Con frases como "el Indio
se peleó con los del estudio de grabación", "el
disco se atrasó", "los músicos sólo graban sus
partes sin conocer la canción íntegra" o "es un
álbum súper electrónico", los últimos tiempos
convirtieron al demorado disco solista de Solari en el
gran secreto del rock nacional. Acrecentado por un
huracán de enigmas, generó una ola que cualquier
gerente de marketing envidiaría.
Ahora que el misterio
concluyó y que el CD está en las disquerías, con el
Indio disertando en las tapas de las revistas
especializadas, es tiempo de revisar que trae de nuevo
El tesoro de los inocentes, en el que el
protagonista se presenta como Artista Invitado.
Además de las letras y la
música, el Indio trascendió barreras antes
franqueadas por otras figuras: se ocupó de las
ilustraciones que adornan el librito-disco, función
históricamente delegada con Los Redondos en Rocambole.
Los músicos
El círculo íntimo de
Solari esta vez lo compusieron Eduardo Herrera y Hernán
Aramberri, éste último un tecno-ricotero de pura cepa:
trabajó con la banda desde 1993 y en la etapa más
electrónica de Los Redondos (Ultimo bondi a
Finisterre y Momo Sampler) ocupó un lugar
decisivo en samplers y efectos.
La banda que acompañó al
cantante en su primera aventura solista, bautizada Los
fundamentalistas del aire acondicionado, la integran dos
músicos que han trabajado con Spinetta: el guitarrista
Baltazar Comotto y el ex integrantes de Los Socios del
Desierto Marcelo Torres.
Una curiosidad: en La
piba del Blockbuster participa la Blacanblús Débora
Dixon. Solari dejó la sección de vientos en manos de
Alejo Von Der Pahlen (saxo) y Ervin Stutz (trompeta y
trombón) y en guitarra firmó Julio Sáez.
Las letras
La fortaleza del Indio
para crear atmósferas a través de sus letras es uno de
los rasgos más sobresalientes de El tesoro de los
inocentes.
La pluma del Indio alberga temáticas tan disímiles
como el drama de presos y motines (Pabellón séptimo,
relato de Horacio), la crítica al estado de cosas
actual y a las corporaciones (Nike es la cultura)
e historias de exiliados (¡Adieu Bye Bye!
Aufwiedersehen!).
Es un clásico: no lo hace
desde la narración lineal y transparente. Frente a los
comentarios de la mentada “oscuridad" de sus letras, el
Indio comentó en una entrevista reciente que “cualquier
manifestación artística debe ser simbólica, sugestiva y
no descriptiva”.
En el disco aparecen los
trazos de Solari como “los sesenta fueron tres putos
años nomás”, “toda la sangre se fue de mi cuerpo, soy un
fantasma quieto” o “putitas de la cocoa y turco del
especial, yiritos de tiendas progres, sin amor”.
El sonido
Album de lenta digestión,
El tesoro de los inocentes está atravesado por
una variedad de ritmos. No se trata de rock ortodoxo ni
de un disco electrónico. Sí aparecen efectos, samples y
texturas electrónicas, pero combinados con los riff de
guitarra y la base rítmica, además de un lugar destacado
de los vientos. El rock sobrevuela en la mixtura.
Hay también baladas (Amnesia),
solos de guitarra ricoteros a lo Skay (¿Tomasito
podés oirme? ¿Tomasito podés verme?) y el Indio
rapea en La piba del Blockbuster. La cuerda se
extiende hasta el funk y la música disco.
Con este disco, las
huestes ricoteras suman una nueva variante para
elegir entre los nuevos CDs de Skay Beilinson, Sergio
Dawi y Willy Crook. Entre tantas bifurcaciones, Patricio
Rey espera su vuelta. Está cada vez más agazapado.