COMO EVITAR LA
DEPRESION QUE CAUSAN LAS FIESTAS
Fiel al
mandato de la tradición, al llegar las fiestas las familias se
preparan durante semanas para estar juntos en el brindis que, sin
embargo, no siempre es vivido en un clima de verdadera alegría. Para
muchos, detrás de esa celebración se esconde alguna tristeza o
conflictos que afloran, precisamente, en medio de los afectos
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“Todos los
años en esta época me siento dividida: por un lado, el entusiasmo
del nuevo año, pero, al mismo tiempo, cierta melancolía no siempre
explicable. Me reúno con mi familia y todo bien, pero somos muy
pocos y entonces recuerdo la clásica foto publicitaria de la gran
fiesta y como no respondemos a ese modelo, me digo: ¿me estaré
perdiendo algo?” Este es el balance de fin de año que hace la
diseñadora gráfica Lorena Szenkier y con el que muchos podrían
coincidir.
Diciembre es un mes que impone un mandato colectivo: la decisión de
que uno cambie su modo de vida para ser más feliz y conseguir
objetivos que todavía no se alcanzaron. ¿Pero cómo lograrlo si uno
está angustiado?
La pesadilla del balance anual confronta a cada uno con sus dudas
existenciales y las reuniones familiares se instalan como mesas
examinadoras.
Las familias, con sus mandatos explícitos (y a veces no con sus
dudas existenciales y las reuniones familiares se instalan como
mesas examinadoras.
Las familias, con sus mandatos explícitos (y a veces no tanto),
definen trayectorias deseadas y a veces lo que aparece como una
falta no es más que la distancia entre el camino recorrido y la
dirección pautada o lo que faltó transitar.
"Muchas personas desplazan en el calendario su necesidad de cambiar,
como si la última semana de diciembre tuviese un poder mágico para
generar situaciones renovadoras; pero la vida no tiene fechas
fantásticas y cada uno tiene que buscar sus propios tiempos para
romper con lo que quiere transformar, que emerge con particular
intensidad en esta época del año", señaló el licenciado Emilio
Aguerreberry, profesor de Salud Mental en la Facultad de Medicina de
la Universidad de Buenos Aires.
"A fines de septiembre y a principios de octubre empiezan a surgir
las angustias ligadas a los conflictos pendientes y todo lo que no
se quiso ver o se dejó de costado durante el año", sostuvo Ana
Martínez, directora de docencia del Centro de Familias y Parejas.
"Las fiestas de fin de año tienen el poder de convocar viejos
dolores, resentimientos y frustraciones que articulan en cada uno
tres instancias: quién fue «mandado» a ser; quién quiere ser y quién
puede ser", explicó Martínez.
Pero lo curioso es que la dialéctica entre el debe y el haber
existencial no se limita al posicionamiento individual en el
contexto de los mandatos familiares, sino que confronta a las
familias mismas con las exigencias impuestas por los mandatos
sociales.
Familia feliz
"Es curioso, pero es tan fuerte culturalmente esta mistificación de
la familia feliz, que aun entre quienes están solos, las fiestas
agudizan el sentimiento de soledad mientras disparan la añoranza por
una familia que nunca tuvieron", comentó la terapeuta familiar
Silvia Rucquer, psicóloga del Centro de Salud Mental Nº 3 Doctor
Arturo Ameghino.
Y asegura que las reuniones familiares tienen el poder de desnudar
conflictos y divergencias.
Sin embargo, es tan fuerte la exigencia social de lograr una
perfecta armonía para la mesa de estas fiestas, que muchas familias
se sienten en la obligación de construir una imagen idílica que no
siempre se sostiene en los hechos. Correrse de esta exigencia es
abrir la puerta al reencuentro distendido y al disfrute compartido.
Por su parte, el licenciado Aguerreberry propone alejarse de la
ilusión de la familia ideal, a la que define como una fantasía
mítica.
"En los vínculos humanos siempre se cruzan sentimientos
ambivalentes; los conflictos y las diferencias no impiden que los
integrantes de una familia se reúnan y se quieran -señaló el
profesor Aguerreberry-. El motor de la vida es el conflicto y por
eso no hay por qué temerle, sino tomarlo como una oportunidad para
una renovación transformadora."
Claro que tampoco recomienda sacar la tierra debajo de la alfombra
en medio del brindis y cree que el alcohol puede funcionar como una
herramienta fallida entre quienes no enfrentan el conflicto y
prefieren narcotizarlo.
Otra alternativa es organizar los festejos de fin de año con quienes
realmente se desea: "Las fiestas ponen muy en contacto con las
pérdidas y mediante un intento fallido de recuperación, nos reunimos
con gente que muchas veces sólo termina agravando la sensación de
que lo perdido no vuelve", comentó la licenciada en psicología Mara
Diz, especialista en manejo del estrés.
Por esta razón, la licenciada Rucquer rescata la posibilidad de
reunirse con quien cada uno desea sin quedar entrampado en una
situación negativa o reivindicar la solución de compromiso
instrumentada por los adolescentes: festejar con la familia hasta
las 12 y después con los amigos. Una alternativa inteligente que
sostiene el valor del encuentro más allá del peso de los mandatos
sociales.
DEPRESION - DESCRIPCION Y TRATAMIENTO
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar
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