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EL EMBARAZO Y LAS LOLAS

De tus cuidados dependerán las secuelas del embarazo, y con estos esfuerzos lo mantendrás en su lugar a la llegada del bebé.

Mayor soporte. El busto y el abdomen son las dos zonas que más resienten el embarazo. Entre las 6 y 8 semanas empiezas a sentir en tus senos aumento de tamaño, molestia y congestión. Esto es porque los senos se preparan y almacenan grasa adicional para producir leche en la lactancia. Elige un brassiere especial para el embarazo, que tenga buen soporte en las copas, tirantes anchos, broche ajustable y que sujete bien pero sin oprimir. Playtex Maternidad usa suaves tejidos expandibles para darte comodidad extrema y proteger tu busto y abdomen sin oprimir, con diseños sin costuras que se adaptan al aumento progresivo de tu cuerpo. El Brassiere Maternal se expande durante el embarazo con el crecimiento natural de tu busto, y para la lactancia puedes desabrocharlo del tirante y levantarlo de abajo. La Panty y la Tanga Maternal, gracias a sus refuerzos en el vientre, te dan comodidad y soporte para el bebé.

Senos adoloridos. Conforme las glándulas mamarias se desarrollan, tus senos se vuelven más sensibles, dolorosos y hasta tensos, porque aumentan los estrógenos y progesterona. Toma en cuenta esta hipersensibilidad cuando elijas tu brassiere: evita encajes y costuras; opta por textiles suaves y frescos como el algodón, copas hormadas y removibles que te sirvan para la lactancia. La sensibilidad disminuye después del primer trimestre, cuando lo niveles hormonales se estabilizan. Es muy importante que sigas haciéndote la autoexploración mensual de seno, porque precisamente esta hipersensibilidad en el embarazo y lactancia dificultan la detección de bultos anormales.

Piel protegida. Los senos no se sostienen por ningún músculo sino sólo por la piel, la cual se estira mucho y por lo tanto debe estar lo más tonificada posible. Para mantener firme tu pecho, lo mejor es terminar el baño con un chorro de agua fría sobre los senos. Si esto te parece demasiado brusco, después del baño pásales por encima un hielo en movimientos circulares o usa unos minutos un brassiere de gel congelable. También ayuda a recuperar la tonicidad de tu pecho el hacer ejercicios sencillos de forma constante, como levantar los brazos, hacer movimientos circulares y cargar objetos de poco peso con movimientos continuos.

Estrías prevenibles. Los senos aumentan de tamaño muy rápido durante el embarazo, por lo tanto tu piel se estira ocasionando las infames estrías. Toma en cuenta que estas cicatrices son definitivas, por lo tanto, desde que recibas la feliz noticia de tu embarazo, empieza con los cuidados para prevenir su aparición. Aplícate diariamente cremas especiales antiestrías, hidratantes y nutritivas, masajeando en movimientos circulares sin mucha presión.

Cambios de color. Con tantas alteraciones hormonales, algunas partes de tus senos cambian de pigmentación. Las areolas se vuelven de color café oscuro, pero se aclaran después del parto, aunque no del todo. También empiezan a notarse, sobre todo en las pieles blancas, las venas que proveerán de nutrientes al bebé; éstas sí desaparecen después del parto o de la lactancia.

Humectación natural. Sobre la areola del pezón aparecen unos bultitos llamados glándulas de Montgomery, que secretan una sustancia que lubrica naturalmente los pezones, los protege de las bacterias y los prepara para la lactancia. Pero tú también debes ayudar a humectar tus senos dos meses antes del parto, aplicándote una crema con vitamina A.

Segregación de líquido. Alrededor de la semana 30 del embarazo, si presionas suavemente tus pezones notarás que segregan un líquido blanco. Esto es completamente normal, es el calostro producido por la hormona prolactina, que será sustituido poco después del parto por tu leche materna.

Secuelas del embarazo. Una de las principales dudas de toda mujer embarazada es si su busto volverá a ser el mismo que tenía antes del embarazo o no. Pero no hay forma de saberlo, algunas mujeres conservan los pechos grandes del embarazo, en otras sus senos quedan pequeños y flácidos. Pero la lactancia no tiene la culpa de la pérdida de firmeza, los responsables son los cambios de peso durante y después del embarazo. Tú puedes hacer mucho por evitar la flacidez y caída, aplicándote después de la lactancia mascarillas tensoras, tratamientos regeneradores y geles reafirmantes.

Cirugía correctiva. Si el embarazo dejó graves consecuencias en tu busto, existe la opción de una cirugía de levantamiento, aumento o reducción. Pero te recomendamos informarte bien sobre los riesgos que implica, así como los efectos en la lactancia, además de esperar por lo menos un año para determinar qué cambios en tu busto pueden ser reversibles sin cirugía

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