Las experiencias
turísticas que hay que vivir antes de morirse
El diario La Nación elaboró una
completa lista de las principales atracciones turísticas de la
Argentina, en base a las recomendaciones de los viajeros
1. Tocar el
cielo en Iruya
¿Cómo llegar a Humahuaca y no
estirarse esos 70 km extra (53 de ripio) hasta Iruya? El camino de
cornisa hasta uno de los más fotogénicos pueblos salteños, como
colgado de la montaña, llega a ascender hasta 4000 metros sobre el
nivel del mar (Abra del Cóndor, límite entre Jujuy y Salta) para
luego bajar en zigzag hasta los 2780 metros de Iruya, con sus
casitas escalando las laderas de colores y su iglesia de postal. Y
sin embargo, lo que parece el último lugar del mundo es apenas la
puerta de entrada a una Salta profunda, a senderos de piedra y río,
caseríos mínimos, como San Isidro o Pueblo Viejo, y paisaje virgen,
pero virgen en serio.
2. Sacarle la
vincha al toro en Casabindo
Cada 15 de agosto, el pequeño pueblo
de Casabindo, a 120 km de Abra Pampa, Jujuy, está de fiesta. Durante
la celebración de la Asunción de la Santísima Virgen María, patrona
del lugar, además de la liturgia tradicional se realiza un toreo,
único en la Argentina. Pero con una particularidad: el objetivo es
que el torero saque, de entre los cuernos del animal, una cinta roja
con monedas de plata antigua que lleva atada. Sin lastimar ni matar
al animal. Se aceptan participantes del público, aunque con mucho
cuidado.
3. Visitar un
salar de la Puna
Casi como si fuera la superficie de
la Luna, los salares son restos de lagos que se han disecado. En el
país y en la Puna especialmente hay varios que se pueden recorrer,
siempre con anteojos de sol porque el reflejo encandila.
Salinas Grandes, uno de los más
visitados, es un gran llano de 220 km2 de horizonte infinito, entre
Salta y Jujuy. A lo lejos se ven hombres trabajando, pala en mano,
cubiertos con gorros y máscaras. De aquí se obtiene buena parte de
la sal que se consume en las mesas argentinas.
4. Triangular
de los valles calchaquíes
Debe ser uno de los circuitos con
mayor variedad de paisajes en el mundo. En auto es una fiesta. Si
uno parte de la ciudad de Salta, una opción es viajar al sudoeste en
busca de Cafayate, por una ruta asfaltada (la 68) que alcanza
pueblos casi abandonados como Alemanía y delicias naturales como la
Garganta del Diablo, en un recorrido de 183 km que sorprende en cada
curva. Cafayate, rodeada de bodegas, es uno de los sitios ideales
para pasar la noche.
Al día siguiente se puede salir con
destino a Cachi, pequeña ciudad rodeada de picos nevados, con su
famosa iglesia de estilo neogótico. El acceso es por la ruta 40, en
un tramo zigzagueante y desolado de 136 km con mucho ripio y cal.
La última parte hacia Salta presenta
escenarios alucinantes, como el Parque Nacional Los Cardones.
5. Ir en tren a
las nubes
Es el tren turístico más famoso del
país. Asciende a 4200 metros sobre el nivel del mar, recorre 434 km
(ida y vuelta) y atraviesa 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2
rulos y 2 zigzagues. El Tren de las Nubes parte de la ciudad de
Salta e inicia el ascenso hasta La Polvorilla, donde comienza el
regreso.
Con comedor a bordo, traductor y
asistencia médica, el recorrido es de unas 16 horas, se realiza tres
veces por semana y cuesta 120 dólares (o 140 en Semana Santa y
vacaciones de invierno). Las tarifas incluyen desayuno y merienda.
www.trenalasnubes.com.ar
6. Cabalgar en
Tucumán
La provincia más pequeña del país
tiene infinidad de lugares magníficos con acceso únicamente a
caballo. Las propuestas turísticas incluyen desde cabalgatas de un
par de horas en los alrededores de Tafí del Valle hasta experiencias
de dos o tres días para alcanzar, por ejemplo, poblados escondidos
en los cerros, entre ellos, Ancajuli y Chasquivil.
