Un argentino sobrevivió a un terremoto, al 11 de septiembre y al tsunami

Los calendarios de las estrellas latinas para el 2005 vienen más atrevidos y entre las mismas caras (o cuerpos) de siempre, hay nuevas y bastantes sorpresas. Informó EFE.

Para él, haber pasado por tantas situaciones donde su vida estuvo en peligro y haber salido ileso nada tiene que ver con un destino predeterminado. Sin embargo, la historia de Jorge Falus, un biofísico argentino de 62 años que vive en Nueva York, parece indicar lo contrario: en tres oportunidades, mejor dicho en tres catástrofes, pudo burlar la muerte.

En 1985 estaba en México cuando lo sorprendió aquel terremoto feroz que dejó más de 30.000 muertos. En 2001 se encontraba en Nueva York cuando dos aviones protagonizaron el ataque más devastador del terrorismo. Y hace poco más de una semana sobrevivió en Tailandia a uno de las peores desastres naturales de la historia.

“La verdad es que uno no se da cuenta en estos desastres lo que ocurre alrededor ni piensa cuán afortunado o desafortunado es. Es difícil de medir. Podría haber tenido más suerte y no estar allí o podría haber tenido menos suerte y haber muerto”, comentó Falus en su oficina de Manhattan.

“Suena casi increíble, pero después de 35 temporadas seguidas de tomarme vacaciones en Brasil, se nos ocurrió ir a Tailandia”, señaló luego, al comenzar a desgranar lo que fue su último –y mayúsculo– susto.

Falus y su pareja, Eileen Sharaga, una norteamericana de 55 años, decidieron escapar del invierno de Nueva York, donde él vive desde hace 16 años, para disfrutar de unos días de descanso. “Llegamos a Phuket la noche anterior al maremoto y nos quedamos en el hotel Jiva, en Karon Beach. A la mañana siguiente, bien temprano, nos subimos a un jeep alquilado, para buscar un lugar donde alojarnos, cerca del mar. Estábamos justo entrando a un hotel que nos había gustado, cuando de pronto vimos un montón de gente gritando, corriendo desesperada en nuestra dirección, y detrás una pared inmensa de agua", contó Falus.

"La ola nos levantó y arrastró unos 6 metros mientras golpeábamos contra los árboles y contra otros autos que flotaban y se movían descontroladamente. Lo más terrible es que había gente aferrada a los árboles, desesperada porque tenían miedo de ser aplastados por los vehículos", añadió.

Después de ser arrastrados dos cuadras, el auto de la pareja quedó parado en un terraplén. Para su desesperación, el agua comenzó a entrar en el habitáculo. "Pensábamos que el auto se iba a hundir. Bajamos las ventanillas, salimos como pudimos y nadamos hasta el hotel. Nos quedamos en el primer piso, donde ya no llegaba el agua." La odisea duró entre 5 y 10 minutos.

Panorama estremecedor

Falus no tenía idea de la magnitud del desastre, porque ignoraba la cantidad de gente que había sido devorada por el mar. Después, clavado frente a la televisión, viendo la BBC de Londres, junto a Eileen, fue tomando conciencia de lo ocurrido.

Según su relato, Karon Beach fue una de las zonas menos afectadas. "La mayoría de los hospedajes -explica- está en una especie de colina. La gente que se encontraba en otras playas no tuvo la misma suerte y se la llevó el agua."

El día siguiente, el panorama era estremecedor. "En la playa de Patong los autos estaban incrustados en las paredes y en las ventanas porque los hoteles estaban casi al lado de la playa, apenas separados por una calle angosta."

Falus reconoce que tanto él como su mujer estaban en estado de shock, y que por tal razón se demoró en avisarle a los familiares. Mientras la mayoría de la gente abandonaba la isla inmediatamente después del maremoto, ambos esperaron una semana porque el aeropuerto estaba atestado y prefirieron darle prioridad "a la gente que estaba mucho más necesitada, como los escandinavos".

Antes de llegar a Nueva York, Falus vivió en otras grandes metrópolis: doce años en París, donde se doctoró en física, siete en México D.F. y Buenos Aires, la ciudad donde nació. Actualmente se desempeña como vicepresidente de la Asociación Biomédica Hispanoamericana en Nueva York, y edita varias publicaciones médicas como "Médicos y pacientes" y "Mi Doctor", revistas que se leen en más de 50.000 salas de espera de los Estados Unidos.

De México a Nueva York

Pero Falus es un veterano a la hora de sobrevivir a desastres. El 19 de septiembre de 1985, Falus estaba trabajando en México D.F. cuando fue sorprendido por el feroz terremoto de magnitud 8 que acabó con la vida de más de 30.000 personas.

"Yo estaba en casa, eran las 7 de la mañana y por casi 10 minutos el mundo tronó. El edificio donde vivía fue el único que quedó en pie en tres manzanas a la redonda." En esa situación Falus se sintió más útil que en la catástrofe asiática, y durante varios días ayudó a equipos de rescate franceses, como traductor.

También durante un mes de septiembre, pero en 2001, Falus volvió a reencontrarse cara a cara con la muerte. Ese martes, recuerda, el cielo estaba azul, muy límpido. "Debido a un trámite laboral, me encontraba en una oficina muy cercana al World Trade Center. De repente llegaron los gritos, una densa capa de humo y el horror absoluto". Las Torres Gemelas habían sido atravesadas por aviones en lo que hoy se considera el peor ataque terrorista de la historia. Falus se dio cuenta rápidamente de que se trataba de algo muy grave. Se alejó del lugar corriendo hacia el Norte.

"En el momento en que la primera torre se desplomó, yo ya estaba en el West Village", un pintoresco barrio de Manhattan a casi 3 kilómetros del área donde ardían las torres. En esa ocasión tampoco salió lastimado.

Ante la pregunta de si ve las cosas con otra perspectiva y deja de hacerse problema por pequeñeces, sonríe y contesta: "Yo siempre me hago problema por las pequeñeces". Aunque reticente a aceptar el mote, Jorge Falus es un sobreviviente y quizá por eso hasta tiene tiempo para un poco de humor después de tanta angustia.

"Mis amigos -contó entre risas-, me dicen: "Avisanos a dónde vas a ir el próximo año de vacaciones, así vamos a otro lado."

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