CANCER DE VEJIGA
- SINTOMAS Y TRATAMIENTO
El cáncer de vejiga es un tipo de tumor
maligno que aparece en la vejiga urinaria. Los principales factores
para el desarrollo del cáncer de vejiga incluyen productos químicos
específicos, que se encuentran fundamentalmente en el humo de los
cigarrillos. En los países del Tercer Mundo, ciertas infecciones
parasitarias. El tratamiento del cáncer vesical gira en función de
la extensión del mismo, generalmente se resuelve con quimioterapia,
la remoción de la vejiga o la quimioterapia sistémica. Se distinguen
el cáncer superficial de vejiga del cáncer invasivo. Si el cáncer
sigue siendo superficial, suele cursar con un buen pronóstico,
mientras que el cáncer invasivo de la vejiga es mucho más grave y
requiere tratamiento agresivo. Cuando la enfermedad se asocia con la
amplia presencia de metástasis ya no es posible la curación del
paciente.
El revestimiento interior de la
vejiga está alineado con las células de transición que son
responsables de la mayoría de los cánceres de la vejiga. El
desarrollo y la gestión dependen en gran medida de la agresividad
del tumor. La edad avanzada y la cantidad de enfermedades
coexistentes estuvieron asociadas con tasas más altas de mortalidad
por cualquier causa
Epidemiología
La incidencia del cáncer de vejiga está aumentando en los países
occidentales. En 1996, aproximadamente 53.000 personas fueron
diagnosticadas de cáncer de vejiga en los Estados Unidos, 9.000 en
Francia, 2.000 en Suecia, 8.000 en España y 1.200 en Bélgica.
Los tumores vesicales constituyen el 10% de los tumores del varón.
Afectan predominantemente a los hombres (relación 4:1 con las
mujeres).
Aproximadamente el 75-85% de los pacientes presentan el cáncer
confinado en la mucosa (estadio Ta-Tis) o submucosa (estadio T1). El
otro 15-25% de los pacientes presentan invasión de la capa muscular
o afectación de los ganglios linfáticos pélvicos (estadio T2-T4,
N+). El manejo del cáncer superficial de vejiga tiende a ser más
complejo debido a diferentes opiniones entre los urólogos.
La mayor parte de los tumores de vejiga (60%) se localizan en el
trígono vesical. Más del 90% de los tumores vesicales son carcinomas
de células transicionales. El resto son carcinomas escamosos o
adenocarcinomas.[2]
Factores de riesgo
El ser hombre y fumador son los factores de riesgo más importantes
para la aparición del cáncer de vejiga.
Los factores más importantes, para la aparición de un carcinoma de
vejiga, son el tabaco y ciertos productos químicos cancerígenos, de
tal manera que bajo ciertas circunstancias puede ser considerada
como una enfermedad profesional. El riesgo de cáncer de vejiga
también aumenta significativamente con la edad.[3] Las principales
industrias de las sustancias carcinogénicas en cuestión son:
* Aminas aromáticas: son los primeros carcinógenos reconocidos. Los
grupos de riesgo laboral son los trabajadores de las siguientes
industrias: imprenta, fundición de metales, trabajadores del
aluminio, industrias de pinturas.
* Sacarina: no está demostrado en humanos que su consumo se asocie a
cáncer de vejiga. Sí está demostrado en ratas de laboratorio
sometidas a altas dosis de sacarina.
* Colorantes derivados de la anilina[2]
* Algunos hidrocarburos policíclicos.
* Derivados hidroxilados de halogenados y sulfonados.
* Derivados industriales de triptófano.[4]
* Radioterapia.
* En Alemania se reportó que los trabajadores de la industria del
colorante tuvieron un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de
la vejiga.[4]
* Se ha demostrado que la benzidina y beta-naftalamina son potentes
carcinogénicos a nivel vesical.[4]
El tabaco es otro importante factor de riesgo porque está asociado a
una alta mortalidad por cáncer de vejiga durante largo seguimiento
de fumadores. Incluso el pronóstico de los fumadores es peor que
otros factores, como el estadio, grado histológico, tamaño o
multifocalidad del tumor. Los pacientes que inicialmente tienen un
grado histológico G3 en el tumor, son más a menudo grandes fumadores
que los que tienen tumores menos agresivos.Un estudio español ha
demostrado que mientras que los fumadores/as de tabaco rubio, al
cabo de 10 años de dejar de fumar tienen un riesgo parecido al de
los no fumadores/as de su edad, los fumadores/as de tabaco negro
tienen un aumento de riesgo de cáncer de vejiga que permanece toda
la vida, aunque dejen de fumar. También existe aumento de riesgo en
algunas ocupaciones,como la imprenta y la peluquería.
