"Que los productores puedan exportar directamente sin tener que
depender de las cerealeras".
"Meterse con
Cargill y el resto es pesado. EEUU no es España y el presidente
Obama en campaña electoral no lo va a dejar pasar. ¿Se viene la
tormenta perfecta?"
Después se
nos explicó que el gobierno estudia resucitar un organismo creado
por el gobierno de Juan Domingo Perón en 1946: El IAPI (Instituto
Argentino de Promoción del Intercambio).
Para quienes
no tienen conocimiento que fue el IAPI, lo decimos en síntesis. En
1946 se puso en marcha funcionando bajo la órbita del Banco Central,
en el ámbito comercial se encargó de adquirirle a los productores de
cereales, carnes y derivados de esos productos para luego
exportarlos y frente a los cambios de los precios internacionales
defendía a los productores de la acción de los monopolios
internacionales y de los países importadores de productos
argentinos. En los hechos regulaba los precios en el mercado local
porque sus decisiones afectaban diversos aspectos del sistema
económico local, algo que hoy cumple –o no cumple- la Secretaría de
Comercio de Guillermo Moreno.
Entre otras
cosas el IAPI adquiría productos elaborados que no tenían colocación
en el mundo y pretendía originar nuevos mercados internacionales
para ellos. También subsidiaba la producción de ciertos bienes de
consumo masivo para que los precios no se escaparan de la órbita de
las posibilidades de compra del salario. Por caso, si hubiera
existido el IAPI en estos días la yerba mate no se hubiera escapado
a las nubes y no se habría permitido el almacenamientos de millones
de toneladas ni exportaciones masivas sin estar cubierto el mercado
local.
Se
desprende de esta intención de crear un organismo como el IAPI, que
las siete grandes cerealeras que exportan el 90 por ciento de la
producción agrícola dejarían de hacerlo para concentrar esa
actividad en este nuevo organismo.
Cargill,
Aceiterea General Deheza, Bunge, Molinos Río de la Plata, Vicentin,
Louis Dreyfus Comodities y Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA),
agrupadas en el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC),
serían las grandes perjudicadas por la creación de un organismo que
las reemplace después de décadas de asumir el rol de ser los
exportadores de casi toda la producción agrícola ganadera del país.
Los
titulares de esas cámaras vienen lidiando con el Secretario de
Comercio Guillermo Moreno con distinta suerte. Aunque en época de
Perón el IAPI estuvo bajo la órbita del Banco Central, ahora tendría
como impulsor (no se nos dijo esto, pero cae de maduro), al hombre
fuerte que aún se cobija bajo una secretaría de Estado que podría
pasar a convertirse en un Ministerio de Comercio.
El IAPI fue
monopólico absoluto en la política de granos, épocas en que el trigo
y no la soja era el principal sostén del ingreso de divisas al país.
Los subsidios de entonces fueron desenfrenados (no muy diferentes de
la actualidad), y en 1949 a tres años de su creación se permitió
nuevamente que algunos operadores privados compartieran la política
de exportaciones.
Un detalle
interesante. El informe que aparece en WikipediA sobre el IAPI,
viene siendo retocado en los últimos tiempos, síntoma que alguien
prepara el mapa histórico del sitio para que quienes se interioricen
pronto sobre él si se llega a anunciar su recreación, lo vean como
un instituto del Estado que combatió la monopolización de la
política de exportación de granos y carnes.
Además de las grande siete compañías mencionadas, aparecen otros
pesos pesados del negocio, como Grobocopatel (Los Grobo), Nidera,
Noble y Oleaginosa Moreno.
Cuando
Alfonsín quiso hacer algo parecido desde la Junta Nacional de Granos
(sacarle el monopolio de la exportación a las multinacionales y
concentradoras), no le fue muy bien que digamos y hace muy poco el
primer director de la Junta, Alberto Ferrari Etcheverry, admitió
que hoy día impera un sistema de corrupción que hace cómplice al
Estado de la concentración oligopólica.
La principal
afectada por la posible recreación del IAPI es Cargill, un monstruo
que lleva casi un siglo y medio en el mercado internacional de
granos, es una de las empresas que mas factura en EEUU (Sede
central: Minneapolis) y hasta tiene intereses en la industria
farmacéutica. Un botón de muestra: en el 2009 tuvo una facturación
de 116.6 billones de dólares, una barbaridad de dinero y por algo
llamado "el gigante invisible de los agronegocios".
Sacarle el
negocio en la Argentina a Cargill invita a pensar en un escenario
conflictivo con los Estados Unidos de proporciones impensadas.
Conflictos
laborales y ambientales resueltos por la violencia y no por la
justicia han sido una de las variables en el mundo entero que a
Cargill le otorgó una triste fama de prepotencia y explotación sin
límite. Las mayores denuncias contra la multinacional provinieron de
Centro América.
Eduardo
Bussi y su gente hicieron tractorazos en diversos puntos del país,
entre ellos en la terminal portuaria que le exportadora posee en
Rosario. Pelear contra Cargill le valió enfrentarse contra algunos
miembros de la Mesa de Enlace.
Por
eso decimos que si el gobierno va por las cereales con un proyecto
de resucitar el IAPI, sería cumplir el sueño máximo de la Bussi y la
Federación Agraria Argentina.
No tendrá
que bailar ni que cantar en lo de Tinelli para ver cumplido su
sueño, y estará más feliz que Riquelme.
Jorge
D. Boimvaser
Diario Veloz
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