Bellezas de hoy y de siempre
Las estrellas de Hollywood son
también estereotipos de belleza que arrancan suspiros como nunca.
Mellizos del cine como Dean y Farrell, Dietrich y Kidman, parangones
de todos los tiempos, un reportaje de Infobae
Fineza fatal
Todos recuerdan a Marlene Dietrich. La alemana saltó del cine mudo
al cine sonoro sin problemas, y encantó a fetichistas del glamour
sofisticado en todo el mundo. Algo de ella encarnó Meryl Streep,
quizás menos come-hombres. Su mejor émulo, según los críticos del
espectáculo, es Nicole Kidman. Ella interpretó mujeres fatales sin
nunca saltársele el maquillaje, e incluso en sus mejores melodramas
(Ojos bien cerrados, o Las Horas), no dejó nada librado al azar.
La bomba rubia
Marilyn Monroe no tiene parangones, es cierto, pero la necesidad de
la sexualidad dorada sigue intacta. La ambrosía por las rubias sexys
tiene rotación más rápida de nombres, y acaso vale la pena mencionar
al último fetiche: Charlize Theron. Ganó recientemente premios por
Monster y agradeció a su país natal, Sudáfrica, por los favores
recibidos. Los pómulos, el pelo, la boca, los ojos. Ahora hay más
divas que antes y por eso no parece que Theron tuviera el estrellato
de Monroe, pero basta con apreciarla y se van las dudas.
La morocha sexy
El cetro lo tiene ahora Catherine Zeta-Jones. Desde El Zorro,
levantó puntería en Chicago, y junto con su casamiento con Michale
Douglas la arrolló el éxito cinematográfico. Antes, aunque
pelirroja, Rita Hayworth. La femme fatale inspira hasta a Susana
Giménez, y ahora la diosa de Ocean's Tweleve le pasó el trapo de
piso a la mismísima Julia Roberts.
El rebelde
Colin Farrell, cejudo y reo, carga el karma de James Dean. Si bien
el legendario Brad Pitt llevó en sus comienzos la insignia "deaneana"
por su irrefutable sex appeal, el más nuevecito en llevarla es el
protagonista de Alexander, todavía no estrenado en la Argentina.
Poco le falta a su historia de drogas y excesos sexuales para
terminar -los Cielos no lo permitan- como el rubio fatal del cine de
oro americano.
El buen mozo eterno
Bogart es quizás el actor con más charme del cine. Sus fanáticas no
admitirán parangones, pero el tiempo dará la razón. Ahora hay otro
que no puede dejar de suscitar la misma cosa: George Clooney. El
llevó las canas antes tapadas en el cine al punto máximo del deseo,
incluso más que el primer canoso famoso, Richard Gere. Algo de estos
tres parece estar latiendo en el hambre del mundo. La elegancia, la
seriedad, la presencia protectora y a la vez letalmente sensual los
deja en la memoria colectiva.
Cowboys de todos los tiempos
Si alguien se embanderó con el Oeste americano ese fue John Wayne.
Narigón, bastante reo, pero con una prestancia sobre el caballo y en
los duelos que dejaron boquiabiertos a varios admiradores del poder
masculino.
Ahora, entradísimo en años e igualmente vigente, el gran Clint
Eastwood se da el lujo de seguir ganando premios por la misma causa.
El vaqueano más grande vivo de Hollywood presta sus finos rasgos y
dirige películas, luego de haber protagonizado decenas de filmes a
caballo. Suspiros sobran, y se dio el gusto de tener una carrera
prestigiosa en su época post galán.
Voluptuosas inolvidables
Europa fue sin duda la proveedora de atractivos incomparables. Sofía
Loren marcó a fuego a muchas generaciones, y todavía hoy se la ve
con sus escotes inconmensurables. Hace poco, El Cartero trajo a la
nueva Sofía, y la comparación fue invencible. La siciliana María
Grazia Cucinotta es de una belleza agresiva que aunque no encumbrada
en las primeras planas no tuvo parangón.