Huevos de Schistosoma haematobium incrustados en el epitelio de la
vejiga y rodeados por una intensa concentración de eosinófilos y
otras células inmunes.
Las lesiones por la esquistosomiasis urinaria pueden degenerar en
lesiones malignas, como el carcinoma de células escamosas de la
vejiga.[5] Esta enfermedad se da principalmente en Egipto y África
occidental.
También se encuentra en el origen del cáncer de vejiga algunos
fármacos (fenacetina, ciclofosfamida),[5] la radiación pélvica y el
consumo elevado de café.[4] En la región de la Península Balcánica,
se ha instalado un cáncer urotelial endémico, una enfermedad que
resulta por intoxicación alimentaria con la micotoxina, ocratoxina
A, producida por un hongo de los cereales.
Genética
Al igual que todos los cánceres, el desarrollo de cáncer de la
vejiga implica la adquisición de varias mutaciones en oncogenes y
genes supresores de tumores. Los genes que pueden ser alterados en
el cáncer de la vejiga incluyen FGFR3, HRAS, RB1 y TP53. Así pues,
los antecedentes familiares de cáncer de la vejiga son también un
factor de riesgo para la enfermedad. Se cree que algunas personas
aparentemente heredan una disminución de la capacidad para romper
algunas sustancias químicas, lo que las hace más sensibles a los
efectos del hábito de fumar y ciertos compuestos químicos
industriales, conllevando al cáncer.
Clasificación TNM del cáncer de vejiga
La clasificación TNM (tumor, ganglios linfáticos-nodos y metástasis)
de la Unión Internacional contra el Cáncer de 2003 es la más
aceptada:
T: tumor primario
Estadios del cáncer vesical según su ubicación en el parénquima de
la vejiga.
Los carcinomas de imagen pueden ser clasificados por diferentes
métodos como: cistoscopia, resección transuretral, estudio de imagen
como ecografía, TAC o RMN o estudios histopatológicos obtenidos de
la cirugía.
* Ta: carcinoma papilar no invasivo o confinado a la mucosa.
* Tis: carcinoma in situ: Tumor superficial plano, que respeta la
lámina propia.
* T1: tumor que invade el tejido conectivo subepitelial o que invade
la lámina propia.
Los carcinomas Ta y T1 se pueden extirpar mediante resección
transuretral (RTU). Los Tis y T1, aunque son carcinomas
superficiales confinados a la mucosa, son de alto grado y con
técnicas de biología molecular y por la experiencia clínica, se ha
demostrado que tienen gran potencial de malignidad y de invasión.
* T2: tumor que invade la capa muscular vesical. A su vez se divide
en :
* T2a: tumor que invade la capa muscular superficial o la mitad
interna.
* T2b: tumor que invade la capa muscular profunda o la mitad
externa.
* T3: tumor que invade más allá de la capa muscular o que invade la
grasa perivesical. A su vez se divide en:
* T3a: invasión microscópica.
* T3b: invasión macroscópica.
* T4: tumor que invade estructuras adyacentes a la vejiga urinaria.
Se divide en dos:
* T4a: invasión de la próstata, útero o vagina.
* T4b: invasión de la pared pélvica o pared abdominal.
Según esta clasificación del tumor primario, los tumores de vejiga
se clasifican en dos grandes grupos:
* Carcinomas superficiales de vejiga: Ta, Tis y T1.
* Carcinomas infiltrantes de vejiga: T2, T3 y T4.
N: Afectación de los ganglios linfáticos
* N0: no existe afectación de los ganglios linfáticos.
* N1: afectación de un único ganglio menor de 2 cm.
* N2: afectación de uno o más ganglios menores o igual de 5 cm.
* N3: afectación de algún ganglio mayor de 5 cm.
M: Metástasis a distancia
* M0: no existen metástasis a distancia.
* M1: presencia de metástasis a distancia.
Clasificación del grado histológico
El grado histológico de la OMS es la clasificación generalmente más
aplicada en todo el mundo, siendo G el grado histológico de
diferenciación.
* Gx: grado de diferenciación no valorado o desconocido.
* G1: bien diferenciado.
* G2: moderadamente diferenciado.
* G3: pobremente diferenciado.