Hay circuitos de alta gama, como los
que llegan a la reserva Las Queñuas o que siguen las sendas de
Atahualpa Yupanqui, desde Raco. Más información en Cabra Horco
Expediciones (
www.cabrahorco.com.ar ); El Puesto, 03867-421257;
jjcritto@hotmail.com. Una
cabalgata puede costar desde $ 90 hasta 480 por día por persona,
combinando noche en casa de familia y hosterías de alta gama.
Incluye recepción en San Miguel, traslados y pensión completa.
7. Vibrar con
los bombos en Santiago
Debutó en 2003 para celebrar los 450
años de Santiago del Estero, y en poco tiempo se convirtió en una de
las más comentadas fiestas populares del país. Iniciativa de un
grupo de bombistos amigos, como el luthier de bombos Froilán
González, la procesión de parches atrajo cada año a más y más
devotos de la chacarera. En su octava edición, el último viernes 16
de julio, dos multitudinarias columnas se encontraron luego de
caminar 10 kilómetros, justamente en el Patio del Indio Froilán,
multiespacio de música y comidas regionales que es algo así como el
último hit turístico santiagueño para visitar todo el año.
www.marchadelosbombos.com
8. Viajar al
pasado en Talampaya
El inmenso desierto rojo de 215.000
hectáreas del Parque Nacional Talampaya, en La Rioja, fue el hábitat
en el triásico (hace 200 millones de años) de imponentes
dinosaurios.
Hoy, los visitantes tienen la
sensación de estar haciendo un viaje en el tiempo entre curiosas
formaciones talladas incansablemente por la erosión del viento,
murallones y cañones.
El horarios de ingreso al parque del
11 del actual al 30 de abril es de 8 a 18. Entrada, $ 10. Se pueden
realizar circuitos en camión, bicicleta y a pie, incluso paseos
nocturnos. Circuitos guiados, desde $ 70. Imperdible también visitar
el Valle de la Luna, en San Juan, a 70 kilómetros.
www.talampaya.gov.ar
9. Descubrir la
Puna catamarqueña
Menos visitada que Salta y Jujuy, la
Puna catamarqueña es un nuevo destino para explorar, con paisajes
sorprendentes. Desde la capital provincial son 500 kilómetros hacia
la Puna. El circuito incluye visitas a Hualfín, la reserva Laguna
Blanca, donde vive una de las colonias de flamencos rosados más
grande del mundo; el pueblo El Peñón y Campos de Piedra Pómez (con
extrañas e intrincadas formaciones de roca rosada, ocre y amarilla
que superan los 50 metros). Se pueden visitar las Dunas Blancas y
seguir viaje a Antofagasta de la Sierra, zona con más de 220
volcanes, y finalizar en la quebrada Seca.
10. Bailar en
un carnaval litoraleño
Hay que conocer los carnavales de
Gualeguaychú, uno de los más importantes del mundo, y el de
Corrientes, capital nacional de esta actividad. Claro que para
bailar en sus comparsas se debe atravesar un proceso de audiciones
exigente, porque ambos encuentros se han profesionalizado. Los
visitantes son, desde las gradas, parte de la fiesta, y el clima
carnavalesco se traslada a cada espacio nocturno de la ciudad.
Para carnavales más pueblerinos y
callejeros, las opciones litoraleñas van de Paso de los Libres,
Empedrado y Paso de la Patria a Gualeguay, Victoria y Concepción,
entre otros.
11. Peregrinar
al santuario del Gauchito Gil
Es uno los santos populares más
venerados del país, aunque no está reconocido por la Iglesia,
patrono de las urgencias, de las gestiones de suma necesidad y de
pedidos especiales de prosperidad.
La leyenda cuenta que en el momento
de su asesinato el gaucho correntino Antonio Gil salvó la vida del
hijo de su victimario y así se volvió milagroso.
Cada 8 de enero, aniversario de su
muerte, el santuario principal, en el cruce de las rutas 123 y 119,
a 8 km de la ciudad de Mercedes, Corrientes, donde está su tumba,
recibe miles de peregrinos. La costumbre indica que hay que
prenderle una vela roja y escribir el pedido en una cinta del mismo
color.
12.
