QUE ES
UNA AURORA BOREAL?
La aurora polar
(o "aurora polaris") es un fenómeno en forma de brillo o
luminiscencia que aparece en el cielo nocturno,
usualmente en zonas polares, aunque puede aparecer en
otras partes del mundo por cortos períodos de tiempo. En
el hemisferio norte se conoce como aurora boreal, y en
el hemisferio sur como aurora austral, cuyo nombre
proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer, y de
la palabra griega Bóreas, que significa norte, debido a
que en Europa comúnmente aparece en el horizonte de un
tono rojizo como si el sol emergiera de una dirección
inusual.
La aurora boreal es visible de octubre a marzo, aunque
en ciertas ocasiones hace su aparición durante el
transcurso de otros meses, siempre y cuando la
temperatura atmosférica sea lo suficientemente baja. Los
mejores meses para verla son enero y febrero, ya que es
en estos meses donde las temperaturas son más bajas. Su
equivalente en latitud sur, aurora austral, posee
propiedades similares.
Cual es el origen de
las auroras boreales ?
Una aurora polar se
produce cuando una eyección de masa solar choca con los polos
norte y sur de la magnetósfera terrestre, produciendo una luz
difusa pero predominante proyectada en la ionosfera terrestre.
Magnetosfera de la Tierra desviando las partículas cargadas
solares (líneas amarillas) hacia lo polos, donde forman las
auroras.
Imagen de una aurora austral desde un satélite de la Nasa.
Aurora austral fotografiada desde la base Norteamericana
Amundsen-Scott, durante el invierno polar (la aurora duró casi
seis meses).
Ocurre cuando partículas cargadas (protones y electrones) son
guiadas por el campo magnético de la Tierra e inciden en la
atmósfera cerca de los polos. Cuando esas partículas chocan con
los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno, que constituyen
los componentes más abundantes del aire, parte de la energía de
la colisión excita esos átomos a niveles de energía tales que
cuando se desexcitan devuelven esa energía en forma de luz
visible de varios colores.
El Sol, situado a 150 millones de km de la Tierra, está
emitiendo continuamente partículas. Ese flujo de partículas
constituye el denominado viento solar. La superficie del Sol o
fotosfera se encuentra a unos 6000 °C; sin embargo, cuando se
asciende en la atmósfera del Sol hacia capas superiores la
temperatura aumenta en vez de disminuir, tal y como la intuición
nos sugeriría. La temperatura de la corona solar, la zona más
externa que se puede apreciar a simple vista sólo durante los
eclipses totales de Sol, alcanza temperaturas de hasta 3
millones de grados. Al ser la presión en la superficie del Sol
mayor que en el espacio vacío, las partículas cargadas que se
encuentran en la atmósfera del Sol tienden a escapar y son
aceleradas y canalizadas por el campo magnético del Sol,
alcanzando la órbita de la Tierra y más allá. Existen fenómenos
muy energéticos, como las fulguraciones o las eyecciones de masa
coronal que incrementan la intensidad del viento solar.
Las partículas del viento solar viajan a velocidades desde 300 a
1000 km/s, de modo que recorren la distancia Sol-Tierra en
aproximadamente dos días. En las proximidades de la Tierra, el
viento solar es deflectado por el campo magnético de la Tierra o
magnetósfera. Las partículas fluyen en la magnetosfera de la
misma forma que lo hace un río alrededor de una piedra o de un
pilar de un puente. El viento solar también empuja a la
magnetosfera y la deforma de modo que en lugar de un haz
uniforme de líneas de campo magnético como las que mostraría un
imán imaginario colocado en dirección norte-sur en el interior
de la Tierra, lo que se tiene es una estructura alargada con
forma de cometa con una larga cola en la dirección opuesta al
Sol. Las partículas cargadas tienen la propiedad de quedar
atrapadas y viajar a lo largo de las líneas de campo magnético,
de modo que seguirán la trayectoria que le marquen éstas. Las
partículas atrapadas en la magnetosfera colisionan con los
átomos y moléculas de la atmósfera de la Tierra, típicamente
oxígeno (O), nitrógeno (N) atómicos y nitrógeno molecular (N2)
que se encuentran en su nivel más bajo de energía, denominado
nivel fundamental. El aporte de energía proporcionado por las
partículas perturba a esos átomos y moléculas, llevándolos a
estados excitados de energía. Al cabo de un tiempo muy pequeño,
del orden de las millonésimas de segundo o incluso menor, los
átomos y moléculas vuelven al nivel fundamental, y devuelven la
energía en forma de luz. Esa luz es la que vemos desde el suelo
y denominamos auroras. Las auroras se mantienen por encima de
los 95 km porque a esa altitud la atmósfera, aunque muy tenue,
ya es suficientemente densa para que los choques con las
partículas cargadas ocurran tan frecuentemente que los átomos y
moléculas están prácticamente en reposo. Por otro lado, las
auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km porque a
esa altura la atmósfera es demasiado tenue –poco densa- para que
las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo.