Cuadro clínico
La hematuria es el síntoma más frecuente en el cáncer de vejiga. El
grado de hematuria no se correlaciona con la extensión de la
enfermedad. Puede ser una hematuria macroscópica, franca o visible
por el propio paciente o detectada en un análisis de orina.
Cualquier grado de hematuria, sin embargo, requiere descartar un
cáncer de vejiga, incluso si existen otras posibles causas de
hematuria, como los cálculos urinarios, cistitis bacterianas, etc.
El cáncer de vejiga también puede presentarse como un síndrome
miccional, indicativo de irritación vesical.[5] Los pacientes pueden
quejarse de urgencia miccional, disuria y aumento de la frecuencia
miccional (polaquiuria). Aunque estos síntomas son más indicativos
de cistitis bacteriana, los cultivos bacterianos negativos con una
persistencia de los síntomas, con o sin hematuria, deben
investigarse con rapidez para descartar la posible presencia de un
cáncer de vejiga, incluido un carcinoma in situ (CIS).
La búsqueda sistemática de hematuria microscópica asintomática no es
una prueba clara, excepto en pacientes de más de 50 años que deben
ser examinados por un urólogo. La incidencia de tumores ocultos en
pacientes de más de 50 años con hematuria microscópica asintomática
es del 5% aproximadamente, cuando la incidencia es de alrededor del
10% si se detecta una hematuria microscópica sintomática.
El cribado de la hematuria asintomática no se recomienda porque el
valor predictivo positivo es muy bajo (0,5%) para recomendar la
búsqueda de masas vesicales. Sin embargo, el cribado sistemático
para detectar hematuria microscópica puede estar indicado en
poblaciones expuestas a carcinógenos vesicales, incluidos los
fumadores.
Diagnóstico
El reconocimiento precoz de los tumores de vejiga está asociado a un
mejor pronóstico. Un programa educacional diseñado para la población
general y para los médicos de atención primaria es crucial para
promover un diagnóstico precoz, incluyendo la detección en pacientes
asintomáticos mayores de 45 años.[3]
Dado que la mayoría de los carcinomas cursan con hematuria, el
cáncer de vejiga debe ser excluido como causa de este síntoma. En
algunos casos se ha identificado un tumor vesical con un examen de
ultrasonido de los riñones y la vejiga. Del mismo modo, se ha valido
de una urografía con contraste intravenoso para diagnosticar un
carcinoma de vejiga. Una tomografía computarizada (TC) puede revelar
el tumor.
Sin embargo, la exploración cistoscópica con toma de biopsias
profundas de las zonas alteradas es imprescindible para realizar el
diagnostico y seguir la evolucion del cáncer vesical.[5] La
citología de orina es una prueba que suele hacerse antes de la
cistoscopía y la biopsia, en la que se tiñe la superficie de las
células en la orina y se detecta microscópicamente las que son
malignas, con una sensibilidad de aproximadamente 80-90%. Para
tumores bien diferenciados, la posibilidad de que las células
cancerosas sean descubiertos no suele ser satisfactoria.
Los marcadores tumorales han estado recientemente disponibles, los
cuales tienen una sensibilidad superior a la urocitología
tradicional, pero una menor especificidad. Por lo tanto, pueden
mejorar la probabilidad de detectar la enfermedad en una fase
temprana.
El diagnóstico definitivo se realiza en la resección del tumor, como
parte de un examen histológico. Después del diagnóstico, se indica
la búsqueda de metástasis. Los carcinomas de vejiga se diseminan a
través del torrente sanguíneo más comúnmente hacia los pulmones, el
hígado y el esqueleto. Se recomienda una tomografía computarizada de
la pelvis, ampliada para detectar ganglios linfáticos, así como una
ecografía del hígado, un examen de rayos X del tórax para buscar
metástasis en el pulmón y hueso.
