*Por Andrés Oppenheimer.
Para un visitante que regresa a la Argentina tras una
ausencia de diez meses, es asombrosa la rapidez con la
que han cambiado las cosas: la mayor bonanza económica
de la historia...
Nota extraída del diario La
Nación
...reciente de este país se ha convertido en una desaceleración
aguda y el optimismo ha dejado lugar a un estado de ansiedad
generalizado. La fiesta argentina de los últimos ocho años ha
terminado.
Pese a los apasionados discursos de la Presidenta, en los que afirma
que su difunto esposo y ex presidente Néstor Kirchner produjo
récords de crecimiento del 8% anual durante gran parte de la última
década -un crecimiento que casi todos los economistas atribuyen a
factores externos-, por todos lados se ven signos del final del
boom.
El índice de popularidad de Fernández ha caído del 63%, tras ganar
su reelección en octubre, hasta el 39%actual, según una nueva
encuesta de Management & Fit. Aunque la reciente estatización de la
empresa petrolera YPF le consiguió un breve repunte en las
encuestas, ya hay cacerolazos de protesta en los barrios más
pudientes de esta capital.
Lo que es más amenazante para el Gobierno, la mayor unión sindical
del país ha iniciado paros esporádicos en reclamo de un aumento
salarial del 30%, y las organizaciones de productores agrícolas
amenazan con huelgas contra los impuestos que el Gobierno impone a
las exportadores de granos.
El tema del día en Buenos Aires es dónde comprar dólares en el
mercado negro y a qué precio. La inflación, oficialmente del 9%, se
estima mayor al 25%. La economía pasará de un crecimiento del 9% el
año pasado a un 2,2 este año, según estimaciones del Banco Mundial.
Muchos economistas independientes dicen que el país podría terminar
el año con crecimiento cero. "Creemos que tarde o temprano esta
historia termina en una gran devaluación", decía un reciente informe
del economista Javier Kulesz, del banco UBS, y añadía que la
devaluación se daría junto con un gran aumento del precio de los
servicios, mayor tensión social y crecimiento bajo o incluso
negativo.
¿Por qué se cayo la economía argentina? A juzgar por las docenas de
entrevistas que hice aquí la semana pasada, hay una sola razón de la
actual declinación: el populismo. El Gobierno ha regalado dinero,
sin pensar mucho más allá de la próxima elección. El aumento de los
subsidios funcionó mientras las exportaciones no dejaban de subir,
pero dejaron al país al borde de la quiebra cuando los precios
mundiales de las materias primas pararon de aumentar.
El Gobierno malgastó la mayor bonanza económica del país en casi
cien años en subsidios para millones de personas -muchas de las
cuales han dejado de trabajar, porque viven mejor de las dádivas que
si tuvieran un empleo- así como para el transporte y la energía.
Roberto Lavagna, el ex ministro de economía durante el gobierno de
Néstor Kirchner, estima que los subsidios al transporte y la energía
aumentaron de 1200 millones de dólares, a fines de 2005, a 19.000
millones el año pasado.
Aunque el sentido común sugiere que se debería empezar a reducir el
gasto público, Fernández de Kirchner parece estar redoblando su
apuesta. La semana pasada anunció un gigantesco plan para dar
400.000 préstamos hipotecarios de bajo interés y construir 400.000
viviendas en el curso de los próximos cuatro años. ¿De dónde saldrá
el dinero? De fondos del sistema de seguridad social. El Gobierno
dice que el plan creará 100.000 empleos y contribuirá a reactivar la
economía. Los escépticos dicen que el dinero desaparecerá en manos
de funcionarios corruptos, y los futuros jubilados no verán ni un
centavo de sus jubilaciones. Lo más preocupante es que un gran
número de argentinos no se oponen a un mayor rol del Estado en la
economía, dijo Lavagna.
Mi opinión: todo indica que Fernández de Kirchner culpará al mundo
exterior de la caída provocada por su propia fiesta económica de los
últimos años. Emitirá cada vez más dinero para comprar los votos que
le permitan ganar las elecciones legislativas de octubre de 2013 y
rezará por una nueva suba de los precios internacionales de las
materias primas -que muy pocos consideran probable- para equilibrar
las cuentas del país.
Mientras tanto, habrá malgastado la mejor oportunidad que ha tenido
Argentina en un siglo de usar su bonanza económica para mejorar los
estándares educativos, atraer inversiones para crear nuevas
industrias y crear empleos productivos para sacar de la pobreza de
manera permanente a millones de personas.
Espero estar equivocado, y que Fernández de Kirchner, durante los
tres años y medio que le quedan de gobierno, piense en el futuro del
país con una visión menos cortoplacista y menos ideológica. Salvo
una drástica corrección de rumbo, Fernández de Kirchner llevará a la
Argentina a su próxima gran devaluación, que será totalmente
autoinfligida
Compartir este articulo : | | | | |