A nadie se le escapa que la industria del porno
mueve millones de dólares y usuarios. Así se ha constatado desde
hace un par de semanas, cuando salieron a la venta los nuevos
dominios .xxx, destinados al contenido para adultos. Pasados unos
días, los datos reflejan que arrasaron: cientos de miles fueron
registrados, aunque, sorprendentemente, la gran mayoría no se han
reservado para utilizarlos, sino para que nunca salgan a la luz.
Tal como cita el diario abc, parte de ese gran
negocio del triple X la tienen las empresas, que no quieren que su
nombre se asocie a esta industria, de ahí que se hayan lanzado en
masa a registrar los dominios que se asocian con ellas. Han comprado
este tipo de dominios marcas como Coca Cola o Sony, bancos,
universidades, países o instituciones de todo tipo como el Museo del
Louvre de París o la Santa Sede, que compró el dominio "vatican.xxx".
La encargada de gestionar los registros, ICM
Registry, intuía el revuelo que se montaría tras conseguir lo que
había luchado durante muchos años por conseguir sacar a la luz: los
dominios .xxx.
Por esta razón, puso límites a la libertad
estableciendo un plazo previo de solicitudes reservadas a los
propietarios de alguna marca para que pudieran alejarla de manos
ajenas y dejarla sin uso por un plazo de entre 10 a 25 años, a
cambio de entre 1.200 y 3.000 dólares."Estos nombres no se bloquean,
solo se compran antes de que nadie más los adquiera", comentaba
Loren Pomerantz, portavoz de ICM, confesando que, antes del
lanzamiento, los distintos gobiernos tenían la potestad para sugerir
nombres que debían reservarse, como nombres de políticos o términos
culturales sensibles.
En total, hubo 104.000 peticiones, nada más y nada
menos, aunque muchas de ellas también pertenecían a dominios .com
que tenían preferencia para reservar el mismo con la nueva
extensión. Una vez concluido el plazo, ICM liberalizó el mercado por
completo, provocando la reserva de más de 54.000 dominios en las
primeras 24 horas. Algunos, como 'gay.xxx', ha sido vendido por
cientos de miles de dólares, según la propia ICM, que no ha querido
especificar la cifra exacta.
Con todo este proceso, las empresas han podido
evitar la especulación varios internautas, que adquieren los
dominios rápidamente para luego hacer negocio vendiéndolos más caros
a través del chantaje. Algunos lo han sufrido, y es que ICM se ha
visto obligada a cancelar registros llevados a cabo por avispados;
así ha sucedido con 'WashingtonPost.xxx' o 'VerizonWireless.xxx'.
Como puedes ver, Internet es un arma de doble filo y
las corporaciones lo saben: supone una herramienta de promoción y
negocio importante, pero una metedura de pata o un rumor falso
pueden, hoy en día, acabar con la reputación de cualquiera en
cuestión de horas