HISTERIQUEOS DE
OFICINA
Largas jornadas, encuentros a horas
indebidas y comentarios de pasillo
¿El lugar de trabajo es perfecto para
intentar levantarse un poquito el ego? Una especialista aclara los
tantos.
Ocho horas es la jornada promedio que cualquier trabajador realiza
en su oficina. Ocho horas alejado de las presiones de la familia,
los amigos e inclusive la pareja. Un mundo aparte, podría decirse,
donde las reglas del juego cambian y algunos desatan sus fantasías
más jugadas.
El histeriqueo en la oficina no es novedad. De hecho, quienes tienen
la posibilidad de subir o bajar por el ascensor de la empresa podrán
enterarse de las últimas actualizaciones de los romances del
edificio. Con o sin pareja, la tendencia es firme. Resta
preguntarse, ¿por qué?
“No se puede hablar de un solo patrón de conducta porque cada
persona es particular. Sin embargo, este tipo de relaciones en las
oficinas es algo mucho más común de lo que se piensa”, explica a la
psicóloga Mariana Milinik, graduada con diploma de honor en la
Universidad de Buenos Aires. “En algunos casos se puede tratar de
una vía de escape porque es la persona más a mano que uno tiene.
Muchas veces la gente no sale mucho y no encuentra otro momento u
otra persona para relacionarse”, sugiere la fuente.
Aunque algunos victoriosos logran convertir el “histeriqueo de
oficina” en una familia, lo cierto es que el camino de la mayoría de
las relaciones termina sin llegar a un puerto concreto. Después del
roce, viene la tormenta. “Cuando estas relaciones conflictivas
llegan a su fin, las personas pueden atravesar una fuerte crisis por
temor a que la ruptura o la concreción del hecho afecte su trabajo”,
alerta Milinik.
El inicio de todo reside, en algunos casos, en la personalidad
insegura de los involucrados. “Son propensos a coquetear. Seducen y
después no llegan al encuentro porque tienen ciertos pudores. Por lo
general son personas con autoestima baja que se sienten frustradas
con sus parejas o se encuentran en relaciones conflictivas”, explica
la fuente, y destaca: “Puede haber o no amor, pero sin lugar a dudas
se trata de una vía de escape a algo que no les gusta ”.
Aunque la cantidad de horas semanales que un empleado pasa en su
oficina dan un sustento a que este tipo de situaciones se genere en
ese ámbito, la licenciada sugiere que el escenario no es siempre el
mismo. “Puede ser en la oficina como puede ser en un gimnasio. Son
ámbitos en donde las personas no se conocen y en donde se pueden
encontrar escapes. No tiene que ver con lo amoroso ni con el
escenario, sino con la atracción. Esa persona engañaría a su pareja
tanto en el trabajo como en un boliche”, asegura Milinik.
Pero, ¿qué sucede cuando la atracción tiene como protagonista al
jefe? ¿Qué explicación se esconde detrás del hombre o la mujer que,
ostentando el poder, decide embarcarse en este mundo de la seducción
oficinista?
“En el caso del empleado puede que vea al jefe como una figura de
autoridad que le despierta cierta admiración. También tiene que ver
con encontrar un cierto lugar de privilegio y contención, en
especial si la relación es comentada en la oficina”, subraya, y
agrega: “En el caso de una mujer, el estar con un jefe o con un
superior repercute en el modo en el que se percibe como mujer.
Cuando la persona tiene autoestima baja, las personas completan su
narcisismo con este tipo de relaciones”.
Desde la otra vereda, las relaciones encaradas por el lado del poder
tienen cierto tinte perverso. “Los jefes con características de
manipulación gustan o atraen a otra persona que consideran más débil
para, en algunos casos, conseguir la complicidad de un empleado que,
por lo general, siempre le va a responder de buen modo, va a hacer
trabajos que no le corresponden y lo va a mantener informado sobre
lo que sucede en la oficina. También se puede dar por atracción o
placer sexual”, aclara, para dejar a más de uno tranquilo.
05 de mayo de 2010
(MU)
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