Exploración física
Se recomienda el examen físico, incluido el tacto rectal y la
palpación pélvica bimanual, cuando se detecta una hematuria. Sin
embargo, el 85% de los pacientes con cáncer de vejiga presentan
inicialmente un tumor superficial y no palpable. No obstante, la
exploración física y antecedentes, incluido el control de signos de
enfermedad, como masas o cualquier otra cosa que parezca anormal y
la historia médica de las enfermedades y los tratamientos anteriores
del paciente, desempeñan un papel importante en el diagnóstico del
cáncer de vejiga y para descartar otras patologías concomitantes.[6]
Pruebas de imagen
Urografía intravenosa
Artículo principal: Urografía intravenosa
Los grandes tumores pueden verse como defectos de llenado de la
vejiga o como una asimetría en la expansión de las paredes de la
vejiga durante el llenado en tumores invasivos. La urografía
intravenosa también se lleva a cabo para detectar defectos de
llenado en los cálices, pelvis renal y uréteres e hidronefrosis que
pueden indicar la presencia de cáncer urotelial o una invasión del
músculo vesical en el meato ureteral. La necesidad de practicar
rutinariamente una urografía intravenosa como método de diagnóstico
inicial es cuestionada debido a la baja incidencia de obtener
hallazgos importantes con esta técnica.
Ecografía
La ultrasonografía se utiliza cada vez con más frecuencia como
prueba inicial de imagen del tracto urinario, no sólo porque evita
el uso de contrastes intravenosos a los que algunos pacientes pueden
ser alérgicos, sino porque también los transductores son cada vez
más sensibles y permiten mejorar las imágnes del tracto urinario
superior y vejiga. La ecografía abdominal permite distinguir masas
renales, hidronefrosis y visualizar defectos de llenado intraluminal
en la vejiga. Combinada con la radiografía simple de abdomen, la
ecografía puede ser más exacta para esclarecer la causa de la
hematuria que la urografía intravenosa y demuestra estar más
indicada para detectar tumores vesicales.
Tomografía axial computarizada
La tomografía axial computarizada TAC es una parte de la evaluación
de los tumores de vejiga invasivos y de la evaluación de las
metástasis de ganglios linfáticos pélvicos y abdominales. Es de
utilidad en la predicción de la extensión local de la enfermedad
visualizando el tejido perivesical, que puede ser anormal debido a
procesos inflamatorios causados por resecciones transuretrales
previas y que pueden conducir a un estadio superior. El TAC permite
evaluar el aumento del tamaño de los ganglios linfáticos, pero no
proporciona información sobre el aspecto microscópico de la
enfermedad. Por eso, la sensibilidad en detectar metástasis
ganglionares es baja. Sobre esta base, la mayor utilidad de la TAC
está relegada a la detección de adenomegalias y posibles metástasis
hepáticas.
Gammagrafía ósea
Artículo principal: Gammagrafía
La importancia clínica de realizar una gammagrafía ósea de rutina
antes de la cistectomía radical en los tumores de vejiga
infiltrantes es cuestionable, excepto en presencia de una elevación
del nivel de fosfatasa alcalina o en pacientes que presentan dolor
de huesos.
Exámenes de orina
Grupo de células epiteliales de la vejiga con apariencia atípica,
sugestivo de un tumor urinario.
Se debe obtener un urinocultivo y un sedimento urinario que
descarten otras patologías como una infección urinaria. La
visualizadión de células malignas en la orina es muy útil en
presencia de un carcinoma in situ de alto grado de malignidad. Las
muestras para la citología deben obtenerse cuando el paciente esté
bien hidratado para optimizar la visualización de células
cancerosas. Las muestras de orina para citología no deben obtenerse
de la primera orina de la mañana. Incluso si los estudios de imagen
del tracto urinario superior o vejiga son negativos, los hallazgos
de una citología urinaria positiva pueden indicar una fuente de
cáncer en cualquier localización del tracto urinario, en los cálices
renales, a lo largo de los uréteres, en la vejiga y en la uretra.
Más aún, una citología urinaria negativa no excluye necesariamente
la presencia de un cáncer de vejiga de bajo grado. La interpretación
citológica puede ser problemática por baja recogida de células,
atipias, cambios degenerativos y alteraciones terapéuticas que
contribuyen a aumentar la dificultad. Estos argumentos estimulan la
investigación de pruebas más fiables de orina para detectar cánceres
uroteliales.
Nuevas pruebas que reemplacen a la citología
Se han realizado muchos estudios para evaluar marcadores urinarios.
Las pruebas de antígenotumoral vesical, NMP22 (Nuclear Matrix
Protein) productos de la degradación de la fibrina y otros están
disponibles comercialmente. Muchas de estas pruebas tienen una mayor
sensibilidad en detectar cáncer de vejiga, pero la especificidad es
mucho más baja. Por tanto, los falsos positivos pueden llevar a la
realización de innecesarias pruebas de imagen o biopsias de vejiga.
