Durante el primer cuatrimestre del año, si bien dejaron de tomar
nuevas deudas, se encontraron con un pasivo que complica
duramente los ingresos, provocando dos efectos: un
mayor deterioro del presupuesto y un incremento en el malhumor
familiar.
Los ratios no son alarmantes, pero frente a una deuda
"cara", el bienestar presente que genera el consumo al cual se
accedió vía deuda, hoy no compensa al sacrificio futuro
que hay que hacer para pagarla. Y el riesgo es que en los
próximos meses la situación sea más grave, si la economía sigue
el camino decreciente.
Cambio de tendencia
La crisis interna se instaló en la economía
familiar impulsando un cambio radical en los patrones de
consumo, ahorro y endeudamiento. Si hasta 2008 el crédito fue un
elemento esencial para empujar el consumo, en 2009 esa tendencia
se cortó y el público dejó de endeudarse para cubrir
gastos.
Según un informe del Centro de Economía Regional y
Experimental (CERX), como resultado, por primera vez desde que
se inició el ciclo de crecimiento con el kirchnerismo cayó
la deuda familiar con el sistema financiero. Sin
embargo, las urgencias financieras podrían empujar la
demanda de crédito informal.
Mientras que el endeudamiento con el sistema formal a
fines de abril ’09 se ubicó en $64.984 millones, cayendo 0,3%
frente a diciembre 2008, al complementarlo con el sistema
informal el stock de deuda de las familias se ubicaría en
$86.9511 millones, registrando un ascenso de 0,4% frente a
diciembre último.
“En la medida que cayó la deuda familiar con el sistema
formal, la demanda de crédito informal siguió creciendo y
ganando participación relativa. Si bien el aumento es
muy leve, si el deterioro en la capacidad de pago se agudiza, la
informalidad del crédito podría seguir aumentando, perjudicando
más las finanzas del hogar”, explican los economistas en el
informe.
En promedio, según declara el público en relevamientos
realizados durante la primera semana de mayo 2009, las
familias estarían destinando 39,7% de sus ingresos mensuales a
pagar deudas financieras.
Ese porcentaje es superior al
registrado en mediciones anteriores y muestra un aumento
en el peso de la deuda en los ingresos del hogar. Eso
ocurre por el encarecimiento del costo de la deuda a partir de
las subas de tasas de interés; y el incremento en los atrasos en
los cumplimientos, que deriva en una mayor carga por punitorios
y morosidad
Las familias en un punto
problemático
A partir de este nivel de endeudamiento,
en 2009 la situación es más grave porque hay
una reducción en los ingresos nominales de las familias por las
suspensiones, reducción de horas extras y eliminación de
beneficios en empresas; y sigue la inflación, a pesar del
contexto recesivo.
Las financiaciones al consumo de menor tamaño presentan
mayor irregularidad. En el segmento de créditos de
hasta $1.000, la morosidad promedia el 8,5%, en el segmento de
$1.000 a $5.000 promedia el 7%. Sin embargo, el mayor incremento
en la morosidad se viene observando en los tramos intermedios.
De acuerdo con datos del Banco
Central (BCRA), a febrero alcanzó el máximo nivel desde 2005 (5
por ciento).
Este deterioro reduce la capacidad de repago de la deuda e
impulsa en muchos casos a buscar dinero de emergencia en la
informalidad.
Un indicador que arroja evidencia sobre el deterioro en la
capacidad de pago, es la relación entre cheques
rechazados y cheques compensados, que alcanzó en 2009 un valor
de 2,67%, el más alto desde 2002. En 2003 esa relación
fue de 2,16% en tanto entre 2004 y 2008 se ubicó entre 1,8 y 1,9
por ciento.
Según encuestas CERX realizadas en la primera semana de mayo de
2009, el 27,3% de los endeudados manifiestan estar
teniendo dificultades para cumplir con sus deudas
financieras
Si en diciembre de 2007 el 48% de
los encuestados señaló que era un buen momento para endeudarse,
lo que permitía vislumbrar un sendero creciente en los niveles
de crédito al consumo y endeudamiento de los hogares, en mayo de
este año solo 5,1% de la gente considera que es buen
momento para endeudarse, en tanto 84,7% señala que ‘no’.
"Claramente, la predisposición a
financiar consumo se redujo sustancialmente, eliminando esta vía
como canal de reactivación económica, al menos por ahora",
comentan en CERX.
Con respecto a las intenciones de tomar crédito en los
próximos meses, solo 3,3% tiene decido hacerlo en tanto 77,2% no.
De todos modos, 19,6% podría considerarlo, lo que arroja dos
informaciones adicionales:
- Información positiva: en la
medida que se despeje la incertidumbre de la economía, es
posible pensar en una reactivación del consumo vía crédito;
- Información Negativa:
reaparecieron las necesidades de ingresos en los hogares, y
ello obligará a acudir a financiamiento de emergencia, lo
que se refleja en el leve aumento en la deuda informal.
Si bien comparado con otros
países del mundo el monto de la deuda familiar no resulta
significativamente elevado, (sobre una población aproximada de
38,4 millones de habitantes y 9,7 millones de hogares, la deuda
promedio por hogar en abril pasado fue $9.037. Ese nivel de
endeudamiento equivale a 5,3 meses de ingresos familiares) el
análisis de la información cualitativa obtenida de diferentes
relevamientos realizados por CERX y de los indicadores objetivos
a los cuales se tiene acceso, indican que la deuda está teniendo
un peso excesivo sobre las familias.
Medido en salarios el monto de endeudamiento es aún
mayor, ya que como adelantó iProfesional.com, en base a datos de
la consultora PricewaterhouseCooper´s, el nivel de endeudamiento
llega a 9 salarios.
Próximas tendencias
El endeudamiento creciente de las familias fue
un elemento fundamental en el boom de consumo registrado entre
2003 y 2007 y permitió sostener la demanda durante el año
pasado. Pero en un contexto de elevada incertidumbre,
las familias redujeron al máximo el consumo financiado.
En materia de
financiamiento con tarjetas, los cupos se guardan para
aprovechar promociones; en cuanto a créditos personales
y prendarios, hay menos gente dispuesta a tomarlos; y en los
hipotecarios, directamente no hay asignaciones de los bancos.
En general, el público prioriza el consumo de bienes y
servicios que no requieren ni deuda ni desahorro,
aunque esa política encuentra su límite en la disponibilidad de
ingresos del hogar, que al reducirse obliga a recurrir al
financiamiento.
En la banca informal la situación parece similar, pero
un agravamiento de las urgencias financieras de las familias
podría derivar en una mayor demanda de crédito en este circuito
y eso sería nocivo para la economía.
"Así, hacia delante hay dos cuestiones a tener en
cuenta. Por un lado, de continuar el deterioro en la actividad y
el empleo, las dificultades para cumplir con los compromisos
financieros se incrementarán, sumando un nuevo deterioro sobre
la economía familiar y nacional. Pero la situación no sería tan
dramática: de alguna manera esa caída está siendo
anticipada por las familias, que respondieron reduciendo su
exposición financiera, evitando así un colapso mayor futuro",
sostienen en CERX.
En este contexto, es de esperar
que la menor exposición al crédito de las familias opere
en contra del consumo en el corto plazo, pero evite un escenario
más grave si la reactivación se demora. De todos modos,
mientras la economía no se reactiva, habrá que evitar que gane
espacio la banca informal. Es la condición para evitar que este
deterioro incipiente derive en una crisis mayor.
Federico McDougall
© iProfesional.com