Inversiones para
el 2010
La Gran Recesión quedó atrás. El 2010
promete una recuperación lenta pero que evitaría la trampa de una
recaída. Será el año de los emergentes, con tasas de crecimiento muy
superiores a las del mundo desarrollado, y será el año de las
famosas estrategias de salida, que prometen ir soltándole la mano
progresivamente a la economía global. Aunque en 2010 será imposible
duplicar las “rentabilidades de fantasía” del año pasado, el mercado
local todavía promete buenas oportunidades
Terminó el 2009. Después de un año
traumático como había sido el 2008, muchos se hubieran dado por
hechos con salir relativamente ilesos. Con poder contar la historia.
Pero el 2009 desbordó hasta a los más entusiastas. El masivo
estímulo que los gobiernos de todo el mundo volcaron sobre las
economías hizo posible la tan ansiada clausura de la Gran Recesión y
el comienzo de una recuperación que parecía mucho más lejana. El
2010 promete un repunte modesto y más bien lento en relación a otras
crisis pero con buenas chances de evitar la famosa W y la trampa de
una recaída. Será otra vez el año de los emergentes, que con tasas
de crecimiento que triplicarán a las del mundo desarrollado,
llevarán la batuta en un mundo que ya no puede darse el lujo de
darles la espalda. Será también el año de las tan mentadas
“estrategias de salida”, en la medida en que los gobiernos y los
bancos centrales le vayan soltando la mano a la economía.
Para América latina, se trata de una ocasión inédita. Por primera
vez en un siglo la región sale fortalecida, en términos relativos,
de una crisis global sin precedentes por su intensidad y su
extensión, después de una larga historia de vulnerabilidad que
siempre la llevó a amplificar los ciclos externos negativos.
Aunque a la sombra de un Brasil que volverá a descollar en 2010, la
Argentina encara el año sin pronósticos agoreros de default ni
rumores de devaluaciones violentas y con la promesa de reinsertarse
en los mercados voluntarios de deuda. Nubarrones no faltan. La
escalada de precios, la falta de transparencia, las impredecibles
maniobras K y un deterioro fiscal que amenaza con salirse aún más de
cauce. Así y todo, los inversores se adentran en el 2010 con la
tranquilidad de un contexto internacional mucho más estable y un
marco doméstico que –si logra evitar descalabros mayores– podría
volver a deparar retornos más que interesantes en un mundo de “tasas
cero” que ya no tiene qué ofrecer al renovado apetito de riesgo que
recorre el globo. Descartadas rentabilidades de fantasía como las de
2009, tanto los bonos como el Merval prometen nuevas subas en el
2010, más módicas pero en absoluto despreciables, con un dólar que
terminaría el año entre $4,20 y $4,30, eludiendo esos movimientos
bruscos que tanto espantan a los argentinos
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