Los chicos tienen en Pinamar una playa exclusiva
que es un éxito
No es una
"guardería". Los nenes deben estar acompañados por personas mayores.
Hay sector de lectura y juegos de todo tipo. La gran atracción es el
tobogán de agua.
La fila es imperfecta. Se arma, se desarma.
Las caritas son de una ansiedad evidente, hasta que a las dos en
punto se corre la cinta. Por la alegría de algunos nenes parecería
que se hubieran abierto las puertas del paraíso. Todos corren con
excitación. Ya está. Se llenó. En Pinamar los chicos tienen
una playa exclusiva para ellos. Y desde que se inauguró es todo
un éxito.
"¿A qué hora es el fútbol?", pregunta, serio, Tomás. El rubiecito de
Pilar, 12 años y fana de Boca, muere por patear una pelota, y eso
que tiene el brazo izquierdo enyesado. Facundo le explica que esa
tarde no habrá fútbol sino campeonato de tejo. El chico es uno de
los cuatro profesores de gimnasia que arma actividades en esta
playita que está sobre la Avenida del Mar (entre los paradores San
Javier y Los Delfines). También hay una maestra jardinera. De
todas maneras, hay un cartel que aclara que no se trata de una
"guardería" sino de un lugar de esparcimiento y que los nenes deben
estar acompañados por un mayor.
Los papás igual no quieren perderse nada. Se nota por las
cámaras que cuelgan del cuello. Todo queda registrado. Caídas,
sonrisas, dibujos. Los chicos tienen montones de actividades para
elegir. Está el sector de lectura, donde hay una pequeña estantería
con libritos de mascotas, formas. Lucía tiene 5 añitos y se queda
con Caperucita Roja. Valentina, de 2, agarra el de Toy Story y a los
gritos se lo muestra a Mercedes, su mamá. La mujer se sienta junto a
la nena, pero no pierde de vista a Agustina y a Sol, sus otras dos
hijas de 8 y 6 años. "La playita es bárbara. Los chicos pueden leer,
pintar, jugar. Se divierten", dice.
Y, sí. La playa de los chicos abre todos los días de 14 a 19. Y en
general llegan a pasar un promedio de 500 chicos cada tarde.
Las formas de gomaespuma —cubos, cilindros, pelotas— son geniales
para tirarse y rebotar. Las carretillas también parecen buenísimas
para llenarlas de arena y correr carreras. Hay juegos de encastre.
Hay baldes y palitas. Y hay reposeritas de lona de todos los
colores, pero la verdad es que no hay chico que resista al sol sin
hacer demasiado.
Y sin dudas la gran atracción es el tobogán de agua. Es
enorme, es inflable. Y los chicos, haciendo gala de esa energía
incomparable, son capaces de tirarse una docena de veces sin parar.
Hay concursos de castillitos de arena, juegos, carreras de relevos y
sorteos en los que se puede ganar sombreros, vinchas, perfumes,
llaveros o remeras.
"Vamos a tomar la leche", dice Patricia. Lucas ni se mosquea. Está
concentradísimo eligiendo crayones para pintar un hipopótamo que ya
está dibujado. "Te dije que vamos a tomar la leche", insiste su
mamá. "Nooooooo", contesta Lucas. "Pero si volvemos", promete la
mujer. "¡Nooooooo!". Y no se habla más.
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Fuente: clarin.com
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