BOCA EMPATO CON SUFRIMIENTO
En la
primera final del torneo internacional, Boca igualó 1-1 con Pumas,
en México; tuvo un arranque demoledor, pero después sufrió el
desgaste físico y la altura; el desquite, será el 18 del actual
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En la primera
de las cuatro finales que le restaban en el calendario 2005, Boca
sufrió pero terminó sacando provecho. Fue una visita de riesgo; los
2240 metros sobre el nivel del mar eran un tema que intranquilizaba
al plantel. Y por eso, la igualdad 1-1 lograda ante Pumas, por la
primera final de la Copa Sudamericana, Boca la consideró fundamental
para llegar al desquite del 18 del actual con la confianza intacta.
Sin economizar energías, Boca salió decidido a ser el protagonista
del partido, sin importale posibles consecuencias de la altura.
Soliraridad, inteligencia y movilidad, fueron algunas de las
virtudes que exhibió el equipo del Coco Basile. Con Gago como
elegante organizador, Insúa y Bilos como efectivos armadores y un
Palacio imparable por el sector derecho -fue una pesadilla para el
lateral Pineda-, Boca fue el dominador del primer tiempo.
Presionó, hizo circular la pelota de una banda a la otra, frente a
un rival que pareció sorprendido ante la fortaleza xeneize. Sin
dudas, desarrolló uno de los mejores primeros tiempos desde que
Basile es el entrenador. Incluso, antes de ponerse en ventaja, Boca
contó con cuatro situaciones muy claras: un fuerte remate de Ledesma
por arriba del travesaño, un cabezazo de Palermo que se perdió
apenas afuera tras un centro de Palacio, un tiro desviado de zurda
del ex atacante de Banfield y un disparo de Insúa, que se perdió al
córner luego de un desvío en la zaga mexicana.
De tanto obligar a Pumas a cometer errores, a los 29 minutos, el
equipo visitante consiguió lo que merecía: el Flaco Bilos le robó un
flojo rechazo al mexicano Palacios, asistió al más activo de la
primera mitad -Palacio-, quien definió en soledad ante la salida del
arquero Bernal. Todos los mexicanos reclamaron fuera de juego, pero
Verón se durmió en el paso adelante y habilitó al ex Banfield. El
conjunto de la Ribera se marchó al descanso arriba en el marcador,
aunque con la sensación de que lo podría haber hecho con mucha más
holgura.
Encima, en el segundo período todo se invirtió. Forzado por la
desventaja y la exigencia de los 55.000 hinchas que poblaron el
estadio Olímpico (hubo aproximadamente 300 simpatizantes xeneizes),
Pumas salió a asediar a Boca. Y rápidamente, a los siete minutos,
logró la igualdad aprovechando un error de la defensa visitante.
Pineda rechazó, el boliviano Botero aprovechó una pifia del Cata
Díaz, y sentenció a Abbondanzieri con un derechazo cruzado.
A partir de allí, Boca sintió el desgaste que había realizado
durante el primer tiempo. La defensa no pudo controlar a los
mexicanos, y si no hubiera sido por la seguridad de Abbondanzieri y
la falta de precisión, Pumas debería haber anotado más goles. Un
cabezazo de Iñíguez que pegó en el palo y el arquero de Boca
controló sobre la línea y un remate de Marioni que también se
estrelló en un poste fueron las acciones más claras del conjunto
local. Sobre el final Boca pudo haber ganado con un remate de
Palacio que rechazó Bernal. Boca sintió el cansancio, se quedó sin
aire, pero terminó haciendo negocio en México.
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