNV)
“es una forma de trabar” la salida de capitales, pero señaló que “la
demanda de dólares por parte de los argentinos existe” y entonces
“simplemente encontrarán otros mecanismos” para retirar el dinero,
“ya sea través de Uruguay o de otros mercados”.
Según detalló Oddone Paris, entre el 80% y 90% de los servicios
financieros que provee Uruguay tienen como destino a la Argentina,
pero será “poca cosa” lo que repercuta en su economía que los
agentes locales no puedan cerrar operaciones con jurisdicciones que
figuren como paraíso fiscal o que no hayan suscripto convenios de
intercambio informativo con Argentina, según determinó la CNV hace
una semana.
Y confirmó lo dicho por las autoridades uruguayas, que el país
vecino no firmará, por lo menos no voluntariamente, ningún memorando
de entendimiento con los países de la región para proveer
información tributaria, aunque recordó que hoy el sistema financiero
uruguayo lo hace bajo dictamen judicial.
Uruguay sólo flexibilizaría su postura y levantaría el secreto
bancario si, como consecuencia de la crisis internacional, las
economías del mundo aplicaran represalias al país si no llevara
adelante cambios regulatorios, mayores controles tributarios y de
capitales, sostuvo el economista.
Ajuste argentino
La “principal preocupación” en Uruguay, en cambio, es “cómo
procesará Argentina el ajuste de los factores macroeconómicos que el
país está postergando”, dijo Oddone Paris.
El economista recordó que las estadísticas argentinas no son
confiables, pero que dada la caída de los precios de los productos
de exportación, estimó una descenso del PBI argentino del 2% este
año.
El economista Ricardo Arriazu, quien delineó el panorama económico
local, coincidió con la caída del producto, pero estimó que llegaría
a un 3 por ciento.
El experto confirmó la preocupación uruguaya al afirmar que “el
ajuste local es inevitable”, dado que el nivel de gasto público sólo
sostenible con un precio de la soja de u$s600, más aún teniendo en
cuenta la prevista recesión de la economía. “Se hace bien o de
manera violenta”, afirmó Arriazu.
En este sentido, puntualizó el ajuste en el tipo de cambio. Explicó
que, sin escenarios disruptivos, prevé un tipo de cambio promedio de
$3,90 o un máximo de 4,10 pesos.
Pero si el Banco Central necesitara utilizar las reservas para
cubrir los depósitos por una fuerte huida de capitales y presiones
en el sistema financiero, el valor del dólar que frenaría la corrida
no podría pasar de $5 (“salvo grandes locuras”).
Principales condicionantes
La sequía es uno de los factores que Arriazu mencionó como
explicativo del pobre desempeño de la economía argentina. Calculó
que este año dejará una cosecha de entre 64 y 67 millones de
toneladas de granos, contra las 96 colectadas el año pasado.
“La caída de la producción se compensa con la suba de los precios”,
dijo, y estimó un valor de pérdida de cosecha de entre u$s14 y u$s16
mil millones. Además agregó que "no se podrán vender metales, autos
a nuestros vecinos, lo que hará imposible que la Argentina pueda
crecer este año, más allá de que el Gobierno sea muy creativo en el
manejo de las estadísticas".
Pero ante este estado de situación, el economista dijo que el país
no puede aplicar un impulso fiscal porque no creó un fondo
anticíclico, carece de financiamiento externo y la recaudación crece
apenas al 8 por ciento.
Y el impulso crediticio también está acotado porque “los bancos no
quieren prestar y la gente compra dólares”.
El experto contó que ante este panorama los argentinos se llevaron
del sistema financiero u$s28 mil millones desde el año pasado, pero
señaló que esa fuga no puede afectar al sistema como ocurrió en 2001
(“salvo errores garrafales”) porque el dinero que se fue de los
bancos en ese entonces no volvió y el crédito representa sólo el 12%
del PBI.
Para 2010, Arriazu prevé que, sin salida de capitales, la economía
crecerá 2,5% ayudada por un aumento de la producción de granos de 10
millones de toneladas y un precio promedio más alto, lo que dejará
unos u$s5 mil millones más por la cosecha.
Pero anticipó un grave problema: para enfrentar vencimientos de
deuda de u$s28 mil millones, sólo contará con u$s5 mil millones de
superávit primario.
El mundo
Arriazu cree que “las perspectivas del mundo están mejorando” y que
“lo peor está pasando”.
En este sentido, se apoyó en una cantidad de indicadores que
muestran un cambio de tendencia en la caída de la actividad mundial,
entre ellos que el PBI de EE.UU. sólo descendió 3,3% en el último
trimestre, que su demanda interna pasó de caer 9,9 a 6,1 por ciento.
Calculó que las familias perdieron u$s11 billones de su patrimonio
por el cambio de los precios relativos de los bienes que trajo la
crisis, pero que se está “muy cerca del equilibrio”. Y que esta
crisis tiene forma de W, como la del '82, pero con “una caída del
empleo más grande”.
Para Arriazu, la nueva fuente de ahorro son los fondos de pensiones.
“Alguien tiene que intermediar esos fondos y no pueden ser los
bancos comerciales”, sostuvo y agregó que el gran problema del
futuro será el envejecimiento de la población.
En tanto, señaló que más que nuevas regulaciones que en 40 años las
nuevas actividades dejarán obsoletas, los gobiernos deben plantearse
cómo crear un nuevo sistema que aminore las crisis, un nuevo Bretton
Woods.
Impacto en Uruguay
La actividad de los socios comerciales es vital para suavizar las
consecuencias de la crisis mundial a través del comercio.
En el caso uruguayo, las exportaciones a Argentina explican el 10%
de las ventas externas del país, muchas de las cuales se tratan de
productos intrarrama de base industrial (autopartes, productos
químicos para fabricar pinturas, medicamentos). Oddone Paris prevé
que por el ajuste argentino, las ventas hacia nuestro país pueden
caer por debajo del 10 por ciento.
Una caída de la actividad argentina repercute también,
considerablemente, en el desempeño del sector turístico de Uruguay,
cuya dependencia es del 50 por ciento. Los turistas argentinos le
dejan unos u$s500 millones por año.
Sin embargo, a raíz de las consecuencias negativas que vivió en la
crisis de 2001, el país vecino redujo considerablemente su
exposición a “fenómenos de naturaleza complicada” con Argentina,
según dijo Oddone Paris.
El turismo argentino era el 80% del total a fines de los '90 y el
crédito que otorga su sistema financiero a los argentinos bajó del
20% a menos del 5 por ciento.
El experto uruguayo previó un escenario benigno externo para ese
país y señaló que no espera “golpes adicionales salvo los de la
región por la resolución de problemas macroeconómicos específicos”.
El ciclo de la región anticipa entre uno y tres trimestres el ciclo
uruguayo, según calculó. Así, adelantó una fuerte desaceleración de
su economía a 0,7% de crecimiento.
Además, por una política monetaria contractiva, anticipó que el tipo
de cambio caerá de los 24 pesos uruguayos actuales.
Fuente: www.infobaeprofesional.com.ar
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