LAS MUJERES
CONTRA EL VIAGRA
Son mayores de 50, con largos
matrimonios y se oponen a que sus maridos tomen la pastilla contra
la disfunción eréctil. Ellas no quieren más sexo. Mitos y excusas
El siguiente podría ser un razonamiento
elemental: para cualquier mujer cuya pareja tiene una disfunción
eréctil, la famosa pastillita azul debería ser, lisa y llanamente,
motivo de aplausos. Sin embargo, el razonamiento es, al menos,
miope. Es que, cuando llega la menopausia, algunas mujeres abandonan
su vida sexual en el cajón de los recuerdos. Así, un tratamiento que
amenace con solucionar la dificultad que tienen sus parejas para
lograr o mantener una erección, se convierte en un enemigo al que
combatirán sosteniendo temores, mitos y excusas.
“Muchas veces nos encontramos con que las mujeres de los pacientes
les dicen que no quieren que tomen Sildenafil –Viagra es la marca
más popular– porque ‘les va a hacer mal al corazón’ y que prefieren
‘un marido vivo antes que un súper macho en la cama’. Otras veces
les dicen: ‘Andá al urólogo para controlarte la próstata, pero para
la parte sexual ya estamos grandes”, cuenta Adolfo Casabé, urólogo
del sector de Disfunciones Sexuales del Servicio de urología del
Hospital Durand.
Así como la falta de lubricación y el dolor en el coito
–característicos de la caída de los niveles hormonales– también
suelen usarse como escudos, hay otros dos métodos de sabotaje
recurrentes. “ ¿Qué pasa? ¿Ya no te excito lo suficiente que tenés
que tomar una pastilla para acostarte conmigo? ”, es uno. El otro es
éste: “ Hombre + recuperación de la potencia sexual = cuernos ”.
“Esta es una forma de mantener el control: no hay mujer más segura
de la fidelidad de su pareja que la esposa de un hombre con alguna
disfunción sexual”, explica a Clarín Edgardo Becher, Presidente
electo de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.
Claro que esto no ocurre en todas las mujeres que entran en la
menopausia: muchas, cuando se sacan de encima la posibilidad de un
embarazo, disfrutan aún más de su sexualidad. El resto, son el eje
de esta nota: mujeres de unos 50 años, con matrimonios largos y una
historia sexual limitada a la penetración y pobre en fantasías y
juegos previos: “Desde lo hormonal, el deseo sexual puede disminuir
con la menopausia. Ahora bien, cuando la relación de la pareja fuera
de lo sexual es buena, la menopausia no limita, a lo sumo,
necesitará más caricias o tardará más en llegar al orgasmo. En
cambio, quienes boicotean no lo hacen por falta de deseo sexual sino
que las excusas enmascaran el agotamiento del vínculo: son esas
parejas que siguen juntos por comodidad económica o por lo que vayan
a pensar sus hijos o sus amistades si se divorcian”, opina el
ginecólogo Eduardo Depiano, vicepresidente de la Asociación
Argentina para el Estudio del Climaterio y coautor del libro “¿Hace
calor o soy yo?”. “Por lo general, son mujeres que con la menopausia
adoptan un humor depresivo: están tristonas, como aumentaron de peso
creen que perdieron su capacidad de seducción, dejan de arreglarse y
creen que ahora corresponde cuidar nietos”, agrega.
En el Durand, el 90% de los hombres consulta solo. Y tres de cada 10
mujeres no apoyan las decisiones terapéuticas que les indican a sus
parejas . “Sin embargo, el tratamiento para la disfunción eréctil
involucra a las mujeres. La razón es que este tipo de fármacos no
son mágicos: actúan cuando hay estímulo sexual”, explica Casabé. La
medicación oral –junto con la detección de las condiciones médicas–
son sólo la primera línea de tratamientos. Cuando no funcionan, se
sigue con las autoaplicaciones de drogas intrapenianas o los
dispositivos de vacío. En algunos casos, se puede recurrir a un
implante protésico peniano que se coloca dentro del pene y les
permite ponerlo rígido o fláccido manualmente y conservar la
estética, el orgasmo y la eyaculación.
Lo que es claro es que los palos en la rueda no son gratis. “Muchos
hombres vienen solos, avergonzados, con ideas mágicas acerca de un
tratamiento que les asegure rigidez en el pene –explica Amado
Bechara, jefe del sector de Disfunciones del Durand–. Cuando se
suman las actitudes negativas de la pareja pueden terminar en una
mayor desilusión o, lo que es peor, en el abandono del
tratamiento”. /clarin.com
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