El abrupto
encarecimiento de la yerba es el detonante. Sin embargo,
la mayoría de los productos de primera necesidad
registró un alza que no se veía desde 2010. Hay dudas
sobre la capacidad del Gobierno para mantener precios
bajo control. Inconsistencias de fondo y "efecto
Moreno", según expertos
El salto fue tan abrupto, tan agudo y tan acelerado
que hasta los críticos más acérrimos del Gobierno se sorprendieron:
los precios de la canasta básica están
subiendo a una tasa anual de más del 36%, según un
pormenorizado relevamiento de la consultora especializada
inflaciónverdadera.com, firma que goza de gran prestigio y es
referente de los analistas.
La cifra causa mayor impacto aun si se considera que
hace pocas semanas esa tasa se ubicaba en "apenas" 25
puntos.
Y la sorpresa se agranda cuando se constata que es
la más elevada para los productos básicos de la
economía familiar de estos últimos cuatro años.
El dato prende varias luces amarillas.
Sucede que, tras varios meses en los cuales los alimentos y
artículos de la canasta básica se creían "domados" -y evolucionaban
a tono con el promedio de la inflación- ahora parece haberse
producido un quiebre.
Es decir, no sólo el índice inflacionario
se vuelve a agudizar, sino que lo hace
donde más duele: en los rubros de primera necesidad.
Si bien es cierto que en esta época del 2012 pueden
darse incrementos estacionales, también es verdad que en años
anteriores se observaban saltos mucho más pequeños.
De hecho, hay que remontarse a los inicios de 2010
para encontrar un alza tan abrupta. Aun así, en aquel momento estaba
"justificada" por el hecho de que el país se recuperaba
de un escenario recesivo (no es, por cierto, la situación actual)
"La verdad es que el dato sorprende a más de
uno. En lo particular, esperaba una inflación inferior al
20% para el año pero ahora estoy revisando el pronóstico",
admite el economista Federico Muñoz.
Y no es el único. "Con la
evolución reciente que muestra el rumbo del país y luego de
ver los cambios en la política económica, ahora tiendo a esperar una
suba de precios más cercana al 23% o al 24%",
afirma el economista Ernesto Kritz, director de la consultora SEL,
que sigue de cerca la relación entre inflación y salarios.
Cambio de expectativas
Esta preocupación por los signos de una suba de precios otra vez en
alza tuvo su "confirmación" cuando se conoció la última
encuesta de expectativas inflacionarias en la opinión
pública que mide la Universidad Di Tella.
La percepción popular tuvo un
súbito ascenso de 5 puntos porcentuales respecto de
la medición anterior, con lo que también se llegó a un
máximo histórico.
También este dato es seguido con atención. Porque si
bien en estos sondeos los argentinos mencionan cifras que están por
encima de la inflación real -que promedia las alzas de bienes y
servicios- suele haber una correlación muy estrecha
con lo que luego, efectivamente, se registra en la canasta
básica.
"Es importante saber que el 50% de la gente
piensa que los precios van a subir 30% o más",
señala Guido Sandleris, director del centro de investigación en
finanzas en la Universidad Di Tella.
Lo cierto es que la mayoría de los analistas
están revisando al alza sus proyecciones
de inflación.
Y la pregunta del millón es si la situación
actual de disparada de varios precios, es apenas una
cuestión estacional o si, por el contrario, hay motivos más
de fondo que hacen pensar en un profundo quiebre de
la tendencia registrada hasta hace unos pocos meses.
En principio, los analistas señalan una mezcla de
factores, aunque con predominancia de los "de fondo".
Entre las razones de corto plazo
figuran los típicos incrementos estacionales de
esta época del año. "Siempre en esta fecha se dan
ciertos reajustes", apunta Sandleris.
De hecho, en las últimas semanas hubo una
larga serie de incrementos autorizados por el propio
secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para muchos artículos de
la canasta básica.
"Es raro que Moreno los haya
autorizado justo ahora, coincidiendo con las subas
estacionales, y no en abril, que es un mes más tranquilo", se
sorprende un economista vinculado a un ex ministro, que calcula en
2,3% la inflación de marzo.
Como muchos de sus colegas, sólo acepta formular sus
comentarios "off the record" cuando la consulta en cuestión es sobre
la suba de precios, que sigue siendo un tema tabú para el Gobierno
en esta etapa de "sintonía fina".
Pero, además de estos repuntes en
las góndolas de los supermercados, el analista destaca un
caso particular, habida cuenta de su gran
influencia: la carne.
Este rubro, según una estimación de Ecolatina, ha
explicado en los últimos años un tercio de
la inflación en el rubro alimentos y bebidas.
"Lo que ocurre es que los productores habían
adelantado la faena durante los meses de sequía,
como suele ocurrir en esas circunstancias, ante la perspectiva de
perder animales o de que éstos pierdan peso", indica el economista
consultado.
Su explicación es que, una vez pasado ese momento,
los ganaderos tienden a compensar, enviando
menos cabezas a la faena, para así recomponer el stock.
"De manera que en estas situaciones primero
se ameseta el precio y luego ocurre un salto, como el que
estamos viendo", agrega.
