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Manías, tics y curiosidades de los conductores radiales

Los hábitos de los conductores más famosos, que los oyentes jamás podrían imaginar

El público es fiel a los conductores de radio. Los escucha todos los días, sabe lo que piensan y sienten, coincide con su ideología, conoce a su familia, sus gustos personales. Pero no supone ni imagina todo aquello que cada uno y los que lo secundan realizan durante el transcurso de sus respectivos programas en los estudios.

De las décadas de oro de la radio, todavía se recuerdan algunos momentos especiales, como aquel en que las parejas de radioteatros protagonizaban episodios divertidos o pintorescos, simulando besos, bofetadas y arrumacos en distintos planos, incluso acostados en el piso, para lograr una mejor emisión de sonido.

Las anécdotas más representativas tienen una misma escenografía: el estudio mayor de Radio Rivadavia, en Arenales al 2400. Allí, hace más de 20 años, un popular y prestigioso locutor de radio y TV, en medio de los festejos de un 31 de diciembre, tomó el cesto de la basura, lo subió al piano que había en el estudio y orinó allí. En ese mismo ámbito, Juan Carlos Mareco, un eterno histrión, ilustraba con gestos las noticias que brindaban los informativistas, imitando, por ejemplo, el movimiento de gorilas y otros animales salvajes. En más de una ocasión quemó con su encendedor las páginas que ellos leían, lo que provocó pánico y risas al mismo tiempo. En años más cercanos, Fernando Bravo fue objeto de una broma por parte de su compañera Rina Morán. Ante un accidente doméstico, debió quitarse el pantalón para que lo cosieran, y grande fue su sorpresa al comprobar que ingresaba al estudio un grupo de maestras y él, en vez de pararse para saludarlas, debió permanecer asustado, quieto y sentado.

Mario Sánchez, en los tiempos que interpretaba a Bartolito en "Rapidísimo", con Héctor Larrea, más de una vez ingresó al estudio vestido de ciclista o envuelto en el tapado de piel de Beba Vignola, y le pintaba el rostro de rouge a Héctor Ivas cuando éste leía imperturbable el informativo.

La ropa y la comida

La gente de radio, en general, concurre a su trabajo vestida de manera informal, salvo algunas excepciones como Magdalena Ruiz Guiñazú, que ensambla trajecitos y calzado, o Néstor Ibarra, habitualmente de traje y corbata, o de elegante sport. Por estos días, en que el calor aprieta, en los diferentes estudios se observa un constante desfile de conductores en bermudas, zapatillas, zuecos, ojotas, remeras, chombas, musculosas, gorros con visera y otros implementos veraniegos.

El tema culinario adquiere un gran protagonismo. Si bien en la mayoría de las emisoras está prohibido, por razones de higiene, comer dentro de los estudios, la gente de la Rock & Pop y de la Metro llevan la delantera y en cualquier horario puede aparecer una fuente de ñoquis con salsa, comida mexicana, sushi, arroz con pollo o varios kilos del mejor helado. Andy Kusnetzoff informa sobre los deliciosos pancitos que trae su padre una vez por semana y, sin ir más lejos, hace unos días, él y todo su staff hablaron durante varios minutos con dificultad porque saboreaban exquisitas cerezas.

El mate es amo y señor de la radio, y los litros de agua y kilos de yerba que se consumen son impresionantes. Víctor Hugo Morales -que tiene incluso cebador oficial-, Mónica Cahen d´Anvers, César Mascetti y Lalo Mir son también adictos a esta infusión. Rolando Hanglin llega a Continental portando su caja de madera tallada con saquitos de té y consume varias tazas por día. Chiche Gelblung, en Radio 10, come todo el tiempo (sus oyentes pueden comprobarlo en el aire) y además le encanta chupar cubitos. Mascetti es capaz de pedir a gritos un enorme sandwich de fiambre.

A la hora de las extravagancias, hay que mencionar a Marcelo Bonelli, quien hizo más de una vez su programa sabatino vistiendo la camiseta de Racing. Junto a su elenco consume varias docenas de factura acompañadas con copas de champagne. Teté Coustarot, siempre al comenzar su programa, pide un vaso grande de agua o un café bien cargado, si está cansada. Pero cuando tiene hambre compra pan lactal, fiambre, mayonesa, papas fritas, y reparte sandwiches tipo picnic.

Cada uno con su tema

Julio Lagos y Hugo Guerrero Marthineitz hacen el programa de pie. Ari Paluch no usa auriculares, sino su propia radio, y generalmente permanece con los ojos cerrados cuando hace una entrevista, al parecer para concentrarse mejor. Bravo efectúa una serie de señas al operador tan particulares que los humoristas del programa ya hacen su caricatura.

Graciela Mancuso habla todo el tiempo, como si estuviera en el aire. A Carlos Rodari le gusta hacer sus programas con la luz apagada. Pepe Eliaschev, a la hora de decir su editorial (que no está escrito), no permite que nadie permanezca en el estudio y hace cerrar todas las ventanas. Mirtha Legrand llega vestida y producida como para la TV, perfuma el micrófono, tira besitos a la cámara web, usa un almohadoncito en la espalda y otro en los pies y un tercero para apoyar los codos.

Magdalena llega todos los días cargada con bolsas con los discos de su elección para poner en el aire, desde clásicos hasta los preferidos por sus nietos (Bersuit y Los Piojos), y es de las más generosas para distribuir todos los presentes que recibe y hace regalos para los cumpleaños de cada uno de los que integran su elenco. Idéntica actitud, poco frecuente, asume Fernando Niembro.

Mariano Closs se sienta sobre tres sillas para relatar desde la cabina de transmisión. Luis Majul practica para descontracturarse ejercicios de yoga en el piso, hace lagartijas y hasta se pone cabeza abajo. Alejandro Fantino realiza en el estudio abdominales o patadas de taekwondo y en cuanto finaliza una nota, sale a buscar una gaseosa de la máquina expendedora.

Gelblung es muy exigente con el equipo de producción: se enoja al aire con ellos, dice que los quiere matar cuando se equivocan y en más de una oportunidad les ha lanzado algún elemento contundente. Hasta se lo ha visto por los pasillos corriendo a algún productor, algo que se ha convertido en un paso de comedia.

Pinky hace el programa con su perrito yorkshire en el estudio. Lo más curioso se suscitó cuando tuvo como invitado a Pepe Cibrián, quien entró al estudio con dos ovejeros alemanes, componiendo un cuadro más que especial en el ámbito radial.

Marcelo Longobardi usa los auriculares en la frente, en la nuca o de un solo lado, nunca en las orejas; Jorge Jacobson tampoco es muy afecto a utilizarlos y los manotea rápidamente en el momento de la entrevista. Lalo Mir usa los auriculares con una cinta verde para distinguirlo de los demás. Suele aparecer con un silbato colgado al cuello y cuando nadie lo espera, lo hace sonar; siempre tiene biromes y lapiceras muy bonitas y se pone loco cuando le desaparecen. Mira por arriba de los anteojos y lo más pintoresco es que siempre pierde todos los papeles. Fabio Alberti se tira un ratito en el suelo mientras sus compañeros de "Day Tripper" siguen con el programa.

De estas y otras curiosas situaciones que el oyente no imagina se nutre la magia de la radio.

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Fuente: http://www.lanacion.com.ar

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