LOS EFECTOS NO
DESEADOS DEL EMBARAZO
Si bien las molestias más conocidas son
las náuseas y el sueño de los primeros tres meses, hay otras de las
que pocos hablan
No afectan la salud de la madre ni el
bebé, pero muchos prefieren obviarlas. Conozca las más comunes .
Muchas veces, el embarazo va acompañado de engorrosos cambios en el
cuerpo y en el día a día de la mujer de los que no suelen hablar ni
los ginecólogos ni quienes ya pasaron la experiencia de traer un
hijo al mundo.
El diario El Mundo enumeró los más usuales.
* Cambios en la mucosa vaginal. Debido al incremento de los niveles
hormonales durante la gestación, la cantidad de flujo vaginal
aumenta y éste se vuelve más oscuro. “Además, después de mantener
relaciones sexuales, con la presencia de contracciones u otros
factores, los pequeños capilares que están en el cuello del útero
también pueden teñir el flujo de tonos rosados o rojizos, sin que
esto deba considerarse un signo de alarma”, explicó Jackie Calleja,
ginecólogo del Hospital Universitario Quirón de Madrid.
* Pérdidas de orina. Para albergar al futuro bebé, el útero aumenta
su tamaño, lo que hace que la vejiga pierda parte de su capacidad
para almacenar la orina. Debido a esta causa, especialmente a partir
del segundo trimestre de embarazo, las mujeres embarazadas sienten
la necesidad de ir al baño mucho más a menudo que antes. “El aumento
de peso sobre la pelvis de la embarazada también provoca una cierta
debilidad del suelo pélvico que hace que, con pequeños esfuerzos o
ejercicios, puedan producirse pérdidas involuntarias de orina”,
añadió Calleja, quien aclara que esta pequeña incontinencia
desaparece habitualmente tras el parto con los ejercicios para
fortalecer y revitalizar el suelo pélvico.
* Problema con los gases. Durante el embarazo, los mayores niveles
de progesterona que circulan por el organismo provocan una
relajación de los músculos del intestino. “El tránsito intestinal se
hace más lento, por lo que aumentan las probabilidades de sufrir
estreñimiento”, apuntó Álvaro Ruiz Zambrana, especialista del
departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad
de Navarra.
* Mojar la almohada. Sobre todo en el primer trimestre, el
incremento de los niveles hormonales hace que aumente la salivación.
Aunque no suele ser un problema grave, este exceso de saliva puede
contribuir a las náuseas características de esta etapa.
* Hemorroides. Las hemorroides aparecen por sobrecarga de la sangre
en las venas de la pelvis. Según explicó Calleja, “la sangre tiene
más dificultad para volver al corazón porque se vuelve más espesa
durante la gestación. El peso sobre las venas de la pelvis dificulta
aún más ese retorno, por lo que las pequeñas venas de la zona se
dilatan y forman hemorroides”. La vulva e incluso las piernas
también pueden verse afectadas por este problema venoso.
* Manchas en la piel. Debido nuevamente a las hormonas, determinadas
zonas de la piel se vuelven más oscuras con el embarazo. Esto sucede
en las areolas de los pezones, el pliegue nasogeniano (encima de los
labios y bajo la nariz), la denominada ‘línea alba’ –que va desde el
ombligo hasta el pubis-, e incluso los genitales. También las
mejillas pueden adquirir un cierto tono cobrizo. “No es recomendable
una exposición excesiva al sol y siempre deben utilizarse
fotoprotectores solares de índice elevado”.
* Aumento del vello corporal. Las hormonas también son las culpables
de que algunas embarazadas sufran la aparición de vello en zonas
donde previamente no tenían, como mejillas, piernas o abdomen. Los
especialistas recuerdan que este fenómeno es poco común y suele
desaparecer tras la gestación.
* Molestias digestivas. La progesterona también afecta al
funcionamiento correcto del esfínter que regula el tránsito de los
alimentos entre el esófago y el estómago. De ahí las frecuentes
molestias o la sensación de ardor que incluso puede llegar hasta la
boca. “Además, el aumento de la presión intraabdominal también
contribuye a estas molestias”, señala Ruiz Zambrana.
* Mayor sudoración. El incremento del volumen sanguíneo hace que
aumente la temperatura corporal. Por eso, es frecuente sudar cuando
se realizan pequeños esfuerzos. “Es especialmente frecuente en el
primer trimestre del embarazo”, apuntó el ginecólogo de la Clínica
Universidad de Navarra
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