Cómo se moldea el
carácter de los chicos?
La ciencia dice que ellos tienen un
coeficiente intelectual más alto que sus hermanos menores. Hace
algunos años, la revista Science publicó un estudio de los
investigadores noruegos Petter Kristensen y Tor Bjerkedal, de la
Universidad de Oslo, que estableció que entre el primogénito y el
segundo, en promedio, hay una diferencia superior de 2,3 puntos
Sin embargo, y en favor del resto de los
hermanos, ese mayor nivel de inteligencia, según explican los
científicos, se debe a la función filial y fraterna (y no al orden
biológico) que éstos desempeñan dentro de sus familias.
"Existen evidencias de que la relación entre el orden de nacimiento
y el coeficiente intelecutal depende del rango social dentro de la
familia y no del orden de nacimiento en sí", dice el artículo.
Entre algunas de las razones que mencionan otros especialistas
consultados por La Nacion, los hermanos mayores "son los que deben
preservar las tradiciones, representan el modelo de
responsabilidad", dice el doctor Luis Kancyper, autor del libro El
complejo fraterno y miembro de la Asociación Psicológica Argentina
(APA).
"En general, llevan toda la carga que la pareja parental deposita en
un primer hijo. Toda la atención, estimulación y recursos suelen
estar depositados en ellos", explica la psicóloga Miriam Mazover,
directora de Centro Dos.
Al mismo tiempo, el estudio científico, que utilizó registros de más
de 240.000 varones noruegos, observó que los mayores tienen la
posibilidad de ejercer de tutores de sus hermanos más chicos, "lo
cual potencia su capacidad intelectual", dijo Krinstensen.
El debate sobre el orden de nacimiento y la inteligencia, en
realidad, lleva siglos de discusión, pero algunos primogénitos
famosos podrían confirmar la teoría, como Albert Einstein, Isaac
Newton y Sigmund Freud.
Ni primeros ni últimos, y por ese lugar intermedio que ocupan dentro
de la familia cargan con el "síndrome del hijo sándwich".
Sin haber crecido con la presión y exigencias depositadas en el hijo
mayor, un estudio de la especialista Stacy De Broff -directora de la
consultora Mom Central y autora de El libro de la mamá: 4287 tips de
mamás a mamás- explica en un artículo que "la llegada de un tercer
hijo impacta sin duda la estructura familiar y crea la posición del
hijo intermedio".
Según la especialista, los padres suelen ser menos exigentes y
demandantes con los hijos del medio "y, por eso, muchos de ellos
desarrollan actitudes más relajadas frente a la vida en comparación
con sus hermanos mayores", dice De Broff.
Al mismo tiempo, dejan de recibir esa protección y cuidado de la que
gozaban antes de que naciera el tercer hijo, que lo desplaza del
puesto de benjamín de la casa.
Por eso, el hijo "sándwich"suele esforzarse más para ser reconocido
"y debe pelear duro para conseguir la atención de sus padres.
Generalmente, busca con desesperación una manera de sobresalir",
apunta De Broff.
Como en una encrucijada, el intermedio muchas veces no encuentra su
lugar y "busca refugio a su alrededor, fuera de la familia -agrega
Luis Kancyper-. Es un buscador por naturaleza y un individuo
propicio a la creatividad".
Miriam Mazover coincide en que el hijo intermedio llega al mundo con
"menos carga y sin todos los temores y ansiedades que se depositan
en el primer hijo, lo que podría ser una luz para el niño -admite la
experta-. Pero si los padres no reparan en él como un hijo único, ya
que todos deberían poder ser hijos únicos más allá de su orden
filial, corren el riesgo de crecer a la sombra del mayor, con las
consecuencias de sentirse ignorado por sus padres y en rivalidad con
sus hermanos", agrega Mazover.
El benjamín de la casa. El más mimado por sus progenitores y los
alumnos perfectos de sus hermanos mayores. "Los más pequeños de la
casa reciben ese sentimentalismo especial por ser los últimos y
suelen ser mucho más mimados por sus progenitores, razón por la cual
también suelen ser más cariñosos que el resto de los hijos", dice la
especialista Stacy De Broff.
Desde otro punto de vista, Luis Kancyper menciona que la llegada de
un nuevo hijo es una noticia que reciben de forma muy diferente cada
uno de los integrantes de la familia. Para los padres, llega un
nuevo bebe a la casa; "para el primogénito e hijo único hasta ese
momento, en cambio, aparece un intruso que viene a perturbar su
reino". Según el especialista "no se puede reducir todo a la
relación entre padres e hijos, porque el complejo fraterno también
interviene", dice, y a continuación relata una experiencia clínica
de su consultorio.
"Recuerdo el reclamo de un analizante que ocupaba el lugar
«hilvanado» del hermano menor en la constelación familiar: Mi madre
decía: ’Al primero se lo borda, al segundo se lo cose y al tercero
se lo hilvana’. En la observación de niños en la vida cotidiana se
comprueba que el anuncio del nacimiento de un hermano provoca una
súbita y revulsiva herida narcisista, acompañada de encarnizadas
protestas y rivalidades", explica el experto, que suma otra anécdota
para reforzar el concepto. "Una niña de cinco años le advertía a su
hermanita de dos, inmediatamente después de que la madre les había
anunciado la llegada de una nueva hermanita: «Yo voy a ser siempre
la más grande, pero vos ya no vas a ser la más chiquita»."
La psicoanalista Alejandra Marroquín acota: "Los más chicos pueden
estar liberados de las presiones del primogénito, pero ser el eterno
bebe de la casa puede resultar un lugar conflictivo y no siempre
resulta fácil salir y ser tenido en cuenta como un adulto".