Empantanarse en el Iberá
Lagunas, canales, arroyos, riachos,
bañados, pantanos... los Esteros del Iberá en Corrientes son uno de
los grandes reservorios de agua dulce (1.300.000 hectáreas, unas 65
veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires) y un buen destino para
conectarse con la naturaleza y descubrir la flora y fauna
autóctonas.
En caminatas, cabalgatas y
navegaciones se ven aves de todos los colores, carpinchos, ciervos
y, por supuesto, los temibles yacarés, entre muchos otros.
Los Esteros del Iberá son
inseparables de Colonia Carlos Pellegrini, caserío de menos de 1000
habitantes que se encuentra al pie de la laguna Iberá, con servicios
básicos para los turistas.
13. Salpicarse
con las Cataratas de noche
Aunque se hayan visitado una y mil
veces, las cataratas del Iguazú de noche son diferentes,
misteriosas. Las salidas de luna llena llevan a ver la Garganta del
Diablo, el salto más impactante, con el parque en penumbras y el
murmullo constante de los animales de la selva. Después de caminar
por las pasarelas poco más de un kilómetro prácticamente a oscuras
se llega al mirador. Sólo la luna, como un reflector, ilumina
nítidamente la caída del agua, que toma tonalidades plateadas. El
paseo nocturno se realiza sólo cinco días al mes y si está
despejado. Cuesta 120 pesos por persona.
www.iguazuargentina.com
14. Cruzar en
canoa el bañado La Estrella
Aislado del turismo masivo y
culturalmente único, con un extraño bosque de champales y una fauna
encabezada por jabirús y yacarés, el bañado La Estrella, en Formosa,
ofrece una de las experiencias más deslumbrantes del país.
En verano es agobiante, con insectos
de todo tipo y caminos intransitables. Pero entre mayo y septiembre
se pueden realizar paseos en canoa o lancha por el humedal -es el
tercero en tamaño del continente-, disfrutar de las formas extrañas
de sus árboles y compartir actividades con wichis, tobas y pilagás.
El bañado está a 45 km de Las Lomitas, pueblo cabecera para recorrer
la zona, a unos 300 km de la capital provincial.
15. Atravesar
las Altas Cumbres
Entre Villa Carlos Paz y Mina
Clavero, el Camino de las Altas Cumbres -que atraviesa las Sierras
Grandes- hay que recorrerlo a marcha lenta. No sólo por las curvas y
contracurvas de la ruta de montaña, sino por las vistas panorámicas
imperdibles.
Son 120 kilómetros por un camino
asfaltado y en buen estado, que conecta los valles cordobeses de
Punilla y Traslasierra, y que llega a los 2200 metros. En el
trayecto, el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Pampa de
Achala, para observar aves, pequeños pueblos para descansar, probar
productos regionales y comprar artesanías.
16. Volar en
parapente en Cuchi Corral
El mirador de Cuchi Corral, parecido
a un balcón de 400 metros sobre el río Pintos, muy cerca de La
Cumbre, en el valle cordobés de Punilla, algo así como la meca de
los que buscan volar. Es una rampa natural para lanzarse al vacío en
parapente (también ala delta), con una vista panorámica imperdible y
un microclima especial, con gran desarrollo de térmicas y un
predominio del viento del norte.
Un sitio tan famoso que hasta se
realiza todos los años el Campeonato Argentino de Vuelo Libre. Los
vuelos duran entre 20 y 30 minutos, y se ofrecen bautismos que
cuestan 300 pesos.
17. Pasar un
fin de semana en Rosario
Siempre estuvo cerca (como se ha
dicho hasta el cansancio), pero quizá nunca tuvo tanta acción. A 309
km por autopista desde Buenos Aires, la ciudad a orillas del Paraná
vive un boom inmobiliario y turístico que la reposiciona como
destino de fin de semana, sin competencia en cantidad, variedad y
calidad de opciones. Un par de días son ideales para descubrir
flamantes hoteles y restaurantes con onda por el centro, además de
los bares clásicos, la renovada costanera y hasta shoppings, y un
casino-centro de convenciones y espectáculos. Quien no haya estado
por Rosario últimamente se llevará una sorpresa.