En cuanto a la posibilidad de que se repita el
efecto de una "inflación importada" -como
consecuencia del inesperado aumento de las cotizaciones de los
alimentos y materias primas en el mundo- los analistas creen que la
misma sólo jugará un rol marginal.
A diferencia de lo que había ocurrido en 2008,
cuando el boom de los precios agrícolas generó el fenómeno de la "agflación"
en la región, ahora los países vecinos muestran una
situación de estabilidad, sin signos importantes de
una presión en los precios de los alimentos.
Cóctel explosivo:
indexación + efecto Moreno
Hay, además, un efecto propio de los países de alta inflación, al
que ya puede llamarse como un nuevo "factor estacional":
los aumentos de precios preventivos que realizan
las empresas en esta fecha, antes de las negociaciones salariales.
"Todo lleva a pensar que las mismas girarán
en torno del 25%. Es decir, por encima de lo que se había
previsto hasta hace algunos meses", observa Víctor Beker, docente de
la Universidad de Belgrano.
Ante esa situación, la visión mayoritaria
de los analistas es que los "traslados a precios"
no necesariamente se producen con posterioridad a la firma de los
convenios, sino que el impacto en productos y servicios ya
se hace visible desde el momento en que ocurre el
cambio de perspectivas.
"En una economía que tiene expectativas
inflacionarias ya bien arraigadas, es claro que las aumentos
preventivos se dan como un modo de defender los
ingresos", señala Muñoz.
Hasta ahí, el listado de los motivos "clásicos" para
explicar el abrupto salto en los precios. Pero hay también algunos
factores "no tradicionales", que tienen que ver con
la "creatividad" del Gobierno a la hora de las
medidas restrictivas.
Es así como los efectos del cierre
importador empiezan a tener, entre uno de sus
efectos colaterales, una presión al alza
de los precios en varios rubros.
Analistas como Lucas Llach, de la Universidad Di
Tella, han observado un "cambio de régimen", donde
la disyuntiva ya dejó de moverse entre devaluar el peso
o hacer un ajuste tradicional para resolver los
problemas de competitividad.
En cambio, afirma el analista, se optó
por mantener un sistema de inflación alta con dólar
controlado.
La consecuencia, dice Llach, es que "cada
vez menos empresas están en condiciones de competir
con los productos importados". Sin embargo, con la
protección que da el Gobierno, tienen más vía libre para "trasladar
a precios sus aumentos salariales".
Ese proceso ya empezó a verse claramente en
productos como los electrónicos, donde los valores de los artículos
"made in Tierra del Fuego", ensamblados con amplia
mayoría de partes importadas, superan a los mismos productos en sus
países de origen.
Pero un costado menos evidente de esta política de
cierre comercial es el posible encarecimiento de otros
productos propios de la canasta básica.
Sobre ese punto llamó la atención el presidente de la Sociedad
Rural, Hugo Biolcati, para quien "las consecuencias de
restringir las importaciones para el campo son
inmensas, mucho más de lo que parecería a primera vista".
Y advirtió concretamente sobre efectos
inflacionarios en alimentos de la canasta:
"Vamos a ver restringida la oferta y también un aumento de precios
de la lechuga y el tomate, porque no se puede importar la semilla
necesaria para cultivarlos".
Un peligroso remedio
llamado emisión
Finalmente, existen motivos "de fondo", que no tienen que ver con el
avatar circunstancial del tomate, la carne, la yerba o el LCD, sino
con cuestiones más estructurales.
Y ahí es donde los expertos realizan sus
advertencias más sombrías, al ver un rumbo económico
que tiende a agravar las tensiones.
"Hoy está quedando claro que el recorte de
los subsidios a los servicios públicos va a ser más
lento de lo que se pensaba. Y que el gasto público
seguirá alto, con financiamiento del Banco Central",
argumenta Kritz.
Y ese consenso entre los analistas sobre el eventual
impacto inflacionario de las recientes medidas económicas empieza a
permear en las expectativas del público.
"Al haberse hecho anuncios sobre reformas en el
Banco Central, se genera una percepción de mayor inflación
-porque el Gobierno podría emitir más billetes- y eso los
argentinos lo tienen presente. Ocurre, por ejemplo, cuando
se informa que se va a expandir la oferta de dinero un 25%", observa
Sandleris.
En relación a la emisión, el tema amenaza con
reabrir una polémica que, en casi todos los países del mundo, se
considera laudada: la cuestión de si "la maquinita" de
imprimir billetes es o no un causal de los aumentos
de precios.
El puntapié inicial fue dado por declaraciones de la
presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, quien negó que
la emisión pudiera considerarse inflacionaria, dado que los medios
de pago crecen acorde con las necesidades de la demanda.
Uno de quienes contestó a estos conceptos fue el
economista Tomás Bulat, para quien "el Banco Central no
emite por ideología, sino por necesidad".
En su visión: "La presidenta del Central puede decir
que prefiere emitir y tener una de las inflaciones más altas del
mundo de hoy, y que es necesaria para su modelo económico. Sin
embargo, la emisión es hoy debido al déficit fiscal,
por no tener reservas de libre disponibilidad y por ya casi
no contar con excedentes de préstamos en el sistema
financiero" . Fuente