LOS LINDOS SON
MAS INTELIGENTES Y EXITOSOS?
Que los atractivos ganen más plata
vaya y pase. Pero que, además, sean más inteligentes ya resulta un
abuso. Sin embargo, así lo demuestra la ciencia. Kouchi, Brad,
Natalie y el injusto mundo de los que lo tienen todo
Esta es una historia que empieza con
tres personas. La primera se llama Kouichi Cruz y seguramente lo
viste por la tele contando cómo hizo para terminar la secundaria a
los 12 años, hablar cuatro idiomas y aprobar el ingreso a la
universidad.
Al segundo le dicen Brad, se apellida Pitt y muchas sostienen que es
el tipo más fachero del planeta.
Completa el trío la pequeña Natalie Portman, una prestigiosa
psicóloga egresada de Harvard que, en sus tiempos libres, gana
millones gracias a la combinación de una cara divina y una gran
capacidad actoral.
No caben dudas de que Kouichi es un chico súper inteligente y Brad,
un tipo muy atractivo. Lo interesante de Natalie es que, desafiando
el estereotipo de la linda tonta, reúne una mente brillante con una
belleza singular.
Pero,¿y si Natalie no fuese la excepción sino la exageración de la
regla? El lugar común, o la envidia, indican que belleza e
inteligencia no van de la mano. Pero la ciencia demuestra lo
contrario. La correlación entre belleza y riqueza, por otro lado,
está más aceptada y no sorprende que Natalie y Brad sean
millonarios.
En 1993, un economista llamado Daniel Hamermesh publicó un notable
estudio con el que demostró una alta correlación entre la apariencia
física y los salarios; concretamente, las personas atractivas
ganaban en promedio entre un 5 y un 10 por ciento más que las
normales y éstas a su vez experimentaban una diferencia similar con
las poco atractivas.
Numerosas investigaciones confirmaron esos resultados. Stephen Hall
encontró que las personas más altas ganaban mejores sueldos y eran
más felices, Charles Baum y William Ford mostraron que la obesidad
no sólo penalizaba con salarios más bajos, sino que además disminuía
las chances de conseguir empleo. Más aun: en un estudio muy
interesante David Barri y otros colegas de la Universidad de
Lancaster descubrieron que los jugadores de fútbol americano con
mayor simetría facial eran mejor pagos.
Aunque la relación entre los ingresos y la apariencia física es
clara y contundente, no existe tanto consenso respecto de la
explicación del fenómeno. Algunos sostienen que hay profesiones en
las que ser más atractivo implica ser más productivo, como en el
mundo de las modelos y las promotoras; y otros refutan y sostienen
que simplemente se trata de un fenómeno de discriminación lisa y
llana. En el medio entre ellos, aparecen algunas hipótesis que
vinculan la apariencia física con la salud, como en la investigación
de Jaume García y Climent Quintana que prueba que, como la obesidad
impacta negativamente en la salud, los empleadores prefieren no
contratar personas con sobrepeso.
Para dilucidar un poco más la cuestión, hace un tiempo publiqué una
investigación en la que se encuestaba a más de 900 personas
representativas del mercado laboral del Gran La Plata. Les pedí a
los encuestadores que le dieran un puntaje a cada entrevistado no
bien abrían la puerta de la casa, con una indicación sobre cómo
juzgaban (en una escala del 1 al 10) la apariencia física de los
sujetos. Luego el cuestionario indagaba sobre características socio
económicas habituales y se cerraba la entrevista con la
administración de un test corto de inteligencia.
Los resultados confirmaron una vez más la correlación positiva entre
salarios y apariencia física, e indicaban que cinco puntos más de
atractivo tenían el mismo efecto positivo en los salarios que tres
años más de estudios. Pero cuando incluimos los resultados del test
de inteligencia encontramos las mayores sorpresas, porque
desaparecía el efecto de las apariencias y entraba en juego el
"efecto Kouichi". Puesto en castellano: no es que los más atractivos
ganan más per se, sino que ganan más porque en promedio son además
los más inteligentes y por ende más productivos.
A conclusiones muy similares acaba de arribar la reciente
publicación de Andreas Schick y Richard Steckel de la Universidad de
Ohio. Los autores estudiaron la relación entre la altura y los
salarios, y encontraron que diez centímetros más de estatura
incrementaban los salarios entre un 9 y un 15 por ciento; aunque,
sin embargo, cuando incluían los resultados de los tests de
inteligencia el efecto de la altura desaparecía casi por completo.
¿Por qué razón será que la inteligencia y el atractivo físico se
llevan tan bien?
Para algunos psicólogos biologicistas como Richard Herrnstein, la
inteligencia está básicamente codificada en los genes y por lo tanto
se transmite hereditariamente. Luego, puede que los más inteligentes
consigan a las más lindas o bien porque ganan mejores sueldos (la
hipótesis billetera mata galán) o bien porque como son más rápidos
comprenden mejor las reglas del cortejo (chamullan mejor). Habría
más chances así de que la descendencia salga atractiva e
inteligente.
Para otros, que están más inspirados en la hipótesis de Locke: que
venimos al mundo todos iguales y nuestro cerebro es una tabula rasa
al momento del nacimiento, inteligencia y belleza terminan de la
mano por un proceso de aprendizaje sesgado que se retroalimenta, en
el que los más lindos reciben más atención y mejor educación, se
tornan así más inteligentes y reciben aun más atención a causa de
ello. También otros factores medioambientales, como una correcta
alimentación por ejemplo, pueden contribuir al mismo tiempo a
mejorar el desarrollo físico y el cognitivo.
Las pruebas parecen indicar que la verdad yace en algún lugar
intermedio entre esas posiciones extremas.
La teoría de la selección sexual de Darwin logra dar cuenta de por
qué la belleza y la inteligencia pueden ser atributos que aumentan
el éxito a la hora de conseguir alguien con quien aparearse, y
logran ser transmitidos de manera conjunta. Así, si la belleza es un
atributo deseado que aumenta las chances de tener sexo y la
inteligencia también mejora las posibilidades de conseguir parejas,
pues los más inteligentes y los más atractivos acabarán
reproduciéndose más, y lo harán con más frecuencia entre ellos,
dando lugar a una descendencia en que ambas características se
combinen.
Natalie seguramente es un caso extremo, pero no se sorprendan si
después de todo la rubia del barrio llena de plata demuestra que no
era tan tarada como su belleza hacía pensar. Fuente:
conexionbrando.com
Compartir este articulo : | | | | |
|
|