18. Almorzar en
Los Talas del Entrerriano
A esta altura una leyenda del
conurbano, Los Talas del Entrerriano es para muchos la mejor
parrilla bonaerense. Así de simple. El fenómeno, un negocio
familiar, comenzó a mediados de los años 80 con un puesto de
choripanes y fue creciendo hasta el actual megagalpón que los fines
de semana funciona a pleno, con demoras de más de una hora. Obreros,
paquetes vecinos de zona norte y comensales extranjeros peregrinan
hasta allí por la calidad de su carne, pero particularmente por su
famoso lechón. Queda en Av. Brig. Juan Manuel de Rosas 1391, José
León Suárez (4729-8527). Abre todos los mediodías y viernes, sábado
y vísperas de feriado, por la noche.
19. Saltar en
un superclásico
Es cierto que un partido entre Villa
Dálmine y Defensores Unidos tiene su atractivo, como casi todos los
clásicos del fútbol argentino, pero cada encuentro entre Boca y
River genera tanta expectativa que se vuelve un espectáculo
imperdible, para propios y extraños. El superclásico es colorido y
emocionante más allá del resultado, al menos para los visitantes
imparciales.
Puede ser en la Bombonera, destino
ineludible para los visitantes de Buenos Aires, o el Monumental, el
coloso que cuenta ahora con museo. Las populares cuestan 40 pesos,
las plateas se venden por 300 pesos a 400 dólares, en agencias o
propuestas oficiales de los clubes (Game Experience, en el caso de
Boca). La experiencia es completa, claro, con un tradicional
sándwich de chorizo.
20. Celebrar la
tradición en Areco
A sólo 113 km de Buenos Aires, Areco
es la capital del tradicionalismo criollo. Escenario de la clásica
novela gauchesca Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, este
orgulloso pueblo celebra cada año el 10 de noviembre (Día de la
Tradición) la Fiesta de la Tradición, con domas, jineteadas,
exposiciones, bailes y el tradicional desfile a caballo. Sin
patrocinadores, la mayor concentración de gauchos bien empilchados
que se pueda ver en la pampa húmeda.
www.sanantoniodeareco.com
21. Jugar al
estanciero bonaerense
Para quedarse un fin de semana o
simplemente para pasar un día de campo, en la provincia de Buenos
Aires, cerca de 250 estancias abren las tranqueras a los turistas.
Las propuestas incluyen asado al asador, pastas caseras, piscina,
juegos campestres, cabalgatas y, en algunos casos, participar de las
tareas agropecuarias. Cascos históricos, tradiciones gauchescas y
atención personalizada. El turismo rural se expandió en los años 90
como una alternativa a la crisis del campo y se convirtió en un
clásico de la provincia.
22. Oír el
bramido del ciervo en La Pampa
En el Parque Luro, a 35 km de la
capital pampeana, entre marzo y abril tiene lugar la temporada de
brama de los ciervos colorados, momento en el que dejan la
profundidad del monte de caldén para aparearse. La brama es un grito
fuerte, medio desesperado y áspero a través del cual los ciervos
marcan territorio y mantienen unido al harén con el que se aparean.
Con guías del parque y en silencio,
se realizan salidas que duran dos horas, a sitios estratégicos para
observar y escuchar ciervos.
23. Comer en el
puerto de Mar del Plata
Hace tiempo que sus alfajores más
tradicionales se consiguen hasta en San Pablo, y casinos hay de
sobra en todo el país, de manera que algunos íconos marplatenses
quedaron algo relegados. Pero el puerto se mantiene firme en toda
visita a la mayor ciudad playera del país, porque es uno de los
mejores lugares para deleitarse con frutos de mar. La contemplación
de coloridos barcos pesqueros y la interacción con lobos de mar que
se suben hasta a los muelles se completa siempre con una parada
gastronómica, en alguno de los restaurantes propios del puerto o, a
veces mejor, de los alrededores.
24. Dormir en
un observatorio sanjuanino
Mirar por un telescopio del Complejo
Astronómico El Leoncito es una buena forma de aprovechar uno de los
cielos más claros. Si bien alcanza con elevar la mirada en cualquier
momento de la noche para disfrutar de una increíble imagen en negro
y blanco, los detalles se aprecian con el telescopio y la
información especializada.
