Algunas de las banderas que
más se encargó de enarbolar el Gobierno de cara a las últimas
elecciones fueron las de la reindustrialización y la del
sostenimiento del empleo, aun en momentos en los que golpeaba lo
peor de la crisis internacional.
Así, la situación actual, caracterizada por un entramado productivo
cuidado celosamente con una maraña de medidas proteccionistas, fue
contrapuesta una y otra vez, desde lo práctico e ideológico, con la
situación imperante en los años noventa, cuando los productos
importados tenían vía libre para capitalizar el mercado de consumo
interno.
Y uno de los argumentos más fuertes utilizados por el Gobierno para
sostener su mensaje pro industria descansó en el éxito que está
teniendo el polo tecnológico de Tierra del Fuego, desde donde salen
cada vez más productos de punta con el sello "Hecho en la
Argentina", bajo el paraguas impositivo que protege a la producción
local frente a los artículos que llegan listos para la venta desde
el exterior.
"El proceso de sustitución de importaciones, que se afianza día a
día, comenzó a vislumbrarse en las casas de todos los argentinos,
donde poco a poco han comenzado a ganar espacio los
electrodomésticos y artículos electrónicos made in Argentina",
destacaron hace poco desde la administración kirchnerista.
En este contexto, desde el Gobierno festejan como grandes hitos los
avances registrados en celulares: este año se esperan producir 8
millones de aparatos en el sur del país, un 45% más que en 2010.
Así, mientras que en 2009 la participación de estos equipos hechos
en la isla fueguina representaban el 4% de todo lo que se vendía en
el mercado interno, este año se estima que el 50% vendrá de ese polo
austral.
Algo similar ocurre con los smartphones: en el caso de los
Blackberry, en 2011 un 70% de la demanda estuvo abastecida por
equipos producidos en el país.
En lo que respecta a las computadoras portátiles, la participación
de unidades fueguinas en el mercado interno no paró de crecer: pasó
del 4% en 2006 a un 40% este año, mientras que para 2012 se estima
que el share se incrementará hasta el 55 por ciento.
A modo de corolario, desde el Gobierno recientemente festejaron el
hecho de que "hoy en Tierra del Fuego se emplean 12.000 personas",
de la mano de inversiones que alcanzaron los u$s400 millones.
En este contexto, más allá de lo positivo de los desembolsos, un
debate que no ha dejado de crecer es en qué medida los consumidores
se están viendo beneficiados, en sus bolsillos, con el auge de este
polo tecnológico austral.
Sucede que, por un lado, el paraguas tributario que implementó el
Gobierno redujo la alícuota de impuestos internos del 17% al 6,5% a
aquellos artículos que se produzcan en el sur del país.
Como contrapartida, los bienes importados que llegan del exterior,
embalados y listos para poner a la venta, padecen de una serie de
cargas tributarias y arancelarias extra que terminan encareciendo el
precio final que pagará el consumidor.
"La combinación de ambas medidas otorgó a los productos electrónicos
fabricados, o a fabricarse en Tierra del Fuego, un tratamiento
tributario que les permitió obtener una mayor competitividad",
sintetizaron recientemente desde el Gobierno.
El problema es que algunos artículos tecnológicos que actualmente se
están desarrollando en el sur del país, como los LCD, ubican a la
Argentina en el podio de los países con los precios, en dólares, más
elevados de todo el mundo.
A modo de ejemplo: si se considera un televisor LED Full HD Sony
Bravia modelo KDL 40 EX 725 -que actualmente es ensamblado en la
Argentina, según detalla la página oficial de Sony Style- un
potencial cliente en el país deberá desembolsar unos $7.499. Es
decir, unos u$s1.746, tal como queda de manifiesto en la página de
la compañía.
Sin embargo, apenas cruzando la cordillera hasta llegar a Chile, un
consumidor de ese país, a través de la tienda online de Sony, deberá
pagar por ese "mismo modelo", unos 550.000 pesos chilenos, lo que
equivale a unos u$s1.056.
Esto implica que por este televisor LED de 40 pulgadas de la línea
EX7, un comprador argentino estará abonando un 65% más que su par
trasandino.
Sin embargo, en cadenas reconocidas como Ripley, con numerosas
sucursales en el país vecino, se pueden aprovechar promociones
exclusivas para la venta online, con un precio final equivalente a
u$s920:
En este caso, el consumidor argentino deberá pagar, en dólares, casi
un 90% más que un habitante de Santiago de Chile.
Incluso, el precio de este producto en un comercio porteño, cuesta
más -siempre medido en billetes verdes-, que en Brasil, un mercado
que, de la mano del "súper real", es de los más caros del mundo para
la adquisición de tecnología, tal como diera cuenta iProfesional.com
(ver nota: El "Indice iPad 2" y el por qué la Argentina es el
segundo país más caro del mundo para comprar la tablet de Apple).
