Muchos problemas sexuales
pueden resolverse sabiendo más sobre una misma, explorándonos,
conociéndonos y descubriendo solas cómo funcionamos y qué
necesitamos para despertar la respuesta sexual. Por otro lado es
imprescindible el diálogo, simplemente atreverse a conversar sobre
sexo con la persona con la que hacemos el amor: enseñar, guiar al
otro y ofrecerle conocimiento sobre la manera particular que
despierta mi placer más íntimo. No solo evitamos cometer “errores”
sino lograr mejores encuentros sexuales. Pero, ¿qué errores
cometemos?
No mostrar nuestras ganas
Esperar siempre a que nuestra pareja tome la iniciativa de tener
sexo puede hacerle pensar que no estamos interesadas, y ello puede
contribuir a que nuestra vida sexual se vaya a pique. Es importante
sentirnos tan libres como los hombres y tener una actitud
sexualmente activa, expresando nuestros deseos; así, que tu pareja
sepa que deseas, tendrá un impacto positivo en tu relación.
No decir cómo
“Se sienta sobre la cama y me dice que no gozó, que no hice lo
correcto, le pregunto que deseaba, solo llora y me dice que yo debía
saber qué hacer. No soy adivino, si no comparte sus deseos, sus
fantasías, dónde y cómo quiere que la toque no lo podré hacer
correctamente”, me decía Miguel con sus 35 años.
Muchas mujeres esperan que su pareja las satisfaga, pero no le dicen
de qué manera. Al no decir qué deseas, dejas en él toda la
responsabilidad de tu placer, y ésa es una carga muy pesada. A los
varones les gusta satisfacer sexualmente a una mujer, así que tu
pareja apreciará que lo orientes sobre qué es lo que más te
complace. Si lo haces, ambos se sentirán más satisfechos, y tú te
harás más responsable de tu propio placer.
Ser pasivas
“Parecía muerta, no movía las manos ni proponía nada, aunque muchas
veces le pregunté qué deseaba siempre me contestaba que lo que yo
quisiera, parecía que ella nunca tenía ganas y solo lo hacía por
complacerme, al final la deje”, me decía Julián de 40 años.
Muchas mujeres suelen ser muy pasivas en la cama, se acuestan y
esperan que él haga todo. Esto se vuelve complicado.
Tener miedo a mostrarse seductoras
Los hombres son muy visuales: para ellos es muy excitante ver a su
pareja hacer un striptease o tocándose. No se trata sólo de usar
lencería o ropa sexy, sino de ser sexys y eróticas, de insinuar que
los desean.
No querer probar cosas nuevas
Muchas mujeres se sienten inseguras y ansiosas cuando su pareja le
propone agregar cosas nuevas a la relación; piensan que si desea
utilizar accesorios es porque ya no la desea como antes, pero no es
así. Es cierto, que a veces las propuestas pueden resultar algo
exageradas, y sí no estás lista para ciertos experimentos, o si te
generan incomodidad, le podes explicar tus razones pero sin cerrarte
a la posibilidad de experimentar cosas nuevas.
Fingir un orgasmo
Algunas mujeres, fingen para no decepcionar a su pareja. En lugar de
fingirlo, conversa con tu pareja qué te gustaría que hiciera para
satisfacerte; asimismo, es importante que conozcas tu cuerpo, para
que sepas qué necesitas para obtener mayor placer.
Creer que no necesita caricias
Las caricias tienen que ser recíprocas. Besar y tocar, todo su
cuerpo no sólo los excita, sino que los hace sentir queridos,
deseados y seguros.
Que te obsesione tu apariencia
Muchas mujeres se obsesionan con su imagen: creen que siempre tienen
que lucir perfectas. Los varones no se fijan tanto en el volumen de
tus muslos, en tu celulitis o estrías. Cuando están excitados, lo
único que les importa es disfrutar y hacer disfrutar a su pareja. Y
una de las cosas que más los motiva es poder ver el cuerpo de su
mujer moviéndose, sus gestos, aunque sea con luz tenue. Por eso, en
lugar de preocuparte por cómo luces, déjate llevar y empieza a
disfrutar; eso es lo que necesita ver tu pareja: tu entusiasmo, y no
se fija si subiste o bajaste dos kilos.
Enojarte si se duerme luego del encuentro sexual
Que ellos se queden medio dormidos después de hacer el amor no
significa que no nos quieran. Por una parte, para que una persona
alcance el orgasmo, necesita estar relajada, sin miedo ni ansiedad.
La relajación, produce somnolencia. Por otro lado, las
investigaciones han demostrado que durante la eyaculación, los
hombres liberan un cóctel de compuestos químicos cerebrales, entre
los que se incluyen: la prolactina, que dado que se relaciona con el
sueño, su liberación produce somnolencia; se liberan también,
durante el orgasmo, oxitocina y vasopresina, asociados al sueño.
Fuente:
http://www.minutouno.com.ar