El observatorio está en el Parque
Nacional El Leoncito, en el sudoeste de San Juan. Para que la visita
resulte inolvidable, lo mejor es quedarse a dormir en el complejo,
donde ofrecen habitaciones sencillas y tan blancas como en una base
espacial. La comida es casera y se comparte con los científicos.
Cuesta 200 pesos por persona en habitación doble. Reservas:
kdominguez@casleo.gov.ar
y (0264) 4213653.
www.casleo.gov.ar
25. Cruzar los
Andes a caballo
La gran epopeya de San Martín de
atravesar la Cordillera a caballo para liberar a Chile es una ruta
cada vez más codiciada por los aventureros extremos. Los programas
son de entre 8 y 9 días en la montaña, a caballo, durmiendo en carpa
y en alturas que llegan a los 4500 metros.
Apenas un puñado de operadores
realiza esta travesía con salidas entre diciembre y febrero. Tarifa
de los servicios terrestres, sin incluir el viaje a Mendoza, 1800
dólares.
26. Subir el
Aconcagua
Si bien llegar a los 6962 metros, la
cumbre del Aconcagua, el cerro más alto de América, está lejos de
ser una actividad para todos, existen opciones turísticas y más
accesibles: los trekkings a los campamentos base por el sector
inferior de la montaña.
El trekking a Plaza Francia, de tres
días, permite a los visitantes contemplar el Aconcagua de la forma
más impresionante: se ven de cerca 3000 metros de pared de hielo y
roca.
El otro camino, hacia Plaza de Mulas,
que se combina con el de Plaza Francia y dura siete días, coincide
con la ruta habitual de los que ascienden hacia la cumbre. En este
caso se camina por una quebrada larga. La temporada de ascenso va
del 15 de noviembre al 15 de marzo. Los permisos se tramitan en el
Centro de Visitantes del Parque General San Martín.
www.aconcagua.mendoza.gov.ar
27. Agarrarse
fuerte en el Río Mendoza
Remar de manera sincronizada,
esquivando piedras y saltando los rápidos del río a toda
velocidad... Las salidas de rafting son garantía de diversión. Hay
varios ríos en el país para practicarlo, por ejemplo el Mendoza, en
el norte de la provincia, en dos sectores, desde Uspallata hasta
Potrerillos, y en Cacheuta.
Las categorías de los rápidos varían
entre I (fácil) y IV (difícil), según la época del año. En verano,
por el aumento del caudal de agua, es la temporada más vertiginosa.
Las salidas más cortas cuestan entre 100 y 120 pesos con traslado
desde la ciudad de Mendoza.
28. Entrar en
la Caverna de las Brujas
Como en un viaje al centro de la
tierra, la Caverna de las Brujas, a 75 km de Malargüe, en el sur de
Mendoza, se recorre entre estalactitas, estalagmitas, pasadizos,
silencio y oscuridad.
La caverna se formó a partir del
constante aporte de agua de filtración, que penetró por fisuras en
las rocas, entre 70.000 y 30.000 años atrás. El recorrido, que dura
aproximadamente dos horas y se hace con guías, requiere de buen
estado físico para pasar por lugares pequeños y trepar rocas. Es
necesario solicitar turno en la Dirección de Turismo. Tarifa: 30
pesos.
www.malargue.com
29. Despertar
entre viñedos mendocinos
Con el gran auge del enoturismo de
los últimos diez años, las bodegas no sólo abrieron sus puertas para
visitas guiadas y degustaciones, sino que en muchos casos
incorporaron también hotelería. Gran acierto: dormir y despertar
entre viñedos, en pequeñas posadas boutique, es la consagración de
la experiencia vitivinícola. Los caminos del vino en Mendoza no
serían lo mismo sin bodegas o wine lodges donde alojarse, como Club
Tapiz (Maipú), Cavas (Agrelo), Posada Baquero (Coquimbito), Terrazas
de los Andes (Perdriel) y Vistalba (Luján de Cuyo). Las tarifas,
entre 400 y 1200 pesos.
30. Bajar
Marte, en Las Leñas
Marte es la pista de esquí más famosa
del país, temida y respetada hasta por los más experimentados
deportistas. Estrecha, ventosa y empinadísima, son 24 km de
adrenalina a través de un cañón flanqueado por paredes de hielo y
rocas filosas, una invitación a las sensaciones más extremas. Todo
esquiador que se precie quiere dejar su huella aquí.
