En
los "realities shows" del mundo árabe, cada minifalda es un escándalo
Parecía
una fórmula ideal para la televisión realidad: una mezcla de “Cita a
ciegas” y “Gran Hermano”. Se toman ocho mujeres árabes jóvenes, se las
coloca en una casa y se las mezcla un poco hasta que una de ellas
consiga un marido aprobado por los televidentes, una boda libre de
gastos y una casa en la que, con suerte, la pareja será feliz y comerá
perdices. El programa sobre parejas arregladas, “Hawa Sawa” (Juntos en
el aire
www.hawasawa.com), atrapó o enfureció a los televidentes en todo
Oriente Medio durante tres meses. Pero la semana pasada cuando
terminó, estaba rodeado de la misma polémica con la que empezó.
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Una finalista, Aicha Gerbas, 21, se encerró en una habitación hasta
que le aseguraron que la iban a llevar de vuelta a su casa en Argelia.
“Créanme, no quiero casarme”, dijo en cámara. “Sabrán la razón cuando
salga. Prometo que voy a hablar”, agregó. “Este es un comportamiento
absolutamente inapropiado”, observó un locutor en off. Antes, el
futuro esposo de Aicha, Hossam, de Egipto, casi no había podido entrar
al Líbano, donde se filmaba el programa, cuando las autoridades del
aeropuerto le negaron una visa de turista. Otros participantes se
marcharon aduciendo aburrimiento o celos entre los concursantes.
El programa fue condenado por algunos críticos como demasiado liberal,
aunque otros dijeron que hacía honor a la tradición de un contacto
limitado antes del matrimonio. Un código emitido por los productores
insistía en un comportamiento “de acuerdo con las leyes morales y la
cultura de la región del Golfo”. Las mujeres tenían prohibido usar
polleras cortas o blusas escotadas, vestidos sin hombros y sin espalda
o shorts. “No se puede mostrar la ropa interior, ni siquiera los
breteles del corpiño”, estipulaba el código en cuestión. También
estaban prohibidos “la ropa y los tatuajes que muestren violencia,
frases o fotos sexualmente sugerentes, alcohol, tabaco, drogas o
publicidad”.
Toda esta pureza no hizo nada para poner fin a todas las
especulaciones que se hacían por Internet. Entre ellas, que algunas
mujeres fumaban fuera de cámara. “Bueno, son humanas. Todos tenemos
nuestros demonios”, escribió un crítico online. “Me siento triste por
estas mujeres. Viven un estilo de vida hipócrita”. Nadie imagina que
la primera degustación de televisión realidad en el mundo árabe será
la última. Una versión de Gran Hermano en Bahrein –seis mujeres y
hombres solteros que viven en la misma casa- enfureció a los
conservadores que lo denunciaron como indecente, por más que la casa
tuviera cuartos separados y una sala de oración.
Esta semana, el canal satelital MBC dijo que sacaba el programa del
aire para transmitirlo en otra parte que no fuera Bahrein. El decano
de estudios islámicos de la Universidad de Kuwait, mientras tanto,
emitió una fatwa contra una versión de “Popstars” por considerar que
blasfema el Islam e imita la inmoralidad de Occidente.
Traducción de Claudia Martínez.
© The Guardian.
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