PORQUE SE CELEBRA
EL DIA DEL TRABAJO?
Su conmemoración tiene un fuerte
significado que no escapa a lo político y que tiene su origen en los
Estados Unidos, donde no existe tal fecha como Día del Trabajador.
Tiene su origen en un acto de violencia cometido en 1886 y se
celebra desde 1889
Por Ana María Bertolini / Télam
En el país del Norte la celebración equivalente al 1 de mayo se hace
el primer lunes de septiembre y se lo llama Labor Day, es decir, Día
del Trabajo, no precisamente día del trabajador. En cambio allí y en
Canadá al 1 de mayo se denomina "Law Day" (día de la ley).
El Día del Trabajador conmemora a los Mártires de Chicago,
condenados a la horca por liderar una huelga general en favor de la
jornada de ocho horas, que desde hacía 18 años regía para los
trabajadores del Estado, aunque no para las empresas privadas.
Albert Parsons, Georg Engel, Adolf Fischer y Auguste Spies fueron
ahorcados el 11 de noviembre de 1886; mientras que Louis Linng,
condenado a la misma pena, se suicidó en la cárcel.
Siete años después, el gobernador de Illinois, John Peter Altgeld,
ordenó rever la causa y al comprobarse la falsedad de las
acusaciones, declaró la inocencia de todos ellos y liberó a Michael
Swabb y Samuel Fielden, sentenciados a perpetua, y a Oscar Neebe,
condenado a 15 años de trabajos forzados.
En memoria de los Mártires de Chicago, en 1889, en París, el Primer
Congreso Obrero de la Segunda Internacional Socialista decidió que
el 1 de mayo, día del comienzo de la huelga, se celebrase
mundialmente; y en 1954 el papa Pío XII apoyó esta jornada al
declararla festividad de San José Obrero.
Paradójicamente, el "juzgamiento" de aquellos trabajadores fue
posible pese a que el gobierno de los Estados Unidos veía en la
reducción de la jornada -por entonces de 12 y 18 horas- la
posibilidad de generar más empleo y reducir la desocupación.
Es más: el 25 de junio de 1868, el presidente Andrew Johnson había
promulgado la Ley Ingersoll, estableciendo para los empleados
estatales de Columbia y para todos los contratistas de obra pública,
la jornada de 8 horas, que una veintena de estados imitó casi en
seguida para bajar el desempleo.
Pero a la hora de imponerla a la esfera privada, la medida fue mal
vista: los principales diarios la calificaron de "indignante e
irrespetuosa" y de "delirio de lunáticos".
La American Federation of Labor, dirigida por socialistas y
anarquistas, había advertido en 1884 que si para el 1 de mayo de
1886 no regía la jornada de 8 horas, comenzaría la huelga.
Como pasado un año y medio todo seguía igual, el 1 de mayo de 1886
Parsons movilizó por las calles de Chicago a 200 mil trabajadores y
enseguida se sumaron 350 mil en todo el país.
La huelga afectó a más de mil fábricas, pese a que la Noble Orden de
los Caballeros del Trabajo (principal organización de trabajadores
en Estados Unidos) había advertido que "ningún trabajador adherido a
esta central debe hacer huelga el 1 de mayo ya que no hemos dado
ninguna orden al respecto".
El comunicado fue rechazado de plano por todos los trabajadores de
Estados Unidos, quienes repudiaron a los dirigentes de la Noble
Orden por traidores al movimiento obrero.
El 3 de mayo, Spies, que dirigía un periódico obrero, dirigió otra
marcha de 6 mil trabajadores hasta la fábrica McCormick, donde
apalearon a quienes no habían acatado el paro y a la vez, fueron
reprimidos a sangre y fuego por la policía. El 4 de mayo tuvo lugar
la masacre de Haymarket: Spies, Parsons y Fielden citaron a los
trabajadores frente a ese mercado para protestar por la represión
del 3 de mayo.
Fisher, redactor del Arbeiter Zeitung, había escrito en su periódico
esta proclama: "Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado.
Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. Su
sangre pide venganza! (...) Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
Tened coraje, esclavos! Levantaos!".
Pero ese día -se presume que por accidente- una bomba detonó dentro
de un móvil policial y esto, que se disfrazó de atentado terrorista,
sirvió de pretexto para perseguir a los líderes del paro, saquear
sus casas y condenarlos con pruebas falsas.
El 21 de junio de 1886, 31 trabajadores fueron procesados por
conspiración y asesinato, pero la acusación sólo prosperó contra
ocho, de los cuales cinco fueron condenados a muerte.
El fiscal le pidió al jurado: "Castigue a estos hombres, haga un
ejemplo de ellos, cuélguelos y salve nuestras instituciones".
La jornada de ocho horas -¿una hora por cada mártir?- recién fue
aprobada en 1935 bajo la presidencia de Franklin Roosevelt; el miedo
a cederle a la "izquierda" tamaña conquista social, impidió hacerlo
antes
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