Se le llama aurora boreal cuando se observa este fenómeno en el
hemisferio norte y aurora austral cuando es observado en el
hemisferio sur. No hay diferencias entre ellas.
Los colores y las formas de las auroras boreales
Las auroras tienen formas, estructuras y colores
muy diversos que además cambian rápidamente con el tiempo.
Durante una noche, la aurora puede comenzar como un arco aislado
muy alargado que se va extendiendo en el horizonte, generalmente
en dirección este-oeste. Cerca de la medianoche el arco puede
comenzar a incrementar su brillo. Comienzan a formarse ondas o
rizos a lo largo del arco y también estructuras verticales que
se parecen a rayos de luz muy alargados y delgados. De repente
la totalidad del cielo puede llenarse de bandas, espirales, y
rayos de luz que tiemblan y se mueven rápidamente de horizonte a
horizonte. La actividad puede durar desde unos pocos minutos
hasta horas. Cuando se aproxima el alba todo el proceso parece
calmarse y tan sólo algunas pequeñas zonas del cielo aparecen
brillantes hasta que llega la mañana. Aunque lo descrito es una
noche típica de auroras, nos podemos encontrar múltiples
variaciones sobre el mismo tema.
Los colores que vemos en las auroras dependen de la especie
atómica o molecular que las partículas del viento solar excitan
y del nivel de energía que esos átomos o moléculas alcanzan.
El oxígeno es responsable de los dos colores primarios de las
auroras, el verde/amarillo de una transición de energía a 557,7
nm, mientras que el color más rojo lo produce una transición
menos frecuente a 630.0 nm. Para hacernos una idea, nuestro ojo
puede apreciar colores desde el violeta, que en el espectro
tendría una longitud de onda de unos 390,0 nm hasta el rojo, a
unos 750,0 nm.
El nitrógeno, al que una colisión le puede arrancar alguno de
sus electrones más externos, produce luz azulada, mientras que
las moléculas de Helio son muy a menudo responsables de la
coloración rojo/púrpura de los bordes más bajos de las auroras y
de las partes más externas curvadas.
El proceso es similar al que ocurre en los tubos de neón de los
anuncios o en los tubos de televisión. En un tubo de neón, el
gas se excita por corrientes eléctricas y al desexcitarse envía
la típica luz rosa que todos conocemos. En una pantalla de
televisión un haz de electrones controlado por campos eléctricos
y magnéticos incide sobre la misma, haciéndola brillar en
diferentes colores dependiendo del revestimiento químico de los
productos fosforescentes contenidos en el interior de la
pantalla
Auroras boreales en otros planetas
Este fenómeno no está restringido a la Tierra.
Otros planetas del Sistema Solar muestran fenómenos análogos,
como es el caso de Júpiter y Saturno que poseen campos
magnéticos más fuertes que la Tierra (Urano, Neptuno y Mercurio
también poseen campos magnéticos), y ambos poseen amplios
cinturones de radiación. Las auroras han sido observadas en
ambos planetas, con el telescopio Hubble.
Estas auroras, al parecer, son causadas por el viento solar;
además, las lunas de Júpiter, especialmente Ío, son fuentes
importantes de auroras. Se produce debido a corrientes
eléctricas a lo largo de unas líneas, generadas por un mecanismo
dínamo causado por el movimiento relativo entre el planeta y sus
lunas. Ío, que posee volcanes activos e ionosfera, es una fuente
particularmente fuerte, y sus corrientes generan, a su vez,
emisiones de radio, estudiadas desde 1955.
Las auroras han sido detectadas también en Marte por la nave
Mars Express, durante unas observaciones realizadas en 2004 y
publicadas un año más tarde. Marte carece de un campo magnético
análogo al terrestre, pero sí posee campos locales, asociados a
su corteza. Son éstos, al parecer, los responsables de las
auroras en este planeta.
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