Según los expertos, el mito del monarca irascible quedó desterrado.
Ni tan déspotas ni tan caprichosos como el prejuicio popular los ha
catalogado.
En una sociedad con índices de natalidad que decrecen, el modelo
familiar del hijo único está cada vez más globalizado.Al igual que
los primogénitos o los hijos "sándwich", los únicos también son
objeto de estudio. Una de las investigaciones más recientes,
realizada en la Universidad Estatal del estado norteamericano de
Ohio y de la que participaron 13.466 adolescentes, echó por tierra
la creencia de que los hijos únicos son individuos inhibidos y a los
que les cuesta sociabilizarse.
Para evaluar los niveles de aceptación y popularidad de un niño
entre sus pares, los autores del estudio pidieron a los adolescentes
que mencionaran hasta cinco amigos de cada sexo, y luego se
contabilizó el número de "votos" obtenidos en general por cada
participante.
Los resultados demostraron que los votos de los estudiantes más
nominados no se veían influidos por la presencia de hermanos,
independientemente del sexo o del estatus de los hermanos (hermanos
de sangre, hermanastros, medio hermanos o adoptados). "En todas las
combinaciones que evaluamos, los hermanos no tuvieron impacto sobre
qué tan popular era un estudiante entre sus pares", señaló Donna
Bobbit-Zeher, una de las coordinadoras del estudio junto con Downey
Douglas.
Sucede que, entre el preescolar y la adolescencia, según la
investigación, los niños tienen más oportunidades para interactuar
con otros y desarrollar habilidades sociales en la escuela y fuera
de ella, como en clubes y centros deportivos.
"Estas interacciones compensan cualquier diferencia que pudo existir
en sus primeros años", dijo Bobbit-Zeher en una entrevista en
noviembre pasado con La Nacion.
De chico, ser el favorito de mamá puede tener ciertos beneficios:
mayores licencias, mimos o atención. Y la rivalidad entre hermanos
suele ser una de las consecuencias negativas de ese favoritismo.
Pero cuando esos niños se convierten en adultos, el interrogante
acerca de si son los favoritos de su madre tiene repercusiones que
pueden llevarlos a visitar al psicólogo, según un estudio de la
Cornell University, en Ithaca, Nueva York.
La investigación, que analizó 275 relaciones entre madres e hijos
adultos en Boston, Estados Unidos, exploró la asociación entre el
favoritismo de los padres y las señales de depresión.
"Cuando los padres hacen diferencia entre sus hijos se observan
importantes efectos en el bienestar psicológico, incluso si ya son
adultos", dijo Karl Pillemer, profesor de desarrollo humano de
Cornell University.
Entre los resultados del estudio, los investigadores destacaron que
más de dos tercios de las madres entrevistadas mostraron favoritismo
hacia uno de sus hijos adultos cuando se les preguntaron si tenían
una relación emocional más fuerte con alguno de ellos en particular.
Y un abrumador 90 por ciento de los hijos adultos opinó que sus
madres tenían una preferencia a la hora de elegir con quién vivir, o
que cuidara de ellas, en la ancianidad. Pillemer y la coautora del
estudio, Jill Suitor, de la Purdue University, hallaron que, a
menudo, "los favoritos luchan con sentimientos de culpa y se sienten
obligados a cuidar a sus padres en el futuro".
En opinión de la psicoanalista de niños y adolescentes Alejandra
Marroquín, "en los adultos siempre hay una marca de origen y si un
niño fue el favorito de sus padres, cuando salga a la exogamia con
otros se dará cuenta de que no podrá ser el predilecto de todos y,
en el mejor de los casos, eso se convertirá en una oportunidad de
crecimiento".
Un reciente estudio lo confirmó. La relación entre madre e hija
suele ser conflictiva. Según una encuesta realizada por la web
británica Netmums, especializada en relaciones familiares, las
madres son más exigentes con sus hijas que con sus hijos.
Lo de "nene de mamá" o "bebote consentido" no parecería ser un mito
después de todo. Según la encuesta, que entrevistó a 2672 madres, el
55 por ciento aseguró que construyó un vínculo más fuerte y
saludable con sus hijos. Incluso, el 21% admitió que trata con más
severidad a sus hijas.
"En líneas generales, es así. El trato suele ser más indulgente con
el varón. Las madres con ellos son más permisivas, más
condescendientes y más aún si el niño es el menor de los hermanos",
opina la psicóloga Iris Pugliese.
De hecho, más de una de cada cinco de las madres encuestadas (22%)
admitió estar de acuerdo con la afirmación que señala que "las
madres dejan que sus hijos varones se salgan con la suya más veces",
mientras que hacen la vista gorda ante una misma conducta por la
cual retarían a sus hijas.
Divertidos, pícaros, juguetones y cariñosos. Esas son las
características más mencionadas por las madres que participaron del
estudio sobre sus hijos.
"Malhumoradas, difíciles de complacer, serias y argumentativas" son
algunos de los epítetos que recibieron ellas.
La especialista en niños y adolescentes Eva Rotenberg, directora de
Escuela para padres, explica: "El hijo varón se identifica con el
mismo sexo y elige a la madre como modelo de objeto sexual y,
entonces, querrá seducirla. Por su parte, la madre disfruta de que
’su nene’ la haga sentir tan importante. La reina de la casa. Pero
todos son procesos normales, lo que no implica de ninguna manera que
la madre desarrolle vínculos más fuertes con sus hijos según el
sexo"
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