El billete de 100
pesos rinde hoy como 27 pesos en 2001
En 2001 no me animaba a llevar por la
calle un billete de $ 100. Ahora es lo que llevo indefectiblemente
para usar todos los días”, comenta una estudiante de economía de la
Universidad de Buenos Aires. El billete de $ 100 está dejando de ser
el símbolo de fortuna que supo ser en tiempos no demasiado remotos
para la economía local. Y empieza a diseminarse, este año, al ritmo
cada vez más acelerado que le impone la inflación
El billete de mayor denominación en la
Argentina ya rinde apenas un cuarto de lo que rendía en el 2001,
según calculan los analistas, por la enorme pérdida de poder de
compra que fue sufriendo desde entonces hasta hoy, al compás de la
suba de precios. E incrementa el tamaño de la emisión que hace
periódicamente el Banco Central para abastecer al sistema y
satisfacer la demanda en los bolsillos de los argentinos.
El dato, libre de manipulaciones, se convirtió a esta altura en uno
de los pocos indicadores “fieles” de inflación en la economía local:
hasta octubre de este año, el Central debió emitir una cantidad de
billetes de $ 100 hasta tres veces mayor que la que debió hacer en
igual lapso del año pasado, que no fue acompañada en igual medida
por el resto de los billetes (ver infografía). El fenómeno refleja,
para las consultoras, una pérdida cada vez más pronunciada en el
tamaño de su poder adquisitivo.
En Econviews calculan que hoy el billete de $ 100 rinde apenas $ 27
si se lo considera en términos reales, a precios de 2001, y unos $
39 si se lo estima a los precios de los comienzos de la gestión
kirchnerista (mayo de 2003). “Lo deflactamos con el índice de
inflación acumulada desde 2001, el año previo a la devaluación,
hasta hoy. Tomamos la inflación del Indec hasta enero de 2007,
cuando se denunció la intervención sobre el organismo, y desde
entonces la que fuimos midiendo en la consultora”, comenta el
economista Federico Bragagnolo.
La cantidad de billetes de 100 en circulación mostró un incremento
levemente menor a las 50 millones de unidades durante los primeros
diez meses de 2009. Pero, en lo que va de este año, se ubicó cercana
a las 150 millones de unidades.
La cuenta que hace la líder del Centro de Educación al Consumidor
(CEC), Susana Andrada, es menos sofisticada, pero muestra resultados
similares: “En 2001 con $ 2 uno podía comprar un litro de leche y un
kilo de pan; pero hoy para comprar exactamente lo mismo necesitamos
$ 10. Es decir, cinco veces más”, se queja. La lista sigue
irrefutable: “Para comprar un kilo de milanesa, pagábamos $ 4, y hoy
debemos abonar $ 32. Por un kilo de pollo, $ 2; ahora, $ 8. Por una
gaseosa, la más pequeña, $ 0,50; ahora, $ 2,50”, comenta.
El impacto inflacionario puede verse, también, en la proporción cada
vez más estrecha que guardan estos grandes billetes sobre el total
del sistema. En el inicio de la gestión K, los billetes de 100
representaban sólo un tercio (31,3%) en la circulación de efectivo
de la economía. Ahora, en cambio, participan en casi la mitad
(48,2%). “En algún momento, más allá de que pueda haber impacto en
expectativas inflacionarias, van a tener que emitir billetes de
mayor denominación para resolver este tema. Los bienes cuestan más y
se necesitan cada vez más billetes para comprarlos. El otro problema
es el cambio chico: cae la proporción de billetes de baja
denominación y empieza a sentirse la falta de cambio en las
transacciones chicas”, concluye Bragagnolo. /cronista.com
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