Ayer fue el día señalado. Apple había marcado en
el calendario el 11 de mayo como el día de llegada oficial del
nuevo iPad a nuestro país. Por eso, un par de horas antes, en
Unicenter de Buenos Aires, una tienda (reseller) oficial de la
empresa co-fundada por Steve Jobs, organizó un evento a puro
sushi, tragos y tecnología. Famosos, djs y modelos completaron
el combo.
Pasando en limpio: los Illya Kuryaki, Julián
Weich, Matías Martin y Deborah del Corral -entre otros- se
paseaban entre djs que "tocaban" con tablets (menos mal que
Pappo no tuvo que escuchar esto), Nik que dibujaba en un iPad
conectado a un LED de 46 pulgadas e infinidad de periodistas 'tech',
noteros de programas de cable y promotoras con tableta en mano
que sacaban fotos, una tras otra, como si no hubiera un mañana.
El propio Weich fue el encargado de animar la
cuenta regresiva del lanzamiento del gadget estrella de Apple
"como si fuese año nuevo", soltó. "A mí no me vuelve loco la
tecnología. Estoy informado de lo que sale, trato de estar en
Twitter aunque no tengo Facebook y me parece fantástico el iPad
3, pero no es que esté desesperado por tenerlo. No soy
fanático", había confesado.
El conductor, durante la presentación, lo
llamaba todo el tiempo iPad 3, denominación que es incorrecta y
que la compañía californiana evitó expresamente, para -en su
lugar- llamarlo simplemente como "el nuevo iPad", y convertir
esa marca en un genérico. No habrá en un futuro iPad 4 o 5. se
supone que esta acción de marketing hace que la gente "no se
complique" a la hora de comprar y vaya a buscar a la tienda tan
sólo un iPad.
Pero de hecho, esta tablet es la tercera
generación de dispositivos móviles de 10 pulgadas de Apple, la
tableta que fue un éxito, ni bien se lanzó, hace tres años.
En este caso, el dispositivo tiene la pantalla
de mayor definición del mundo. Es la Retina Display, que cuenta
con una resolución cuatro veces mayor a la del iPad 2. El ojo
humano no puede distinguir los pixels del LED, por lo que la
convierte en una gran herramienta para la lectura (se notan
increíblemente los caracteres pequeños), la navegación web y,
por supuesto, el disfrute de películas en HD (alta definición).
Otras diferencias con el iPad 2: una mejor
cámara de fotos (5 megapíxeles) y la posibilidad de filmar en HD.
El dato de que el nuevo iPad posee en Argentina
el valor más alto del mundo en dólares, no es nuevo. Los valores
oficiales en Argentina de los productos Apple suelen ser
extremadamente caros comparados con los costos de los mismos
dispositivos en otros países, desde hace años (por no decir,
desde siempre).
El flamante gadget ya se vende en Mendoza (en
las casas de electrodomésticos, que son resellers oficiales de
la marca), a los siguientes precios:
64GB $ 5.099
Conectividad Wi Fi y conexión 4G (se debe
contratar un servicio de telefonía móvil)
Si tomamos el precio más bajo de los aquí
expuestos (U$S 863) comparado con el precio en Estados Unidos (U$S
533, con todos los impuestos abonados), caemos en la cuenta de
que lo que aquí es un objeto de lujo, en su país de origen se
podrían comprar dos dispositivos con un sueldo mínimo (1.200
dólares cobra el que menos -en blanco- en el país del norte).
El dato significativo es que por primera vez en
mucho tiempo Argentina presenta el valor de un equipo Apple aún
por encima de Brasil, que supo liderar esta tabla en los últimos
años. El nuevo iPad cuesta en el país vecino U$S 792.
Siguen en la lista Chile (U$S 675), Inglaterra (U$S
644), Dinamarca (U$S 643) y Portugal (U$S 622), con precios no
tan distantes.
Igualmente, a pesar de la onerosa operación, no
hay que ser mago ni adivino para prever que, en Argentina, el
nuevo iPad también será un éxito en términos relativos. Es una
tendencia mundial a la que no ha escapado ninguna economía: las
tablets, de alguna manera, le han robado nicho de mercado a las
notebooks e incluso a las PC.
Aunque, eso sí, estamos lejos de ver por aquí
colas para comprar este producto (como sucede en casi todo el
mundo el día del lanzamiento). En la medianoche del jueves, las
únicas colas que se dejaron ver eran las de las fanáticas que
iban tras un autógrafo de Julián Weich
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