Tras el retiro del Concorde, la NASA resucita el sueño del avión
comercial supersónico
Los
voceros de la NASA informaron que la agencia espacial estadounidense
ya encontró la forma de reducir el fenómeno conocido como “explosión
sónica”, nombre que define al estruendo que producen los aviones
supersónicos al atravesar la barrera del sonido. Los técnicos
estadounidenses dicen que la solución es cambiar la forma del avión.
La teoría fue puesta a prueba en la pista de la Base Edwards de la
Fuerza Aérea Norteamericana, ubicada en mismo desierto de California,
Estados Unidos, en el que, en 1947, el pionero Chuck Yeager superó por
primera vez los 1200 kilómetros de velocidad, rompiendo la barrera del
sonido.
”Los cambios en el revestimiento y la trompa del jet F5E empleado para
la experiencia redujeron la fuerza de la explosión, de un estampido
fuerte a un golpe sordo”, aseguró Kathy Barnstorff, de la NASA (http://www.nasa.gov/home/index.html).
Se espera que el experimento, cuyo costo es de 7 millones de dólares,
“se convierta en la base de una nueva tecnología que le permita a los
aviones comerciales supersónicos del futuro poder volar sobre la
Tierra sin causar molestias”, explicó Barnstorff. Obviamente, la misma
tecnología será previamente aplicada a sumar discreción al desempeño
de los aviones militares.
Aunque no está claro si se construirán o no aviones supersónicos
comerciales (http://www.space.com/businesstechnology/technology/nasa_supersonic_000725.html)en
el futuro próximo, lo cierto es que, por lo menos a corto plazo, la
Boeing ha dejado de lado sus planes para fabricar una aeronave
bautizada Sonic Cruiser (http://www.boeing.com/news/feature/concept/flash.html),
diseñada para volar casi a la velocidad del sonido. Mientras tanto, el
señero Concorde ya pasó definitivamente a retiro y sus últimos
ejemplares operativos están prácticamente desguasados en Europa. El
avión, que entró en servicio en 1976, fue un doble fracaso: comercial,
por su alto costo operativo, y ambiental, porque nunca pudo volar
sobre los continentes debido a que violaba todas las normativas sobre
contaminación sonora.
Según explicó la vocero de la NASA, “un avión en vuelo produce ondas
de aire similares a las que genera la proa de un barco en el agua”. Al
exceder la velocidad del sonido, las ondas de presión se funden y
provocan la explosión sónica. “El experimento de la NASA, realizado
con la colaboración del Pentágono y la empresa privada Northrop
Grumman, demostró que la introducción de ciertos cambios en el diseño
de los aviones (un “guante'' sobre la trompa y un revestimiento en la
parte inferior del fuselaje) puede impedir que se fusionen
determinadas ondas para que, luego, al llegar a Tierra, el ruido sea
mucho menor”, explicó.
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