No queda claro, pues, si estas pruebas proporcionan una información
añadida con la que se puedan tomar decisiones útiles de tratamiento
y pronóstico de los tumores superficiales de vejiga por la ausencia
de datos que ofrecen los estudios prospectivos multicéntricos.
Combinando estos nuevos marcadores se puede optimizar su
rendimiento, aportando las ventajas de unas pruebas para corregir
los inconvenientes de las otras. Hasta que no existan datos
concluyentes sobre el beneficio de los nuevos marcadores o se
encuentren otros mejores, la citología urinaria seguirá siendo la
prueba principal para detectar cáncer de vejiga.
Cistoscopia y Resección transuretral (RTU)
Manipulación de un cistoscopio.
El diagnóstico del cáncer de vejiga depende en última instancia del
examen cistoscópico de la vejiga y de la evaluación patológica de
las lesiones resecadas. La cistoscopia proporciona información del
tamaño, localización y apariencia del tumor dentro de la vejiga.
Estas observaciones cistoscópicas, además de describirse por
escrito, deben dibujarse en un esquema o almacenarse en formato de
foto o vídeo. La cistoscopia puede practicarse inicialmente sin
anestesia cuando se quiera valorar un paciente con cáncer de vejiga.
Si un cáncer de vejiga ha sido detectado precozmente en pruebas de
imagen o si una citología urinaria ha sido previamente positiva, el
diagnóstico cistoscópico puede ser omitido y el paciente puede ser
programado para efectuar una cistoscopia y biopsia o resección
tumoral bajo anestesia. Se extirpa una porción del tejido o toda el
área que preocupa y se envía al laboratorio para su análisis.[7] Con
el paciente anestesiado debe realizarse una exploración bimanual,
primero para valorar la presencia de una masa palpable en la vejiga
y, si existe, valorar su fijación a la pared pélvica. El examen
bimanual puede ser realizado antes o después de la resección
transuretral.
La presencia de una masa palpable tras la resección implica la
existencia de un tumor extravesical. Puede ser de un interés
particular en el seguimiento del resultado de la irradiación
precistectomía. La RTU del cáncer de vejiga debe realizarse con la
máxima preservación de la arquitectura y de las relaciones del tumor
con las capas de la pared vesical. La extensión con la que el tumor
invade las diferentes capas de la pared vesical ha sido de siempre
usado inicialmente para estadiar el cáncer de vejiga y determinar el
pronóstico. Para una evaluación patológica, los componentes más
superficiales del tumor deben ser resecados separadamente de los
componentes más profundos. Debe usarse lo menos posible la
cauterización eléctrica, con el fin de preservar los detalles
patológicos y evitar artefactos de la cauterización. Las muestras de
biopsia del tumor y las de áreas sospechosas deben obtenerse de toda
la extensión de la enfermedad. Se deben realizar tanto biopsias
frías en sacabocados para preservar la arquitectura histológica como
biopsias obtenidas de la RTU para determinar la extensión de la
enfermedad. Las biopsias aleatorias de mucosa normal están indicadas
ante una citología positiva, incluso en ausencia de tumor o ante
cualquier tumor no papilar. Las biopsias al azar en pacientes con
lesiones papilares solitarias están contraindicadas debido a que no
aportan información adicional y porque pueden ser peligrosas, ya que
las lesiones de la mucosa pueden provocar la implantación de células
tumorales. Las biopsias de uretra prostática por RTU están indicadas
ante la sospecha de un carcinoma in situ de vejiga, debido a la alta
frecuencia de afectación de la uretra prostática.
Resumen de pruebas mínimas ante sospecha de un cáncer de vejiga
1. Exploración física, incluyendo tacto rectal y palpación pélvica.
2. Ecografía renal y vesical y/o urografía intravenosa.
3. Citoscopia con la descripción del tamaño del tumor, localización
y aspecto.
4. Análisis de orina.
5. Resección transuretral con: biopsias de las diferentes capas del
tejido, biopsias al azar ante una citología positiva o tumor no
papilar y biopsia de uretra prostática en caso de sospecha de Tis.
En caso de cáncer de vejiga que infiltra la capa muscular y está
indicado un tratamiento radical hay que realizar:
1. Radiografía de tórax.
2. Urografía intravenosa y/o TAC abdominopélpico.
3. Ecografía hepática.
4. Gammagrafía ósea ante la presencia de síntomas o elevación de la
fosfatasa alcalina.
Tratamiento
Después de las exploraciones diagnósticas, se debe evidenciar si un
tumor de vejiga es superficial (Ta-T1), CIS o invasivo (más que T1).
