La imperiosa necesidad de que
todo esté impecable, en su lugar y desinfectado. Los celos
extremos, de esos que asfixian. La exigencia de tener todo
bajo control. La imposibilidad de desprenderse de los
objetos, y guardar por tiempo indefinido prendas que nunca
se volverán a usar o infinidad de papeles sin sentido
alguno. Convivir con un obsesivo compulsivo no es
tarea sencilla, y si bien es importante el
tratamiento particular, todo el entorno debe poner su
granito de arena para que la vida cotidiana no se torne
insoportable.Si bien
no todos los obsesivos comparten el mismo grado de
enfermedad, la familia, la pareja y aquellas personas
cercanas se ven afectadas por el trastorno. Según explica el
Licenciado Enrique M. Novelli,
psicoanalista, miembro titular de la APA y Full Member IPA,
“clasicamente el carácter del obsesivo en sus rasgos
esenciales sería una tendencia a la escrupulosidad, a la
abulia y a la duda”. También, entre otras peculiaridades,
están caracterizados por una tendencia a la crisis de la
conciencia moral, a la manía por el orden y la
meticulosidad, por la timidez, en algunos casos por padecer
ciertos trastornos sexuales y por la necesidad de someterse
a ciertos imperativos o a prohibiciones.
¿Cómo puede afectar
toda esta obsesión en el entorno? “El entorno lo
sufre porque los obsesivos se ponen demasiado rígidos en que
el resto haga lo que ellos quieren, y si no lo hacen se
enojan, entonces agreden”, explica Novelli. “Alguien que
esta con un neurótico obsesivo tiene que tener mucha
paciencia para poder aguantarse los embates. Si uno
se podría hacer ciertas preguntas como estrategia para poder
pasar los momentos -como por qué y para qué actúa de esta
manera- uno podría llegar a entender por qué lo hace y para
qué lo hace”, agrega el especialista.
El esfuerzo del conjunto,
entonces, es fundamental. Hay que intentar sortear esos
roces. “De todos modos, aunque estén estas preguntas, las
personas que están conviviendo con el neurótico obsesivo lo
pueden llegar a comprender pero esto no quiere decir que
eviten el sufrimiento”.
Qué NO hacer.
Hay ciertas cosas que no deben hacerse con un obsesivo. Por
ejemplo, decirle que evite algún ritual o burlarse de su
intención de querer controlar todo. Y si ese control o esa
tendencia a la posesión tiene que ver con una persona,
“entonces hay que mostrarle que esa persona o ese hijo
no es un objeto. Que esa persona tiene
también una personalidad, deseos y que pensar distinto
no quiere decir que no se lo quiera”,
explica Novelli.
Para el Doctor Pedro
Horvat, Miembro Titular de la APA y de la
International Psychoanalytical Association (IPA), la
familia suele pasar por varias etapas. Primero, aparecen los
intentos de racionalizar la situación. Sin embargo, “de a
poco,la perplejidad y la angustia van
ganado lugar en la familia. Se dan cuenta que algo que
pertenece al orden de lo irracional y de lo compulsivo,
tiene un espacio importante en la mecánica familiar, y que
todos finalmente se obligan a sí mismos a cumplir los
rituales del obsesivo porque ya vieron el estallido de
angustia que desencadena no hacerlo”, agrega el especialista
en psiquiatría y psicoanálisis.
Además de angustia,
convivir con la irracionalidad genera violencia.
“La familia empieza a cuidarse -a buscar no hacer eso que
genera el estallido de angustia-, y crece cierto grado de
ritualización pero también de ambivalencia”. Como
consecuencia, aparecen los “accidentes”, esas “metidas de
pata” que producen un nuevo estallido pero que no son
realizadas con intencionalidad. “El estallido empeora la
situación del enfermo y la situación de la familia. Por eso
en el trastorno obsesivo compulsivo el tratamiento pasa por
el enfermo y por la familia. Por una terapia individual y
una terapia grupal”.
Para Horvat, el primer paso
comienza en el núcleo del hogar. "Nada es más
terapéutico que los esfuerzos que la familia
emprende por si misma. Cuando esto no alcanza hay que pedir
ayuda. En conjunto, es sentarse a la mesa y decir: 'Che,
miren lo que nos está pasando. Esto le pasa a fulanito o a
fulanita, pero ella o él es parte de la familia así que nos
pasa un poquito a todos. Charlemos de nosotros como
familia'”, explica el especialista. “Esto no quiere decir
que se resuelve así, porque el trastorno obsesivo compulsivo
es un trastorno relativamente grave, pero va a ayudar
mucho”, concluye Horvat.
Un tema de dos.
En los casos de pareja, la licenciada Graciela
Faiman, psicoanalista y coordinadora de un grupo de
investigación sobre psicoanálisis de familia y pareja en la
Asociación Psicoanalítica Argentina, analizá por qué
una persona se une a un obsesivo compulsivo. “En
toda pareja que está armada y que funciona hace algún
tiempo, hay dos contratos: uno consciente, que puede
firmarse en el registro civil o no; y otro inconsciente, de
complementariedad en las neuras”. Así, la
elección de unir la vida a una persona con estas
características indica que éstas son, de alguna manera,
concordantes con las propias.
Puede, sin embargo, llegar el
momento en el que uno de los dos cambie,
por lo que uno de los contratos se rompe.
“Ahí es donde, en todo caso, un análisis de pareja sirve.
Porque el asunto no es tanto cómo convivir sino si una de
las dos personas ya no necesita de ese otro obsesivo”.
Por Silvina Fiszer Adler de
la redacción de
Perfil.com.