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Llegaron los “súper alimentos”, capaces de compensar deficiencias nutricionales

Pasan los años y cada vez hay menos tiempo para comprar y preparar los alimentos. Ni hablar de plantearse la búsqueda de un equilibrio nutricional. Y todo por culpa del vertiginoso ritmo de vida, patrimonio de las grandes ciudades sobre todo. Es por esto que “los alimentos funcionales han empezado a jugar un papel de extrema importancia para compensar, en muchos casos, la posible existencia de déficits nutricionales” explica la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas. Con ellos ha llegado también un nuevo concepto, que ya ha comenzado a modificar ciertos hábitos alimentarios, pero que a pesar de la rapidez con que se ha difundido aún no está bien entendido.

Existe, en el mercado, una variedad cada vez mayor de "nuevos" alimentos -en el sentido de novedad- que han sido enriquecidos o mejorados, afectando a una o a varias funciones relevantes del organismo, de manera que proporciona un mejor estado de salud. Después de casi 2.500 años resurge la doctrina de Hipócrates: “Permite que el alimento sea tu medicina”, como fuente de una salud óptima. Sin embargo, el término funcional es muy moderno; fue propuesto por primera vez en Japón en 1991, cuando el Ministerio de Salud publicó la reglamentación para los “Alimentos para uso específico de salud”; es decir, aquellos que contienen ingredientes con algún efecto beneficioso sobre el organismo.

A pesar de sus virtudes, hay que tener en cuenta que los alimentos funcionales no curan enfermedades, aunque si actúan como preventivos de algunas de ellas. Y que los componentes de estos alimentos enriquecidos, se hallan en los alimentos convencionales, por lo que una dieta variada, equilibrada y moderada aporta beneficios similares a los de los alimentos funcionales. El objetivo hoy “no sólo es vivir con lo justo, sino vivir mejor” explicó la doctora Marcela de la Plaza, especialista en nutrición y Vicepresidente de la Federación Argentina de Diabetes. Y agregó: “Hemos pasado de la cultura de los alimentos sin a la de los alimentos con. Entre las características que deben cumplir estos “súper alimentos” están tanto ejercer un efecto positivo sobre la salud, fundamentarse en una sólida base científica, no reducir el valor nutritivo del alimento y no ser nocivo si se ingiere por encima de las porciones recomendadas.

Si se habla de alimentos funcionales, hay que mencionar los productos probióticos (presentes en el yogur y lácteos fermentados), que contienen microorganismos vivos; los prebióticos (leches, yogures y postres infantiles con fibra), que estimulan el crecimiento de los microrganismos “buenos” de la flora intestinal, fitoquímicos (responsables del color y el sabor de las distintas frutas y hortalizas) con poderosa acción antinflamatoria y anticancerígena y los fitoesteroles (frutas, hojas y semillas) que protegen el sistema cardiovascular. La cultura argentina, sin embargo, “es carne y pollo con arroz o papas” explica la doctora Plaza; cuando “la salud está en el mundo vegetal” con una porción menor de carnes y lácteos.

Un capítulo especial dentro de estos novedosos alimentos, lo merecen los ácidos grasos Omega 3, que poco a poco ganan espacio en las góndolas. Se trata de un tipo especial de grasa que es esencial para el desarrollo del sistema nervioso, cardiovascular y la respuesta inmune. Están presentes en las latas de sardina, atún y caballa, entre otros pescados. También, en aquellos comestibles comercializados por productores asociados a la Universidad de La Plata que no emplean grasas de origen animal (saturadas) ni aceites hidrogenados, y están enriquecidas en ácidos grasos de la familia Omega 3. Hay huevos de gallina con menos colesterol, pan, y milanesas de carne y soja, que mantienen el contenido de hierro propio de la carne.

Por eso, cuando corremos entre los pasillos del supermercado, es importante saber, por lo menos, que no debemos olvidarnos algunas cosas. Por ejemplo, explica la doctora Plaza, desde la “nutrición básica es lo mismo tomar un vaso de leche que de yogur en relación a las proteínas, calorías y calcio; sin embargo hay una diferencia funcional en el yogur ya que contiene microorganismos vivos que colonizan en el intestino y desplazan a los agentes patógenos”. Una adecuada alimentación, entonces, protege a los diferentes órganos y sistemas, e “inhiben el desarrollo de muchos tumores” actuando sobre las principales causas de muerte prevenibles, explica la doctora Mabel Carrera presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.

Y, a pesar, que los productos funcionales se encuentran todavía en fase creciente y representan sólo un pequeño porcentaje del consumo total de alimentos, las estadísticas demuestran que se están generalizando cada vez más. Según datos de la empresa londinense Datamonitor, la inclusión de los alimentos funcionales aumenta un 16% cada año en Europa, con un crecimiento del 6,8% sólo en productos lácteos. Aunque no estemos alertas, cada segundo estamos liberando una batalla interna en nuestros organismos. Lo que no se debe hacer es esperar milagros de los complementos alimenticios, ya que por sí mismos no pueden curan enfermedades, pero sí pueden ser de utilidad en su prevención.

Fuente: Clarin.com

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