Es normal que en casa se
suela rellenar la botella de plástico. Una y otra vez
hasta que se la ve vieja. Y la verdad es que se trata de
una rutina cómoda, sólo que también puede ser un arma de
doble filo
El plástico con el que están
fabricadas, al formar un ambiente húmedo, es un contexto perfecto
para la aparición de bacterias. A ello se suma que casi todos los
envases poseen un pico pequeño por lo que no pueden lavarse
correctamente.
En un estudio realizado en 2003, investigadores canadienses juntaron
muestras de botellas de agua de las que llevan los chicos al colegio
y descubrieron que el 60% de ellas tenían una contaminación
bacteriana que superaba las pautas seguras de agua potable.
Y la situación es aún más complicada cuando se intenta higienizarlas
y pasteurizarlas con agua hirviendo ya que, de acuerdo el mismo
documento, se potencian los químicos tóxicos.
Esto sucede con el Bisfenol A, más conocido como BPA. El químico
usado en los productos de policarbonato de plástico produce una
reacción en la que se libera entre 15 y 55 veces más rápido de lo
normal.
Con los años, se ha vinculado a este proceso con el crecimiento de
células cancerosas y la disminución del recuento de espermatozoides,
con problemas neurológicos y de desarrollo.
Al parecer, la única solución posible es buscarle la alternativa con
envases de vidrio o de acero inoxidable, aunque tampoco son
efectivas si no se lavan correctamente. Fuente:
http://24con.infonews.com
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