Instituto debe
pagar $300 mil por provocar erección permanente seguida de muerte
Se trata de un empresario (44) que murió
luego de someterse a un tratamiento en un instituto médico en
Mendoza dedicado a tratamientos sexuales. El hombre no sufría
disfunciones pero pretendía tener una vida sexual más activa. La
Justicia mendocina falló que se les pague ese dinero a su esposa y
herederas
Un instituto especializado en
tratamientos sexuales fue condenado por la Justicia mendocina a
pagarles $300.000 a una mujer y sus hijas. Se debe a que un
empresario de 44 años pretendió tener una vida sexual más activa y
requirió un tratamiento de este centro de atenciones. Pero la
medicación le provocaba erecciones permanentes, luego debió operarse
en Buenos Aires y posteriormente falleció.
La afección que sufrió la víctima es “priapismo”: erección continua
y dolorosa del miembro viril. Esto le terminó causando la muerte.
Todo comenzó en 2002 cuando un empresario sanjuanino visitó la
provincia “atraído por la fuerte, insistente y frondosa publicidad
que aparecía en todos los medios de difusión como absolutamente
exitosa en la casi totalidad de los casos tratados, ofreciendo
soluciones de excelencia para problemas de sexualidad”, según consta
en la sentencia del Noveno Juzgado Civil de Mendoza.
Para hacer entendible la noticia, se recomienda tener en cuenta que
en adelante los nombres serán de fantasía, debido a que así se
recomendó desde el ámbito judicial.
Luis era un empresario sanjuanino dedicado a la fabricación y venta
de licores finos. En 1999 tenía 44 años, gozaba de muy buena salud y
ganaba alrededor de $2.500 mensuales; es decir, tenía un buen pasar
económico para aquel entonces.
Estaba casado, tenía dos hijas y con su pareja mantenía una vida
sexual normal o común. Pero, atraído por la constante publicidad
televisiva de éxito sobre tratamientos sexuales, decidió viajar a
Mendoza para realizar un tratamiento en el instituto”
El motivo de la consulta de Luis era por eyaculación precoz. Fue
atendido por dos médicos quienes al parecer lo trataron por
impotencia.
Los profesionales le realizaron un tratamiento farmacológico.
Estando en la clínica le inyectaron 30 miligramos de un medicamento,
sin explicarle en qué consistía el mismo, cuyo resultado fue una
inmediata erección total del pene.
Pasaron las horas y la erección no cesaba, los médicos le habían
provocado priapismo (erección genital permanente y dolorosa). Para
lograr el fin de la erección, debieron suministrarle aspirinas,
colocarle hielo y hacerle hacer ejercicios físicos. Recién a las 4
horas su miembro volvió a la normalidad y pudo regresar a su
provincia.
Los médicos le dieron la droga que vende el instituto para que
continuara el tratamiento por su cuenta (se autoinyectara). A los
pocos días el empresario actor se inyectó por segunda vez siguiendo
las instrucciones y reapareció el priapismo, el cual duró 12 horas.
En una tercera aplicación, Luis decidió inyectarse menos cantidad de
droga (20 miligramos en lugar de los 30 que le habían prescripto).
Pero esta vez el priapismo fue más fuerte e incontrolable por lo que
debió recurrir a un urólogo. Este profesional no logró mejorar el
estado del empresario y le recomendó que se trasladara a Mendoza
para que lo trataran.
Al otro día la víctima se hizo atender en el instituto Boston
Medical Group donde comenzó el tratamiento. Intentaron algunas
medicaciones pero sin éxito. Por ello lo enviaron a la Clínica
Lugano, de Buenos Aires, donde se le practicó una intervención
quirúrgica consistente en un punzamiento, sangrado y limpieza.
Sin embargo, esta operación no pudo retrotraer los efectos nocivos
definitivos que el priapismo -atento la cantidad de horas
trascurridas- había producido.
Estas complicaciones dejaron secuelas irreversibles en el organismo
del empresario; si bien la erección patológica finalizó, el
resultado de un tratamiento inadecuado —según la Justicia—, le
provocó una impotencia sexual total y definitiva de por vida;
sufriendo por esta traumática patología gravísimos daños
emocionales, psicológicos, morales y materiales; todo lo cual
repercutió directamente en su relación familiar, en especial con su
esposa e hijas.
Por todos estos inconvenientes (físicos y sociales), Luis interpuso
una demanda por mala praxis, debido a que le produjo el total
desequilibrio psíquico del paciente. Incluso, la perito psicóloga
anunció que el empresario podía morir, algo que se produjo el 13 de
junio de 2002, como consecuencia de un infarto cardíaco.
El juez Luis Ángel Plana Alsinet, del Noveno Juzgado Civil de
Mendoza resolvió que el instituto le pague a la
esposa e hijas del empresario la suma de casi $300.000 en concepto
de indemnización por los problemas y muerte de su familiar
Compartir este articulo : | | | | |
|
|