INTERNET INFLUYE
CADA VEZ MAS EN LA POLITICA
Los tunecinos llenaron las calles con la
ayuda de Twitter. Las protestas en Egipto fueron coordinadas en
páginas de Facebook como la del activista Wael Ghonim. Los
disidentes libios pasaron la voz acerca de su Día de Furia la semana
pasada de la misma forma
Y aún así, hoy que el Medio Oriente
parece estar inspirado en organizar revueltas en línea en contra de
la autocracia, desdeñar el papel de las redes sociales en las
revoluciones de 2011 se ha convertido en moda para los
especialistas.
"La gente protestó y tiró gobiernos antes de que Facebook se
inventara", opinó Malcolm Gladwell, del New Yorker. Un par de
semanas antes, Gideon Rachman, del Financial Times, nos recordó que
"los franceses pudieron tomar por asalto la Bastilla sin la ayuda de
Twitter, y los bolcheviques tomaron el Palacio de Invierno sin
detenerse a publicar fotografías de ellos en Facebook".
Es verdad, pero últimamente irrelevante. Esos levantamientos también
tuvieron un fuerte apoyo de la tecnología que entonces les era
contemporánea. La revolución bolchevique difícilmente hubiera
sucedido sin los telégrafos y los trenes que desaparecieron a Lenin
de la estación finlandesa en el momento adecuado.
¿Y qué hubiera sido de la Revolución Francesa sin el dispositivo de
alta tecnología, salido directamente del taller del Dr. Joseph
Guillotin?
Sí, por supuesto: la tecnología por sí misma no crea revoluciones.
La voluntad de las personas es el ingrediente más vital. Para
fomentar una revuelta, primero hay que dejar que el resentimiento
hierva a fuego lento durante varias décadas. Pero eso no significa
que las redes sociales en internet no puedan proveer a los
vacilantes revolucionarios de un auxilio y consuelo vitales.
La noche que Mubarak renunció, los jóvenes entrevistados en la Plaza
Tahir tecleaban en sus smartphones mientras esperaban a que el
reportero finalizara su introducción. Adivinen qué sitio estaban
revisando...
Considera lo que Facebook es: es internet refinado y enfocado en ti
y en tus conocidos. Ninguna de sus funciones es particularmente
nueva. Todas han sido probadas y comprobadas antes por otros sitios.
Hemos estado intercambiando mensajes instantáneos, blogueando
detalles y quejas diarias, y coordinando proyectos y reuniones en
línea desde que los niños de la Plaza Tahir iban en brazos.
Sólo que nunca lo habíamos hecho todo en el mismo lugar, al frente
de tantos de nuestros amigos, y durante horas. Nunca habíamos creado
un club que tiene más de 500,000 personas y que crece más rápido que
nunca, donde cabe literalmente cualquier punto de vista. Y
ciertamente no habíamos llevado nunca ese club en nuestros bolsillos
alrededor del mundo.
Considera qué más hace Facebook: La democracia en acción, o al menos
lo más cercano que hemos visto a ella en nuestras vidas diarias. Una
cacofonía de puntos de vista explota a partir de las declaraciones
más breves. ¿Podrías imaginar cuántos comentarios recibirías en un
tu muro de Facebook en los próximos 10 minutos si publicaras Yo <3
Ghadaffi (Yo amo a Gadhafi).
Ahora imagina que eres un dictador tratando de infiltrar los
territorios de la libre expresión. No podrás. ¿Quién quiere ser
amigo de un policía secreta de Libia? Vigilar quién dijo qué a quién
en esta cacofonía podría tomarte toda la vida. Podrías, por
supuesto, cerrar completamente el internet. Mubarak trató de
hacerlo, y rápidamente se hizo obvio que también cortó la sangre
vital del país: el comercio y el turismo.
O podrías hacer lo que China ha hecho durante los pasados dos años:
bloquear el acceso a Twitter y Facebook específicamente. En ese
caso, atraerías la atención a su poder y provocarías un alza de
copias de esos sitios hechas en casa (como Renren.com o Kaixin001,
en el caso de China).
Gladwell tiene razón en argumentar que sólo los lazos sociales
fuertes crean revoluciones. Pero se equivoca al decir que Twitter y
Facebook constituyen lazos sociales débiles.
Aquéllos de nosotros que hemos pasado incontables horas en las redes
sociales sabemos lo que hay allá adentro. No es una especie de
insípida escena de un bar virtual. Esta bien, existe un elemento de
eso: la sensación de una fiesta perpetua es lo que atrae a muchos en
primer lugar. Pero lo que nos mantiene ahí es el hecho de que las
barreras entre los amigos —falta de tiempo, demasiada distancia,
años de silencio— son aniquiladas.
Publica un breve comentario tonto en la actualización de estatus de
un viejo amigo olvidado, y lo próximo que verás es que están
intercambiando puntos de vista como si fueran ex compañeros de
departamento. Abre un grupo de Facebook acerca del proyecto que te
apasiona, y te darás cuenta de que nunca estuviste solo al querer
convertir tu sueño en realidad.
Es imposible vivir en ese tipo de ambiente —y que quede claro,
estamos comenzando a vivir ahí— sin darte cuenta de en qué medida
falla el mundo real. Mientras Facebook continúa creciendo —la
tendencia sugiere que llegará a los 3,000 millones de usuarios, o
aproximadamente la mitad del planeta, en 2017—, más y más culturas
monolíticas serán impactadas.
Es verdad, no todas ellas son dictaduras del tipo de Medio Oriente.
Pero pueden encenderse chispas en todo tipo de modos. Por ejemplo,
el segmento de usuarios de Facebook de mayor crecimiento es el de
las mujeres de más de 55 años. Piensa en lo que una red de abuelas
inteligentes y con la conciencia despierta pueden hacer por las
regiones más pobres del planeta.
Así que tal vez exista una moda de no llamar a los eventos en Egipto
y similares una revolución por Facebook. La verdadera revolución por
Facebook es global, y apenas se está poniendo en marcha. /CNN
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