El tratamiento y el seguimiento de estos tres grupos es
completamente diferente. La categoría más alta de T y G detectada en
la vejiga define el tratamiento:
* Ta-T1 son tumores de vejiga superficiales. El objetivo del
tratamiento debe ser la prevención de la recurrencia y de la
progresión.
* T1G3 presenta una alta tendencia hacia la progresión. El papel de
una cistectomía precoz todavía es materia de debate.
* Tis es una enfermedad con gran potencial maligno que puede ser
tratada en la mayoría de los casos con instilaciones vesicales de
bacilos de Calmett-Guerin (BCG). La cistectomía será necesaria
cuando no desaparezcan las lesiones después de dos ciclos de 6 a 8
instilaciones semanales.
* Los tumores T2 o mayores son tumores infiltrantes y la cistectomía
será necesaria en la mayoría de los casos. La conservación de la
vejiga puede ser una opción en casos seleccionados.
* La enfermedad con adenopatías pélvicas (N+) o metástasis a
distancia requiere un esquema de tratamiento diferente.
Tratamiento de lesiones Ta y T1
El plan terapéutico para las lesiones Ta-T1 debe realizarse teniendo
en cuenta el riesgo de la recurrencia y progresión de la enfermedad
(factores pronóstico de los tumores), efectos secundarios y coste
efectivo del tratamiento. La tasa de recurrencia de los carcinomas
superficiales de vejiga (CSV), incluso después de un tratamiento
adecuado, está bien documentado. El riesgo de progresión para
transformarse en un cáncer invasivo es bajo en la mayoría de los
casos, pero es mayor del 50% en los casos de alto grado T1G3, que
representan cerca del 10% de los casos. El riesgo de enfermedad
recurrente y de progresión puede predecirse basándose en los datos
clínicos y patológicos, que proporcionan la RTU inicial y las
pruebas diagnósticas del CSV. Existen unos factores pronóstico del
CSV:
Instilaciones de quimioterapia en CVS papilares
Una instilación vesical única con epirrubicina o mitomicina C dentro
de las seis horas siguientes a una RTU es capaz de reducir la tasa
de enfermedad recurrente cerca del 50% y está por lo tanto indicada
en todos los casos de CVS, excepto cuando se sospecha perforación
vesical. La BCG está contraindicada debido al peligro de efectos
secundarios sistémicos cuando existan heridas abiertas en la vejiga.
En los tumores de riesgo intermedio que necesitan más instilaciones,
una instilación precoz puede requerir un tratamiento de
mantenimiento. Una instilación inmediatamente después de la RTU con
un agente quimioterápico debe ser realizado en todos los casos. Los
tumores únicos, Ta-T1, G1, menores de 3 cm de diámetro, y los
tumores papilares no necesitan tratamiento adicional porque la tasa
de recaída en este grupo es muy baja, menos de 0,2 recaídas al año
después de una instilación vesical única inmediatamente después de
RTU.
Pronóstico
Muchos grupos de investigadores clínicos en el campo del CSV han
identificado factores pronóstico que permiten identificar diferentes
categorías pronósticas. Muchos parámetros importantes de los
factores pronóstico se pueden obtener fácilmente. Para la enfermedad
recurrente, los factores pronóstico en importancia decreciente son:
1. Número de tumores presentes en el diagnóstico.
2. Tasa de recaída en un período de tiempo previo, por ejemplo una
recaída en los últimos tres meses.
3. Tamaño del tumor: cuanto más grande sea el tumor, mayor será el
riesgo de recurrencia.
4. Grado de anaplasia del tumor: en la evolución de la enfermedad
invasiva, el grado de anaplasia y la categoría T son los más
importantes.
5. Localización: los tumores localizados en el cuello vesical tienen
un peor pronóstico que los situados en otra localización.
Basados en los factores pronóstico, el CSV puede dividirse en los
siguientes grupos de riesgo:
* Tumores de bajo riesgo: tumores únicos, Ta, G1, menores de 3 cm de
diámetro.
* Tumores de alto riesgo: T1, G3, tumores multifocales o que han
recaído muchas veces, CIS.
* Tumores de riesgo intermedio: el resto de tumores Ta-T1, G1-G2,
multifocal, mayor de 3 cm de diámetro.
En los pacientes con cáncer de vejiga en estadio II, el riesgo de
morir por la enfermedad u otras causas aumenta si no se los opera
dentro de las 12 semanas de realizado el diagnóstico
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