Una
adolescente de tan sólo
13 años de edad está cursando
un embarazo de
siete meses de
gestación y el
padre de la criatura es su
propio hermanastro, de
30. La
Policía y la
Justicia comenzaron a
investigar este
caso para establecer si hubo
o no abuso sexual.
Cuando la Policía se enteró le preguntó a la madre de la menor por
qué no había puesto en conocimiento el caso, respondiendo: “No
quería que la Policía intervenga porque el padre del bebé es hijo de
mi actual pareja”. Además acotó: “Mi actual pareja me amenazó que si
denunciaba a su hijo, me correría de la casa con mis ocho hijos”.
Estas fueron las declaraciones textuales de la mujer cuando fue
interpelada por las mujeres policías de la Comisaría 4ª del Menor y
la Mujer de Añatuya, a cargo del oficial subinspector Fabián Eduardo
Nieto.
El hecho
Fuentes policiales consultadas indicaron que tras un trabajo previo
de inteligencia se dieron con la noticia de que en la localidad de
Puente Negro, ubicada a cuatro kilómetros de Colonia Dora
(Avellaneda), vivía una menor de tan sólo 13 años de edad que cursa
un embarazado de siete meses. Se hicieron las averiguaciones
pertinentes y descubrieron que su propio hermanastro, de 30 años de
edad, era el padre de la criatura. Ahora los investigadores, junto a
la Justicia añatuyense, tratan de establecer si ese embarazo fue
fruto de un abuso sexual o consentido.
Lo cierto es que durante varios meses el estado de la menor fue
“tapado” por temor o amenazas.
Fuentes policiales señalaron que en la jornada de hoy un asistente
social irá a la vivienda de la menor, que habita junto a su
hermanastro, con el sólo objetivo de recabar mayor información que
posteriormente será entregada a la magistrada interviniente. El caso
comenzó a ser investigado por la doctora Roxana Vera, jueza de
turno.
Lo que dice sobre esto la Ley de
Minoridad
Los menores de edad tienen derecho a no ser sometidos a tratos
violentos, discriminatorios, humillantes; a no ser sometidos a
ninguna forma de explotación económica, torturas, abusos,
explotación sexual. Los niños y adolescentes tienen derecho a su
integridad física, sexual, psíquica y moral. La persona que tome
conocimiento de malos tratos o de situaciones que atenten contra la
integridad psíquica deben denunciarlos
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