LO QUE JAMAS
DEBES HACER EN UN SUPERMERCADO
Las cosas que jamás se deben hacer
en el supermercado
1. Decile no al pescado
Comprar pescado en el supermercado es como pedir pastas en una
parrilla: un error conceptual. Las secciones de pescadería suelen
mostrar meros, lenguados o corvinas con los ojos hundidos y sin
brillo.
Ningún súper, con tantos artículos y rubros, puede prestarle al
pescado la atención que reclama. Si no querés que todos los peixes
tengan el mismo gusto, mejor andá a una pescadería.
2. Desconfiá de la fruta
Pocas cosas engañan tanto como las frutas del supermercado. Por
ejemplo, las manzanas que se muestran relucientes en la góndola, se
ven opacas y desalmadas en tu heladera.
Ocurre que, como suele pasar un largo tiempo entre su cosecha y su
llegada al súper, las frutas no son cortadas en su punto justo y
llegan o demasiado verdes, o sobre maduradas. Así, los kiwis están
duros como piedras, y las manzanas, pastosas.
3. Ojo con los lácteos
Cuando elijas yogures, postrecitos, cremas, mantecas y quesos
blancos, siempre buscá los envases que están al fondo de la góndola.
Picarones, los supermercados ponen en primera fila los productos con
fecha de vencimiento más cercana. Si querés que los lácteos, te
duren más tiempo, estirá el brazo y hurgá entre los potes de atrás.
4. Ni se te ocurra pasar por la rotisería
Lengua a la vinagreta de anteayer, buñuelos de acelga fritos en
aceite viejo, supremas de pollo de origen desconocido, ravioles
rellenos de vaya uno a saber qué.
Las supermercados se abastecen de los productos que no logran vender
en góndola para cocinar barbaridades y venderlas listas para llevar
en bandejas plásticas. Un ataque a la salud. No comprar.
5. Vinos caros (y arruinados)
Ninguna compra es más impulsiva que la de un vino caro en el súper.
Es principio de mes, tenés algún billete y cuando llegás a la
góndola decís "para qué trabajo si no puedo darme un gusto".
Estirás la mano y agarrás un vino de los caros, de los que están más
arriba. Listo: caíste en la trampa. Como tienen poca rotación, esas
botellas llevan mucho tiempo allí, de pie, cocinándose bajo las
luces dicroicas. Si querés darte un gusto, andá a la vinoteca.
6. El bazar es trucho
Las primeras góndolas que ves cuando entrás al súper buscan tentarte
con todas las cosas que no fuiste a buscar. Que no te engañen: los
precios de la sección bazar son altos y los productos mediocres.
Sino, fijate en los tuppers: nunca cierran bien, dejan olor en las
comidas y se rompen pronto. Para comprarlos, mejor es ir a un bazar
o una casa de plásticos.
7. Nada de pickles
Cada supermercado tiene una góndola de especialidades con venta al
peso. Pero jamás hay que comprar esas aceitunas fermentadas, esos
pickles de cebolla y zanahoria que tienen la acidez tan volátil que
te hacen llorar de sólo verlos.
Siempre mejor comprar los envasados. Al menos después tendrás a
quien reclamarle.
8. ¿Quesos fraccionados? Ni lo pienses
¿Te gusta que el gruyere tenga un sabor picante, que el gouda sea
suave y el brie, sutil? Entonces olvidate de la venta fraccionada
del súper, donde cada corte abierto tiene al menos una semana
oreándose y contaminando con su gusto a todos los que están en
góndola.
Para especialidades, andá a una fiambrería como la gente, donde te
vas a llevar exactamente lo que buscás.
9. Jamás cambies de cola
Un síndrome típico del súper, cuando llegás a la caja, es relojear a
ver cuál de las colas parece ir más rápido. Todo cómputo falla
cuando la viejita que tenés delante debe ir a pesar las verduras
porque se olvidó de hacerlo. Ahí te sulfurás y te vas a la de al
lado, que como era esperable tampoco avanza. Lo dice la ley de
Murphy: lo mejor es no moverse o ir en horarios en los que el súper
esté vacío.
10. Evitá los domingos
Ir a un súper un domingo por la tarde es como volver de Mar del
Plata el 15 de enero. Vas a quedar empantanado en la cola de la
caja, como el resto de los mortales que fueron queriendo aprovechar
un descuento especial, que las tarjetas de crédito te dan cualquier
otro día.
Mejor esperá y andá un martes a última hora: vas a encontrar mejor
surtido y saldrás en la mitad del tiempo.
11. No vayas con la panza vacía
Ir al supermercado con hambre es un muy grave error: te tentás con
cada alimento que ves y terminás comprando como para llenar cuatro
estómagos.
Lo recomiendan dietólogos y nutricionistas: lo mejor es ir ya comido
y llenar el chango pensando en cenas frugales. /planetajoy.com
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