E-mails en cadena, “hoaxes” y leyendas urbanas: las “mentiras
digitales” que todos nos creímos
No hay internauta
que no deteste el spam. Por eso, a muchos podría sorprenderle saber
que –quien más, quien menos– todos los que usamos frecuentemente el
correo electrónico hemos contribuido a su causa alguna vez. ¿Cómo?
Reenviando esos mails en cadena que prometen regalos a cambio de
nada, arguyen recaudar fondos para chicos enfermos o simplemente
transmiten poemas cursis en pesados archivos de Powerpoint (y que,
para peor, pronostican terribles tragedias para quien ose
interrumpir el tráfico del mensaje benéfico). Por desconocimiento,
inexperiencia o exceso de credulidad, todos hemos sido víctimas de
alguno de los incontables hoaxes (engaños, falsedades) que pululan
por la red a diario.
Internet, como medio de comunicación anónimo, masivo y desregulado,
es terreno fértil para la proliferación de estas “mentiras
digitales”, parientes postmodernas de las viejas leyendas urbanas y
de los chismes de barrio. De tanto ir y venir, muchos de estos
hoaxes se convirtieron en verdaderos “clásicos” de la web, presuntas
“verdades universales” que, pese a su probada ilegitimidad, muchos
se niegan a aceptar como apócrifas.
A la lista de célebres inventos argentinos debemos sumarle la
historia de Brian Miranda, uno de los hoaxes más famosos del
planeta. Como dice el mail que relata su caso, Brian es un chico
internado en el Hospital Garrahan que, debido a una malformación en
el miocardio, morirá si no se le realiza una operación que cuesta
111.200 pesos. Para salvarlo, un proveedor de Internet (el mensaje
no dice cual) donará un centavo por cada copia que reenviemos de
este e-mail. Así, el pequeño Miranda se paseó por las Bandejas de
Entrada de medio mundo (con su historia traducida a varios idiomas),
hasta que a alguien se le ocurrió llamar al Garrahan, donde, claro
está, no sabían de Brian ni de ningún chico en una situación similar
(ni esto detuvo la farsa). De todas formas, cabe aclarar que es
absolutamente imposible seguir el recorrido de un e-mail, por lo que
jamás podría saberse qué cantidad de veces se reenvió el mismo.
Este hoax (y otros igualmente conocidos, como aquel en el que Bill
Gates en persona nos prometía mil dólares por sólo reenviar su
mensaje) tiene como finalidad, además de alimentar el ego de su
perverso creador, recabar direcciones para armar bases de datos que
luego utilizarán los spammers. Cuando replicamos un mail a nuestros
contactos y escribimos sus direcciones en el campo Para (tanto del
Outlook Express como de cualquier webmail), inconscientemente
estamos creando listas de correo que, al caer en manos
malintencionadas, se usarán para enviar publicidad no solicitada.
Para evitar eso, cuando mandemos mensajes a varias cuentas, debemos
utilizar el campo BCC o CCO. Así las direcciones permanecerán
ocultas.
Las cadenas también pueden servir para dañar la imagen de una
persona o empresa, crear psicosis colectivas con respecto a
determinados temas o simplemente escandalizar en vano. Hace unos
años era común recibir un mensaje con el tema “NO LA BORRAS--LEA
LO!!!!” (sic), en el cual nos contaban que el pequeño Kevin Archer
había muerto por una sobredosis de heroína al pincharse con una
jeringa en el pelotero de una cadena internacional de comida rápida.
Tan insensato como suena, el hoax se propagó rápidamente,
perjudicando injustamente a la empresa, ya que no se tienen
registros en ninguna parte del mundo de que este o algún otro caso
similar haya sucedido.
Para crear miedos infundados, nada mejor que la célebre y recordada
“mafia” que drogaba a chicos en bares y discos y les extirpaba los
riñones para venderlos a precios astronómicos en el mercado negro.
Aunque tal cosa es médicamente imposible y, una vez más, no hay
hechos detectados, hay gente que todavía jura que “a un amigo de un
amigo” le pasó. Revuelos vanos hubo muchos, pero pocos llegaron tan
lejos como el de
Gatos Bonsái, un sitio en el que supuestamente se vendían los
artículos necesarios para criar gatitos en miniatura dentro de
botellas. Las sociedades protectoras de animales no entendieron el
(mal) chiste (ni vieron los banners que aclaran: “This is a joke!”,
es decir, “esto es una broma”) y pusieron el grito en el cielo,
lanzando una insistente cadena en la que denunciaban tamaña
crueldad.
Algo menos conocido en nuestro país pero famoso en todo el mundo es
el llamado “scam nigeriano”. Este peligroso hoax (es lisa y
llanamente una estafa) nos llega en un mail que habla de millones de
dólares que por diversos motivos no pueden ser utilizados, a no ser
que se cambien de cuenta bancaria; comisión mediante, la elegida es
la nuestra. En el momento de la transferencia, complicaciones
imprevistas requieren que sobornemos a algunas personas, por lo que
debemos adelantarle a nuestros interlocutores una determinada suma.
Como es de esperarse, uno nunca volverá a ver ese dinero ni la
comisión prometida.
El fraude parece demasiado evidente como para funcionar... pero
funciona: según el gobierno de los EE.UU., miles de personas
perdieron cientos de millones de dólares, y los organismos
fiscalizadores aún hoy siguen recibiendo un promedio de 100 llamadas
y hasta 500 cartas por día por este tema.
Fuente: clarin.com
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