Contrató a matones por Internet y mandó a asesinar a su marido
E*l
suyo no fue precisamente un matrimonio por amor: una brasileña de 23
años confesó que a pocos meses de casarse con un alemán de 46 años
comenzó a planificar cómo matarlo. Contó a la Policía de Brasil que
había contratado por Internet a dos hombres y que éstos mataron a
puñaladas a su flamante esposo. Quería cobrar un seguro de vida
de 100.000 euros, unos 122.000 dólares.
El martes a las 20.30, el alemán Joachim Gunter Mosler murió después
de recibir nueve puñaladas. Había salido a pasear con su mujer
Patricia Vieira por una avenida de Taguatinga, una ciudad de Brasilia,
cuando fue atacado por dos hombres que, además, les robaron.
Enseguida el caso despertó las sospechas de la Policía: los
investigadores encargados del caso no entendían por qué los supuestos
ladrones habían actuado con tanta brutalidad contra el turista
si la pareja no se había resistido para nada al robo.
Más tarde los policías recibieron un dato decisivo. Un hombre de 25
años, que prefirió no identificarse, contó que en enero había conocido
a una mujer llamada Patricia en un canal de chateo
(conversación) por Internet. Según el testimonio del testigo, ella le
preguntó desde Alemania cómo podía contratar a un asesino en Brasil.
Esa pista le bastó a la Policía para someter a la mujer a un riguroso
y vehemente interrogatorio. Ella no soportó la presión y el jueves
confesó que había pagado 1.000 dólares a dos hombres para que
simularan un robo y mataran a su marido.
La brasileña y el alemán llevaban apenas ocho meses de casados.
La mujer, que vivía en Alemania desde hacía dos años y trabajaba en
una farmacia, conoció a su marido en febrero del año pasado, a través
de una amiga en común, también brasileña.
La pareja se casó cuatro meses después de conocerse, en junio. El no
era millonario, trabajaba como chofer y vivía con su madre. Pero
pronto su mujer supo que tenía un seguro de vida y comenzó a tramar
el crimen.
"A mí me gustaba él. Comencé a pensar en eso (es decir, el crimen) en
el mes de noviembre. Yo quería ayudar a mis padres, que son ancianos y
muy pobres. Realmente estoy arrepentida", le confesó Patricia a la
Policía.
Su marido estaba de vacaciones, cuando la mujer lo convenció de
viajar a Brasil para conocer a sus suegros. Ella se fue antes y,
según contó, hizo contacto por Internet con un hombre que hacía
tatuajes llamado Joselito Ferreira, de 29 años, y un joven de 17.
Aceptaron concretar el crimen a cambio de 3.000 reales (unos 1.000
dólares).
Patricia fue a recibir a su marido al aeropuerto, el domingo por la
noche, y se hospedaron en un hotel. Al día siguiente le entregó a los
"sicarios" la mitad del dinero prometido; el resto se los daría
cuando el hombre estuviera muerto.
El martes, por iniciativa de Patricia, la pareja salió a pasear por
Taguatinga. Era el momento señalado: los asesinos aparecieron y
mientras el más joven le robaba la cartera a la mujer, Joselito
apuñalaba a su marido y le sacaba la billetera. En la cartera de
Patricia estaba la segunda parte del pago, según lo que habían
convenido previamente.
Dos días más tarde, la Policía escuchaba la confesión de la joven
brasileña, que además dio los nombres de sus cómplices.
El viernes, en Aguas Lindas (que queda en el estado de Goiás), los
detuvieron. El tatuador tenía encima 780 reales y el menor, 412
reales, 50 euros y también la billetera del turista alemán asesinado:
adentro los policías vieron que todavía había una foto de Patricia.
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