Claves para que el estrés se tome vacaciones
No
siempre el “salir de vacaciones” alcanza para lograr distendernos de
la tensión de todo el año. SI la salida está mal planificada, la
experiencia podría ser aún más agotadora que la vida rutinaria.
Muchas veces, las
vacaciones pueden convertirse en un trabajo, con características
distintas al que realizamos durante todo el año, pero trabajo al
fin. Aún más, lejos de hacernos descansar de un duro año, pueden
incluso aumentar los niveles de tensión, haciendo que volvamos a
nuestro hogar aún más extenuados que cuando lo dejamos.
Sucede que si durante
las mismas vacaciones, las personas arman una agotadora agenda,
que incluya paseos por parques, museos, mar, playa, bicicletas,
trotes, y noches de baile durante todos los días, lo único que se
estará modificando es el tipo de compromisos que se adoptan, más no
el extenuante esfuerzo que requieren los mismos.
De hecho, todas las
personas deberían saber que durante las vacaciones, muchas de las
rutinas de vida habituales deben ser tomadas con mayores cuidados,
puesto que el organismo necesita aclimatarse a un nuevo tipo de
vida, que incluirá cambios en la alimentación, el agua que se beba,
el clima que se experimente, y las actividades y movimientos que se
realicen.
Cuando chicos y
grandes hacen caso omiso a estos imprescindibles cuidados y, por lo
tanto, lejos de darles el merecido descanso sobreexigen a sus
cuerpos, comienzan a padecer trastornos de todo tipo,
fundamentalmente relacionados con problemas digestivos, infecciones
ginecológicas o respiratorias por descenso de la inmunidad, anginas
de pecho, infartos, traumatismos, dolores de cabeza, de cuello, de
espalda, de pecho, trastornos digestivos, palpitaciones, cansancio,
molestias musculares, ansiedad, miedo o depresión.
Según los
especialistas, otra de las causas para que durante las vacaciones se
manifiesten estos cuadros, depende del hecho de que la misma
distensión facilita la disminución de las defensas y la irrupción de
trastornos. Sobre todo, si la persona está muy sometida al estrés
durante todo su año laboral.
El estrés mismo, uno
de los trastornos más extendidos durante estos últimos años, tiene
una relación directa con la competitividad y el consumo. De esta
forma, si durante las vacaciones las personas sólo piensan en ver
quién gana la carrera en la piscina, o quién se sumerge más hondo en
el mar, lejos de lograr disminuir sus niveles de tensión, los estará
re-creando, en distintas formas pero con iguales resultados.
Otra forma de mantener
“vivo” el estrés, es manteniendo la misma inflexibilidad que la
mayoría de la gente está obligada a llevar a cabo en su empleo. Si
bien es cierto que en el trabajo está prohibido faltar, en las
vacaciones uno es libre de concurrir a la playa, un museo, una
exhibición etc. o quedarse leyendo, y no tiene por qué hacer lo que
no le gusta sólo porque “hay que disfrutar” o “porque es un día
hermoso”.
Lo mismo sucede con
respecto al placer en sí mismo: El hecho de degustar una comida
sabrosa no significa que se deba comer sin freno; el hecho de que se
busque aprovechar el mayor tiempo posible de playa, tampoco
significa que haya que restarle horas al sueño y levantarse muy
temprano; o el hecho de que se busque conocer todas las atracciones
de la ciudad, no significa que se deba estar corriendo de un lado al
otro…
Si bien hay ciertos
factores que promueven especialmente el estrés, todo tiene relación
directa con el tipo de personalidad de cada uno. Para algunos, las
causas que producen este trastorno son internas, mientras que para
otros son externas. De la misma forma, los especialistas afirman que
no hay un tipo en especial de vacaciones “anti-estrés”, sino que
todo guarda relación con la forma de ser de cada persona.
Para cierta gente, lo
más relajante es hacer largas caminatas por arbolados y solitarios
bosques, mientras que para otra lo ideal es estar tirado bajo el sol
en una concurrida playa. Pero en ninguno de estos u otros casos,
podrá encontrarse descanso si se sigue pendiente de las rutinas
diarias, y se vive con el celular encendido, chequeando el e-mail
cada hora, o llamando constantemente a casa para corroborar que todo
esté en orden.
Tomando vacaciones de verdad
Con todo, existen
recomendaciones generales para evitar que las vacaciones se
transformen en un trabajo de verano.
Según los entendidos,
es muy importante planificar correctamente el tipo de vacación que
se tomará, desde el alojamiento hasta las personas con las que se
compartirá la salida, para evitar contratiempos una vez que se
llegue a destino.
Además, se deben dejar
lo mejor resueltos posible todos los compromisos y obligaciones que
se mantengan, para evitar tener que estar pendientes de ellas
durante las vacaciones.
El viaje debería ser
en horarios adecuados, con un mapa convenientemente trazado que
impida pérdidas o la toma de caminos incorrectos.
Una vez que se llegue
a destino, será importante recordar no abusar de las bebidas,
comidas, ni actividades físicas; no llevar a cabo una rutina
totalmente cargada de actividades, sin tiempo para el ocio; tratar
de “desenchufarse” al máximo, utilizando los teléfonos y las
computadoras el menor tiempo posible, y, en el caso de las amas de
casa, pedir (o exigir) la colaboración de la familia para las tareas
domésticas.
Por último, en lo
posible, es mejor tomar varias vacaciones cortas durante todo el año
antes que una muy larga. De esta forma, el descanso de la vida
diaria se podrá distribuir mejor, y el organismo no sufrirá cambios
muy bruscos en su funcionamiento
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Fuente:
http://www.enplenitud.com
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