El hipo es "una contracción
espasmódica del diafragma y de los músculos
intercostales, intermitente e involuntaria"
Eso es lo que explica Manuel Valenzuela, presidente de la
Fundación Española del Aparato Digestivo.
Debido al espasmo que experimenta el diafragma, "las cuerdas
vocales se cierran bruscamente y se produce el típico sonido del
hipo", apunta Alberto López Rocha, vocal del Colegio de Médicos
de Madrid.
En la mayor parte de los casos, se desconoce su causa, aunque en
algunas ocasiones el hipo puede ser un síntoma de otras
enfermedades.
El doctor Valenzuela afirma que algunas alteraciones del sistema
nervioso central como la meningitis, la encefalitis, las
malformaciones vasculares y los tumores cerebrales podrían estar
detrás del hipo. Laringitis, faringitis, infecciones de oído,
cuerpos extraños en el conducto auditivo y tumores mediastínicos
pueden ser otras causas.
"Las enfermedades gastrointestinales tales como la gastritis, el
reflujo gastroesofágico, la úlcera de estómago, la pancreatitis,
la inflamación de la vesícula, los tumores abdominales y las
comidas copiosas" también pueden originar episodios de hipo,
añade el presidente de la Fundación Española del Aparato
Digestivo.
Asimismo, el hipo puede deberse a enfermedades torácicas como la
neumonía, la pleuritis, los tumores del pulmón y los
traumatismos torácicos. Las patologías de índole cardiaca como
la pericarditis y el infarto de miocardio también lo pueden
producir, sostiene el especialista.
Patologías tóxico-metabólicas como la uremia, la hiponatremia o
el alcoholismo, trastornos psiquiátricos como la ansiedad y el
estrés, procesos postoperatorios y el consumo de algunos
fármacos pueden dar lugar a episodios de hipo, según indica el
doctor Valenzuela.
Además, algunos hábitos pueden propiciar la aparición de ataques
de hipo. Tomar alimentos muy calientes, muy condimentados o
picantes, así como consumir un exceso de bebidas carbogaseosas
podría originar hipo en personas sensibles, según comenta el
doctor López Rocha.
La posición que se adopta al comer también puede contribuir a
desarrollar un episodio de hipo. "Estar encorvado comiendo hace
que el diafragma no se expanda con la suficiente naturalidad, lo
que puede desencadenar pequeños espasmos", advierte el médico.
"Cuando uno come, la columna debe estar lo más erguida posible.
Es necesario ponerse recto para realizar una buena masticación,
propiciar que el bolo alimenticio baje directamente al estómago
y continúe la digestión", recomienda.
Minutos, días y semanas
Esta patología "suele durar unos minutos y tal como llega,
desaparece", indica el doctor López Rocha.
Pero también puede prolongarse por mucho más tiempo. De hecho,
el hipo se clasifica en varios tipos dependiendo de su duración.
"Un acceso de hipo es un episodio que dura hasta cuarenta y ocho
horas", señala el doctor Valenzuela. El hipo persistente, por su
parte, es aquel que se alarga por un tiempo comprendido entre
dos días y un mes, mientras que si dura más de un mes se le
denomina "hipo intratable", añade el especialista.
El doctor López Rocha recomienda acudir al médico de cabecera
cuando el hipo dura más de cuatro días. En este caso, el
facultativo estudiará la frecuencia de los episodios de hipo y
su duración.
Cuando una persona acude a la consulta aquejado de hipo
persistente, el médico primero prueba con los tratamientos
tradicionales tales como un susto, hace que el paciente beba
agua de manera continua o le pide que respire profundamente y
aguante el aire
El doctor Valenzuela recomienda, además, otras maniobras para
parar el hipo. Estas prácticas consisten en "aguantar la
respiración y hacer fuerza con el abdomen, beber sorbitos de
agua fría, hacer gárgaras, tragar una cucharadita de azúcar,
ejercer presión en los globos oculares y presionar las rodillas
contra el tórax".
Si a pesar de haber aplicado este tipo de remedios el hipo
continúa, el médico instaurará un tratamiento farmacológico. "Se
utilizan fármacos que puedan relajar la musculatura del
diafragma, incluso se llegan a emplear anticonvulsivos", afirma
el doctor López Rocha.
No obstante, el facultativo reconoce que estos medicamentos a
veces funcionan pero en otras ocasiones no lo hacen. EFE
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