31. Perderse en
el Parque Nacional Sierra de las Quijadas
El Parque Nacional Sierra de las
Quijadas, 120 km al noroeste de San Luis capital, y desde hace poco
a cargo de la comunidad huarpe, también es conocido como el Gran
Cañón del Colorado en miniatura.
En sus 150 mil hectáreas habitaron
hace millones de años varias especies de dinosaurios y pterosaurios
(reptiles voladores). Este santuario natural hoy se destaca por sus
fósiles milenarios, acantilados de 250 metros de altura, galerías
sin salida, paredes abruptas y caprichosas formaciones de piedra.
Los amantes del trekking pueden optar entre tres tipos de circuitos
para dejarse perder en esta desolación de abismos, precipicios y
atardeceres de rojo furioso.
32. Bucear con
lobos marinos en Península Valdés
Es difícil imaginar que un animal con
tan pocos trucos escénicos fuera del agua pueda ser tan simpático
cuando se encuentra con un buceador. Península Valdés es centro del
buceo en el país, con una fauna marina impresionante. La ballena
franca es la gran protagonista, pero a veces también reticente a las
visitas con máscara de snorkel. El tema con los lobos es distinto,
ya que se acercan casi siempre cuando andan por la zona. Primero,
con cautela; luego ganan confianza y se ponen cara a cara e incluso
pueden terminar como compañeros de recorrido. En Puerto Madryn y
Puerto Pirámides hay muchísimas agencias con bautismos submarinos
(desde $ 180).
33. Manejar por
la ruta de los Siete Lagos
Los 110 kilómetros que separan Villa
La Angostura de San Martín de los Andes, por la ruta nacional 234,
hay que recorrerlos despacio y con los ojos bien abiertos. La famosa
ruta de los Siete Lagos serpentea entre caminos sinuosos, bosque y
los esperables... siete lagos: Correntoso, Espejo, Pichi Traful,
Villarino, Falkner, Hermoso y Machónico. El circuito se puede hacer
en excursión, auto, moto e incluso en bicicleta, con sectores
asfaltados y otros de ripio. Evitar el invierno, porque puede estar
nevado. Una buena alternativa es hacer el camino de regreso por el
Paso del Córdoba.
34. Sacar una
trucha en el Chimehuín
Los fanáticos de la pesca con mosca
seguramente lo conocen a la perfección. El río Chimehuín, que nace
en el lago Huechulafquen y pasa por Junín de los Andes, en Neuquén,
es famoso por la calidad de las truchas que se obtienen, algo así
como el lugar para el fly casting.
Aunque se pesca en sus 50 kilómetros
de largo, el mejor sitio es la boca, 500 metros a ambas márgenes del
lago Huechulafquen. Las capturas habituales son de piezas de entre 2
y 4 kilos, aunque se sacaron truchas de hasta 11. Por supuesto, la
modalidad es pesca con devolución, por lo que las truchas deben
volver vivitas y coleando al agua. La temporada de pesca empieza
cada año el 1° de noviembre y finaliza el 1° de mayo.
35. Refugiarse
en Bariloche
Llegar hasta un refugio de montaña en
los alrededores de Bariloche y pasar allí la noche es una perfecta
combinación de emociones. Primero, la aventura de caminar en ascenso
de 4 a 7 horas, según los senderos y el estado físico. Para los
montañistas es simple; para los que no lo son, la dificultad máxima
es la cantidad de horas de recorrido y algunas pendientes con
piedras.
Estos refugios integran el Club
Andino Bariloche (CAB), y los más buscados son Frey, Yacob y Laguna
Negra. Llegar hasta ellos es encontrarse con lagunas en altura y
picos al alcance de la mano. También, compartir la tarde junto al
fuego, comer algo caliente mientras el viento sopla afuera, y dormir
en camas, bolsas o cuchetas. Pasar la noche cuesta unos 35 pesos en
espacios para compartir; la comida por persona, de 35 a 50, y el uso
de la cocina, 10 o 15. El ascenso es gratis; hay que informar antes
de la partida; ver más en
www.clubandino.org
36. Tomar el té
en el Llao Llao
A la hora de la merienda, el
tradicional hotel de Bariloche, construido en 1938 por Alejandro
Bustillo, sirve una mesa famosa y exquisita. Desde el jardín de
invierno, con impresionantes panorámicas de la cancha de golf y del
lago Nahuel Huapi, el clásico Té Llao Llao incluye jugos, infusiones
y una selección de la mesa buffet de tortas. Se sirve de 16 a 19.
