INAGURO LA FERIA DEL LIBRO
Hubo figuras políticas y reclamos sectoriales.
El pedido que
los organizadores de la 31ª Feria Internacional del Libro de Buenos
Aires le hicieron al Gobierno se transformó en el acto en una
promesa del secretario de Cultura de la Nación, José Nun. El reclamo
había sido menos presión impositiva sobre el libro y los autores.
"Acepto el reto", dijo Nun y se llevó uno de los compactos aplausos
que prodigaron los invitados a la inauguración de la feria. No fue
el único: desde Cristina Fernández de Kirchner hasta Aníbal Ibarra
tuvieron los suyos.
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Ayer, en la "pre", los libros, recién colocados en stands que aún
olían a nuevo, lucían expectantes. Como si pudiera adivinar en ellos
la ansiedad. En pocos días, tal vez hoy mismo, ese orden un tanto
sospechoso empezará a cobrar vida con el calor de las visitas. Se
espera la llegada de de un millón de personas.
De los 35.500 metros cuadrados de La Rural, la mayor concentración
de público se dio en la sala José Hernández, que se llenó con 1.200
personas y dejó a gente parada. Algunos que quedaron afuera
aprovecharon para ver uno de los atractivos de la megamuestra: la
exposición de distintas ediciones del Quijote, parte de la colección
que atesora la Biblioteca Popular "Bartolomé J.Ronco" de la ciudad
bonaerense de Azul.
Los que entraron fueron testigos, a las 19, del primer
reconocimiento público de la velada. Los pañuelos blancos de las
Madres de Plaza de Mayo hicieron su aparición en medio de aplausos.
La última ovación fue para Griselda Gambaro, la primera mujer en
hacer en discurso inaugural en la historia de la feria. Y no se
ahorró nada: dijo que su presencia reparaba una larga injusticia y
recordó que muchos no entraban a la feria porque no sabían leer (ver
El discurso...).
Un momento resume el acto de ayer. El reconocimiento, vía entrega de
los premios Trayectoria Editorial 2005, a Arturo Peña Lillo y
José Luis Mangieri. "Cristina, sorpresas te da la vida", diría luego
la senadora Cristina Fernández de Kirchner. "Fueron los libros de
Arturo Jauretche, editados por Arturo Peña Lillo, mi primera
lectura política, los que formaron a casi toda una generación".
Cristina aprobó el reconocimiento a esos editores. Aplausos para
ellos, también para Juan Gelman, el poeta que se llevó al premio a
lo mejor del año.
Carlos Pazos, presidente de la Fundación El Libro, fue el encargado
de bajar el reclamo del sector. "Le solicitamos que nos acompañe en
nuestros pedidos", le dijo a Nun desde arriba del escenario, en un
gesto teatral.
A su turno, el secretario de Cultura se apropió del pedido.
Concentración, trasnacionalización, endeudamiento de la industria,
fue el panorama que trazó Nun. ¿Ejemplo? De 200 editoriales, sólo el
15% concentra el 85% de las exportaciones de libros.
En medio de este cuadro no le costó reconocer la asimetría fiscal
que hace que "el libro argentino tenga un gravamen más alto que el
importado".Y también admitió la presión fiscal que existe sobre los
autores, que tienen que empezar a pagar cuando ganan más de 10 mil
pesos al año.
Hubo discursos breves y en sintonía con el tono general del acto. El
del ministro de Educación Daniel Filmus consiguió apoyo cuando dijo
que el Estado no puede dejar en manos del mercado el acceso al
libro, "cuando hoy es una condición de ciudadanía". El del jefe de
Gobierno porteño Aníbal Ibarra fue aceptado también, al hablar del
compromiso de la Ciudad con la cultura, "en la pelea contra el
autoritarismo".
Acaso la presencia de Cristina Banegas, actuando un texto de Gambaro,
haya sido la mejor idea para representar el lema de la feria: "Un
escenario para los libros". Si los papis y las mamis les leyeran a
sus hijos los libros con ese convencimiento, el país se
llenaría de pequeños lectores...
Afuera, como se dijo, libros que esperan casas nuevas. Es cierto lo
que dijo Pazos: "En nuestro escenario conviven la ciencia y los
ovnis, Mafalda y Harry Potter, las biografías y el realismo mágico".
Por la feria pasarán Fernando Savater, Guy Sorman, Fernando Vallejos
y otros que vale la pena escuchar. Pero los libros piden, con sus
voces mudas, ser leídos.
Fuente:
clarin.com
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