Provocó 200
orgasmos simultáneos
Podría ser uno de los hombres más
envidiados del mundo, pero en realidad es un científico cuyo
objetivo está mucho más allá de lo personal. Analiza el cerebro de
la mujer durante ese momento
El neurocientífico norteamericano
Barry Komisaruk ha sido testigo de más de 200 orgasmos femeninos en
vivo en su laboratorio.
Sin más datos, este hombre podría ser uno de los más envidiados del
mundo, pero su objetivo está lejos del interés personal sino
científico.
El investigador analiza el cerebro de las mujeres cuando llegan al
clímax para comprender los mecanismos que disparan este estado de
entusiasmo, qué papel juegan las hormonas, los péptidos y las
neuronas, y cómo se podrían provocar esas sensaciones de forma más
intensa.
"Quiero encontrar una manera de aumentar el placer en la vida de la
gente", asegura.
A sus 68 años, Komisaruk trabaja en
la Universidad de Medicina de Nueva Jersey y ha pasado gran parte de
su vida dedicado a la estimulación vaginal, "profesionalmente
hablando", bromea.
Selecciona a voluntarias que se autoestimulan en una máquina de
resonancia magnética (fMRI, por sus siglas en inglés) para que él y
su equipo puedan estudiar las áreas del cerebro que se activan en
ese momento.
Asegura que cuando llega el climax, el sonido amplificado de las
neuronas se asemeja al ruido que hacen las palomitas de maíz a punto
de estallar en el microondas.
Bloquea el dolor
Durante sus investigaciones, el científico ha aprendido unas cuantas
cosas del sexo femenino.
Por ejemplo, que el orgasmo es un bloqueante natural del dolor -es
capaz de disminuirlo un 50 por ciento-, y que aumenta la
sensibilidad de la mujer al tacto, por lo que las caricias de la
pareja se aprecian aún más.
Pero este campo sigue rodeado de misterios, como, por ejemplo, qué
función evolutiva cumple el orgasmo femenino, algo que todavía es
asunto de debate mientras en el hombre resulta tan claro.
Komisaruk cree que hay un propósito para el éxtasis. A su juicio,
las contracciones en el útero durante el orgasmo podrían ayudar al
semen a alcanzar las trompas de Falopio y conseguir un embarazo.
Por otro lado, parece bastante obvio que el placer puede animar a la
mujer a copular varias veces y permite una liberación de la tensión
muscular del cuerpo.
Pasar por una de las pruebas de Komisaruk es toda una experiencia
para las mujeres voluntarias que "donan" su orgasmo a la ciencia a
cambio de 100 dólares.
Para empezar, deben entregar una muestra de orina -para comprobar
que la mujer no esté embarazada, ya que el feto podría ponerse en
peligro durante el test- y después se tumban boca abajo en la
máquina de resonancia magnética, una posición en la que la cabeza
está más sujeta y es más fácil ver lo que ocurre en el cerebro
durante el escaneo.
Lo demás es fácil de imaginar, aunque difícil de hacer "con cinco
científicos mirando" lo que ocurre en los monitores, según
confiensan las voluntarias.
El investigador señala que uno de los mayores misterios del orgasmo
es que activa la misma parte del cerebro que el dolor.
Las imágenes de las caras de las voluntarias lo reflejan muy bien.
Sus expresiones de placer no distan mucho de las de alguien a quien
le ha pasado un camión por encima de un pie.
"¿Cuál es la diferencia entre placer y dolor? ¿Qué hace que algo
siente bien?", se pregunta Komisaruk. Si tuviera la respuesta
"ganaría el Nobel".
Fuente Cambio.com
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