Mitos y verdades sobre la caída del
pelo
Algunos se sinceran y
lucen sus calvas. Otros, en cambio, arman verdaderas obras de arte
con el cabello que queda o inician tratamientos raros... La caída de
pelo, un tema que desvela al hombre moderno.
Hace un par de
años, la televisión rusa anunció que las aguas de un arroyo
escondido en las montañas del Cáucaso curaban la calvicie y que las
estadísticas confirmaban esos poderes mágicos. Aunque escueto, el
dato fue razón suficiente para que cientos de televidentes salieran
en bandada a probar suerte. Pobres, era el día de los inocentes. Sin
llegar a tal extremo y en un tono más serio, lo cierto es que
abundan las curaciones mágicas para quienes se resisten a verse
pelados. “Sinceramente probé de todo: masajes capilares, lociones,
también me traté con láser a los 28 años y hasta probé con un
implante. A los 33 me cansé y me rapé sin pensarlo dos veces”, dijo
Martín Sauco, ahora orgulloso con su look a lo Kojak.
Según diversos estudios científicos, una cabeza promedio tiene entre
100 y 150 mil cabellos. Pero atención, cuando la caída diaria supera
la centena, estamos en problemas. La medicina alopática lo llama
alopecia, y es un “mal” que padecen entre el 70 y el 80 por ciento
de los hombres del mundo. “La principal causa es la mayor
predisposición genética y se conoce como alopecia androcromogenética.
Es como un árbol, el tronco es la mayor predisposición genética y
una de las ramas, una importante, es el estrés”, explicó
pedagógicamente Miguel Angel Alevato, jefe del departamento de
Dermatología del
Hospital de Clínicas.
Está claro que no todos pueden ver en la cabeza pelada un arma de
seducción y, poco a poco, se embarcan en tratamientos dignos de una
película de Almodóvar. Es así como prueban recetas varias. Se tiñen
el cuero cabelludo, adosan pelo sintético al poco sano que les
queda, se untan aceite de oliva tibia y hasta se hacen masajes
nocturnos con un bálsamo de cebolla... De hecho, una búsqueda rápida
en Internet demuestra que las recetas naturales hacen punta y es
posible encontrar variantes para todos los gustos: licuar 100 gramos
de berro y aplicarse el jugo dos veces por semana o mezclar 7 nueces
con un vaso de aceite y hacerse masajes tres veces al mes, son sólo
dos entre miles de ejemplos.
A los esperanzadores tratamientos caseros se suman los masajes, el
láser, las lociones, pastillas de base hormonal y quedan los
infaltables implantes y peluquines. Para empezar, los trasplantes
capilares pueden ser de pelo propio o ajeno. Los promotores del
método aseguran que el cabello injertado empieza a crecer pasadas
las 6 semanas de la intervención. También hay quienes dicen que se
cae, que es casi imposible lavarlo o que provoca infecciones.
Quienes están más interesados en tapar que en solucionar el tema, no
se cuestionan la opción peluquín y todo se resuelve con visitas
periódicas a cualquier instituto capital para reajustar los pelitos
sueltos y hacerle una limpieza en profundidad.
Y todavía hay más métodos, por lo menos, curiosos. La cirujana
plástica británica Krishna Nullia, por ejemplo, está convencida que
el pelo crece más rápidamente en países cálidos. Entonces, su
solución consiste en mejorar la circulación sanguínea calentando los
folículos del cabello con electricidad. Más allá de estos verdaderos
actos de fe, los especialistas coinciden en que las drogas
finasteride, alfaestradiol o minoxidil son las más reconocidas
científicamente a la hora de encarar este problemita. Pero teniendo
en cuenta que el “mal” suele estar en los genes, Alevato asegura que
“es posible detener la caída pero no curarla. Entonces, hay que
saber que no se puede actuar sobre el tiempo ni sobre el gen pero sí
sobre el factor hormonal, sobre el andrógeno”
A esta altura, sería interesante sacarse los mitos de la cabeza: el
pelo no se cae por lavarse todos los días o usar el secador; por la
seborrea o el alto contenido de grasa en la piel; tampoco porque el
cuero cabelludo está pegado al hueso; ni porque el pelo está largo o
por el uso de gorras o cascos o por falta de irrigación sanguínea.
Desde la vereda de la homeopatía, la dermatóloga Nilda Grzesko,
miembro de la
Asociación Médica Homeopática Argentina (AMHA) asegura que “es
importante considerar los factores desencadenantes que, en el caso
de la calvicie, son principalmente el estrés, los trastornos
alimenticios y las pérdidas emocionales”.
¿Cómo enfrentar el trauma? Más allá del método elegido, la paciencia
es fundamental: ningún tratamiento serio deja ver resultados antes
de los seis meses. ¿Otro consejo útil? Para ver el bosque, hay que
plantar la semilla lo antes posible
mas información sobre caída del pelo
Fuente: clarin.com
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