Tarifa: $ 104 por persona. Reservas, (02944)-448530 o por mail a
reservasrestaurant@llaollao.com.ar
37. Caminar por
el Chaltén
Este pueblo santacruceño, a 220
kilómetros de El Calafate, en Santa Cruz, es la Capital Nacional del
Trekking. Desde el centro se abren senderos en todas las direcciones
para perderse entre glaciares, ríos, lagos, y bosques de lengas y
ñires. Algunos fáciles, para recorrer en un día, y otros más
exigentes por el hielo, y se necesitan varias jornadas, pero todos
con paisajes impresionantes.
Los circuitos de trekking más
conocidos son Laguna Torre (por el valle del río Fitz Roy),
Campamento Poincenot (el camino remonta el río El Chorrillo), Laguna
de los Tres (al pie del Fitz Roy) y Piedra del Fraile (se camina por
el valle del río Eléctrico hasta el campamento). Mejor época, entre
octubre y marzo.
www.elchalten.com
38. Pisar el
glaciar Perito Moreno
Aunque se lo vea desde las pasarelas
o en barco, la sensación de caminar sobre el lomo del glaciar Perito
Moreno, en el Parque Nacional Los Glaciares, a 80 km de El Calafate,
es incomparable.
La caminata sobre el hielo se realiza
con grampones, como una suela con varias puntas de hierro en la base
que se pone debajo de las zapatillas. Se camina tras los guías,
todos en hilera por hielo seguro.
Durante el recorrido, de casi dos
horas, se ven grietas, seracs, sumideros y pequeñas lagunas. Para
finalizar, un brindis con hielo milenario. Tarifa: 500 pesos por
persona, con traslado incluido. Se realiza entre agosto y fines de
mayo.
www.hieloyaventura.com
39. Navegar por
el Beagle
Si llegar al fin del mundo significa
todo un mérito, navegar por sus canales no es un logro menor. Desde
Ushuaia, hay diversas opciones para embarcarse y explorar el Beagle:
paseos diarios como los que ofrecen Rumbo Sur y Tokeyén. Las salidas
del pequeño barco Tres Marías. También, veleros particulares que
proponen la excursión. Y la compañía Australis, que este año estrena
el Stella y realiza expediciones de varios días por los canales
fueguinos, con un imperdible descenso en el mítico Cabo de Hornos y
charlas sobre los viajes de Charles Darwin para ponerse en clima.
www.australis.com
40. Conocer las
Islas Malvinas
Uno de los viajes más particulares y
lleno de sensaciones que pueda encarar un argentino. Desde las
calles del pueblo hasta algún campo de batalla de la guerra de 1982,
o incluso alguna estancia perdida en los confines de la isla
Soledad, el archipiélago es un mundo aparte, donde se superponen
paisajes únicos con amargos recuerdos, una cultura con cierto grado
de exotismo y una naturaleza que parece imponerse a todo. Desde
Punta Arenas, Chile, LAN opera un vuelo todos los sábados (tarifa
desde Santiago, 972 dólares, más impuestos). Pero la mayoría de los
turistas llega allí por alguna de las líneas de cruceros, que luego
siguen rumbo a la Antártida y Valparaíso. Por ejemplo, Princess
tiene un itinerario de diez días entre la Patagonia argentina y los
fiordos chilenos, con escala en Malvinas, por 1779 dólares por
persona, incluyendo aéreo hacia el puerto de salida o llegada, según
el caso, más todas las comidas e impuestos. No incluye propinas ni
excursiones, como la visita al cementerio argentino de Malvinas, de
unas tres horas y media. Salidas: 26 de enero, 13 de febrero y 23 de
febrero.
Este listado fue confeccionado
por la redacción de Turismo con aportes de profesionales del sector
consultados y de la comunidad de LANACION.COM
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