En ese país, el mismo modelo se comercializa a 2.999 reales, lo que
equivale a unos u$s130 menos que en el mercado doméstico.
Un punto central es qué esfuerzo deberá hacer un consumidor
argentino para acceder a este televisor LED, en función de sus
ingresos, frente a otros países donde este producto se encuentra más
barato.
En este sentido, cabe destacar que:
• En la Argentina, considerando un salario promedio de u$s1.000, un
potencial comprador de este televisor LED se verá obligado a
destinar 1,7 sueldos.
• En Chile, a pesar de que según los últimos datos oficiales el
ingreso promedio es sustancialmente menor (u$s700), el bajo precio
de este producto determina que deban desembolsar el equivalente a
1,5 sueldos.
• Sin embargo, la brecha se amplía aún más en mercados con precios
bajos e ingresos más elevados medidos en divisa estadounidense. En
algunos países europeos, por ejemplo, donde el ingreso medio es de
u$s2.500, se deberá destinar poco menos de la mitad de un salario
para acceder a este producto.
Nacional no es más barato
La razón de estas enormes diferencias de precios están, en primer
lugar, en que las medidas proteccionistas tendientes a darle
competitividad a Tierra del Fuego encarecen los televisores que
llegan armados desde países asiáticos.
Al respecto, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional,
destacó que estos artículos importados y listos para la venta
"terminan pagando, entre impuestos y aranceles, más del 30% sobre el
valor al que arriban, mientras que los ensamblados localmente tienen
toda una serie de beneficios impositivos".
El problema, según el experto es que "este diferencial luego no
llega al bolsillo de la gente", dado que "la diferencia tributaria a
favor de Tierra del Fuego es para compensar los enormes sobrecostos
logísticos y de mano de obra locales frente a los de Asia".
Según Ochoa, "los valores que se manejan en Tierra del Fuego son
demasiado altos. Se estima que el costo de la mano de obra, por
trabajador, asciende a unos u$s3.200 promedio, simplemente porque el
nivel de vida en la isla es mucho más caro que en Buenos Aires. Allí
todo sale más: los alquileres, la educación, los alimentos...".
A esto se suma, según el experto, "que conseguir empleados no es una
tarea fácil".
En lo que respecta a la logística, hay un punto central y es que,
según explicó Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de
Importadores (CIRA) "se estima que el 90% de los componentes de los
productos electrónicos que se producen en Tierra del Fuego son
importados".
Esto implica que se haya tenido que desarrollar toda una compleja
red logística -costosa, de por sí-, para mantener abastecida a la
isla con piezas y partes de origen asiático y, luego, para proveer a
los comercios de todo el país con el producto ya ensamblado.
El esquema simplificado que debe realizar el transporte es el
siguiente:
• Un contenedor cargado de componentes para producir LCD en el país,
una vez que llega al puerto de Buenos Aires desde China, es cargado
en buques feeders -naves más pequeñas-.
• De allí es enviado al puerto de Tierra del Fuego.
• Una vez arribado a esa provincia, ese contenedor -en algunos
casos, dependiendo de la empresa-, debe realizar un complicado viaje
en camión, de 200 kilómetros, hasta Río Grande, donde se encuentra
emplazada la mayor cantidad de plantas de ensamble.
• Una vez que sale el producto terminado, el contenedor, cargado con
LCD listos para la venta, realiza el trayecto hacia Buenos Aires en
camión. Así, todo el proceso logístico puede demorar más de un mes
en ser completado.
Un punto no menor es que, según cálculos privados, enviar un
contenedor de 40 pies desde China a Buenos Aires cuesta lo mismo o
menos que hacerlo de Tierra del Fuego hasta un depósito porteño.
¿Ensamble o producción?
En un revelador informe de la Unión Industrial Argentina, bautizado
"El rompecabezas productivo argentino" -firmado por Diego Coatz
junto a los economistas Fernando García Díaz y Sergio Woyecheszen-,
se analiza a fondo la complejidad que encierra el "Made in
Argentina" y las muy distintas realidades que atraviesan cada uno de
los sectores.
En el documento se destaca que "las actividades de baja integración
nacional registran niveles de interacción restringidos con el resto
de la malla productiva. Estas poseen encadenamientos poco
desarrollados y multiplicadores de empleo bajos, ya que su
producción requiere pocos insumos de origen nacional.
Según la UIA, este grupo "está compuesto por una gama de sectores
manufactureros con alta proporción de insumos importados", donde
figura, justamente, la industria electrónica.
Para Ochoa, de cara al futuro es difícil esperar que los precios de
los productos que salen de Tierra del Fuego experimenten una notable
baja que termine beneficiando a los consumidores: "En la medida en
que se generan nuevos proyectos y el problema de la mano de obra no
se solucione, los costos van a seguir en aumento y, por lo tanto,
las medidas proteccionistas para hacer viable este polo tecnológico,
deberán seguir vigentes".
Fuente:
http://comex.iprofesional.com