Europeo irresistible
Alain Delon no tuvo quién le pisara los talones. A la par de Marlon
Brando, forjó la fama de Europa con performances que sólo le
reportaron éxitos. Ahora apreció otro francés. Ninguna mujer se
olvida del amante de la mujer de Richard Gere en Infidelidad, el
mismo chico que protagonizaba con Juliette Binoche El Jinete sobre
el Tejado, la francesa que relataba los males de la peste bubónica
siglos atrás.
Olivier Martinez además es pareja de la australiana cantante de pop
Kylie Minogue, otra bomba erótica, que sin embargo se queja ante la
prensa internacional de los desmanes de su amante en la Riviera
francesa con modelos y actrices de todo el mundo. Hace poco,
Martinez trabajó con Angelina Jolie y las especulaciones llevaron
ríos de tinta. Lo cierto es que Hollywood, sin un francés de belleza
sublime, no puede estar.
Sofisticación extrema
Catherine Deneuve es quizás de las actrices más glamorosas del cine
de oro. Ella llevó su nariz respingada y su belleza frágil a todo el
mundo desde Francia. Ahora, una jovencita paliducha extremadamente
armoniosa desató la furia viril en Grandes Esperanzas, con Ethan
Hawke.
Hija de un magnate del cine de Hollywood, no había, justamente,
grandes esperanzas para la chica del nombre raro. Pero vino
Elizabeth, y con ella la nominación al Oscar. Compartió cartel con
Michael Douglas, y hasta se dio el lujo de caracterizarse como una
obesa para un filme muy simpático que dan por cable. Ella no le hizo
asco al tema e incluso se dio el gusto de cantar en sus películas.
También Gwyneth le imprimió prestigio actoral a su nariz respingada,
su boca fina y su silueta pictórica.
Sexy, desquiciado y versátil
Johnny Depp puede interpretar a un investigador torpe del siglo XIX,
a un pirata del siglo XV o a un esposo preocupado del siglo XXI. En
todos los roles está bello, algo así como fuerte y frágil a la vez.
Y para versatilidad y belleza, nadie mejor que el legendario Brando.
Estos dos incluso trabajaron juntos en Don Juan de Marco, y Depp
(nunca Deep, atención) se declaró admirador resuelto del gran
protagonista de El Padrino.
Ellos son además devotos de cierta literatura maldita, seguidores de
los infiernos de Burroughs, Allen Ginsberg y Kerouac. Uno vivió la
época en carne propia, el otro con retraso a través de los libros.
Son galanes antigalanes, en un punto, y con una belleza difícil de
comparar con otro tipo de buenmozos.
El rey
Hay pocos hombres que hayan suscitado lo que Robert Redford. En su
época, no había mujer que pudiera decir que no era la beldad mayor
del cine americano. Interpretó papeles épicos como cotidianos, e
incluso en su adultez más madura sigue desprendiendo un respeto a la
autoridad de la belleza como nadie. Después de Redford, nada.
Llegaron galanes intermedios, Harrison Ford, o incluso Tom Cruise,
pero ninguno de su tipo.
Tuvo que desembarcar un rubio en Thelma y Louise para tomar la posta
de la corona. Fue Brad Pitt, sacudiendo a la altísima Geena Davis en
una mesa de hotel, que llegó a la marca. Desde ahí, el chico se puso
los pantalones e interpretó sin perder ni un gramo de sex appeal sin
precedentes a detectives, atormentados esquizoides, héroes
románticos, cowboys y ladrones. Ya tiene 41 años, nominaciones,
premios, y una reciente soltería que encendió de nuevo la pasión en
todo el mundo.
Por lo demás, los gemelos en el tiempo seguirán apareciendo, de modo
que los espectadores no dejen de perder lo que los ata a las
fantasías del cine: bellezas de varios tipos, que no perecen como
todos los mortales.
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Fuente:
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