QUE OCURRE CUANDO
BEBEMOS O NOS INYECTAMOS AGUA DE MAR?
En fechas recientes hemos visto como
en diferentes medios de comunicación se habla de las bondades para
la salud de beber agua de mar. El que elucubró este despropósito fue
un tal René Quinton, hace más de 100 años, que propuso que beber o
inyectarse agua de mar servía de fuente de salud y remedio para
cualquier tipo de enfermedad. Con este fin ideó una solución a
partir de agua de mar esterilizada a la que denominó el "plasma de
Quinton". Los más acérrimos seguidores del médico francés aseguran
que fue capaz de cambiar toda la sangre de un perro por agua de mar
y que sobrevivió
Hoy sus discípulos más aventajados
como el colombiano Laureano Domínguez van más allá
y proponen que puede ser una cura para el hambre en el mundo. Según
ellos la percepción que tenemos de que beber agua de mar es malo se
debe a los sospechosos habituales (conspiración de las
farmacéuticas, envidia, etc…). Esta pseudoterapia
se ha promocionado en congresos científicos del "prestigio" del
congreso de ciencia y espíritu, auténtico aquelarre donde converge
la pseudociencia más delirante. Como todas las
pseudociencias insiste en que lleva siendo efectiva cien años,
olvidando que la esperanza de vida se ha ido incrementando a medida
que avanzaba la "pérfida" medicina basada en la evidencia y no las
terapias milenarias (acupuntura) o centenarias (homeopatia, o esta
misma).
¿Qué pasa cuando bebemos o
nos inyectamos agua de mar? Dentro de nuestras células la
concentración de sales debe estar absolutamente controlada, puesto
que todas las reacciones enzimáticas que tienen lugar necesitan una
concentración de sal determinada para llevarse a cabo. No solo eso,
algunos procesos vitales como el impulso nervioso se producen por el
flujo de iones a través de la membrana de las neuronas. Este medio
salino interno se consigue principalmente regulando la concentración
de sodio, que es el ion mayoritario, y de potasio.
Para entender como se consigue esta
regulación tan fina tenemos que considerar que las membranas
celulares son semipermeables. Algunos compuestos pueden difundir
casi libremente, como el agua mientras que otros, como el sodio y el
potasio lo hacen de forma controlada a través de proteínas que hacen
de canales o de transportadores. Un fallo en la regulación
de los iones puede provocar molestias (calambres por falta
de potasio), problemas serios (hipo o hipertensión
arterial) o muy serios (fibrosis quística,
provocada por una mutación en un canal que transporta cloro). La
concentración de sal en el interior de cualquier célula es de
aproximadamente el 0,9%, mientras que la media del agua de mar es
del 3,5%.
Igual que cuando pones dos vasos
comunicantes la presión atmosférica hace que alcancen la misma
altura, cuando pones dos soluciones salinas de diferente
concentración separadas por una membrana semipermeable la
concentración tenderá a igualarse. Puesto que la sal tiene impedida
la entrada, lo que sucederá es que el agua salada arrastrará
el agua del interior de las células, provocando una deshidratación;
por tanto, más sed. Si la situación se alarga, un aumento de la
concentración salina en el interior de la célula puede
resultar fatal. Por lo tanto el agua de mar, siempre por
fuera, y para beber lo mejor una caña en el chiringuito
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