La picardía es uno de los
activos todavía a salvo en el país. Y es lo único que permite, al
menos por ahora, sortear con éxito algunas de las inéditas
prohibiciones que puso en marcha el Gobierno en los últimos meses
para la compra de dólares.
En medio de este nuevo corralito cambiario, muchos
ahorristas argentinos tuvieron que desempolvar el ingenio y darle
vida a una buena cantidad de mecanismos caseros para hacerse de
divisas por la vía legal, según informa El Cronista en su edición de
hoy.
Ninguno de ellos constituye en sí una infracción ni un
delito. Son, en rigor, instintos de supervivencia que hoy
tienen a mano algo más sofisticados que los habituales que les
permiten proteger el dinero propio frente al avance de la inflación,
del aumento de los impuestos y de las serias amenazas de
pesificación.
Estrategias o salidas aún legales con las que pueden sobrellevar hoy
los impedimentos oficiales, que a veces resultan costosos, pero que
son fáciles de implementar.
La primera de ellas experimentada y hasta promocionada en los
últimos días por el economista Lucas Llach en su blog Ciencia
Maldita es una fuga hormiga de divisas que se puede
realizar a través de PayPal, un sitio de internet que
permite enviar dinero a cualquier persona que tenga una dirección de
mail. Con él, los ahorristas pueden decidir pagar en pesos
el giro de dólares a otra persona de confianza.
El ahorrista debe calcular siempre los costos y las altas comisiones
incluidas en la transacción: un 5,4% del monto en dólares; más u$s0,30
por operación; más u$s11 adicionales por la emisión del cheque; más
un 3% del importe que le cobrará el banco local que le pague la
operación. Y debe considerar, además, una limitación impuesta de
u$s300 para cada envío.
Los costos, sumados, terminan por ser bastante más accesibles que
los debería digerir un ahorrista por incursionar en el mercado del
dólar blue. Por ejemplo: si el usuario decidiera enviar un
pago de u$s300, el destinatario terminaría cobrando en
ventanilla unos u$s264,3. Pero pagaría por ellos 1.360 pesos.
Con esto habrá accedido a cada uno de esos dólares a un precio de
$5,14, muy por debajo del valor en el que ayer cerró el dólar blue
($5,95). La cotización de esta fuga PayPal puede ser incluso más
baja si se decide realizar más operaciones (un máximo de cuatro) o
si se opta por cobrarla en una cuenta en el exterior.
El segundo manotazo de ahogado que hoy dan algunos ahorristas
argentinos puede encontrarse también en la red: consiste en
poner en venta un producto cualquiera en el sitio de subastas de
EBay, que
puede ser comprado también por alguien que resulte de confianza para
el vendedor. La transacción tiene final feliz: se realiza en
dólares, con un jugoso pago que debería ser cobrado
también con comisiones en una cuenta del exterior, agrega el medio.
La tercera opción es más conocida por todos pero, a la vez, más
sofisticada y más costosa: la compra de un bono en dólares
en el mercado de capitales, por el cual el ahorrista
termina cobrando su amortización en dólares al vencimiento. Por esta
vía los inversores pagaban un dólar de $6,30 para el bono que se
cobran en agosto próximo.
Pero bastante menos para aquellos títulos con menor probabilidad de
cobro, como el Boden 2015 (igual que el oficial: $ 4,5) y el Bonar17
(debajo del oficial: $4,13).
La cuarta de las alternativas consiste en realizar un viaje
corto y barato al exterior. Mediante éste, los argentinos
pueden acceder a una generosa validación de la AFIP para comprar de
dólares que está completamente vedada para los ahorristas de a pié.
Un ejemplo: un argentino que decidiera irse hoy a Colonia podría
pagar $300 por un pasaje ida y vuelta en ferry.
Pero podría realizar, con esta excusa, una solicitud de compra de
divisas al organismo oficial. Si lograra que Ricardo Echegaray le
permitiera comprar, por caso, u$s1.000, habrá accedido a
cada una de esas divisas a un precio de $4,83 (considerando
el costo del viaje); si fuera validado por u$s2.000, lo habrá hecho
a un tipo de cambio de $4,68; y si accediera a u$s5.000, habrá
pagado un dólar de 4,59 pesos.
El último de los mecanismos es el llamado
dólar casino, que se hizo más popular en los últimos
días. Con éste, los viajeros compran fichas en un local de
juegos de azar del exterior con su tarjeta de crédito. Pero en
lugar de jugarlas deciden devolverlas en la misma ventanilla a
cambio de dólares.
Al final del mes, se debe pagar al banco esa transacción en pesos,
al tipo de cambio oficial del día de cierre de resumen de la
tarjeta, concluye El Cronista