El Sol ilumina menos a la Tierra
En la segunda
mitad del siglo XX, el mundo se convirtió, literalmente, en un
lugar más oscuro. En franco desafío a todas las expectativas y
explicaciones sencillas, cientos de instrumentos de todo el mundo
registraron una caída en la cantidad de luz solar que llega hasta la
superficie de la Tierra. Una caída de un 10 por ciento entre fines
de los años 50 y principios de los 90 o de entre un 2 y un 3 por
ciento por década. En algunas regiones como Asia, los Estados Unidos y
Europa, la merma fue aún más marcada. Y en Hong Kong
específicamente, la luz solar disminuyó un 37 por ciento.
No hay nadie, de todos modos, que vaticine que dentro de poco será de
noche todo el tiempo y algunos científicos llegan a plantear la teoría
de que los cielos se volvieron más brillantes en la última década
porque la supuesta causa del oscurecimiento mundial, esto es la
contaminación del aire, está mejorando en muchas partes del mundo.
Con todo, esta tendencia al oscurecimiento, notada hace 20 años
por un puñado de científicos pero descartada en su momento como algo
increíble, está despertando una atención cada vez mayor. De hecho, la
semana que viene en Montreal, durante una reunión de grupos geológicos
canadienses y norteamericanos, se presentarán investigaciones sobre
este tema y sobre sus consecuencias para el clima, el abastecimiento
de agua y la agricultura.
El doctor James Hansen, director del Instituto de Estudios Espaciales
Goddard de la NASA, con sede en Manhattan, aseguró que los científicos
saben desde hace tiempo que las partículas de la contaminación
reflejan algo de luz solar, pero que recién ahora están tomando
conciencia de la magnitud de este fenómeno.
"Esto es algo que ocurrió durante un prolongado período de tiempo.
Por ello es que se trata, tal vez, de algo con lo que uno no se va a
cruzar en la calle todos los días. Se trata más bien de un efecto de
largo plazo", explicó Hansen.
Las mediciones satelitales muestran que el Sol sigue tan brillante
como siempre, pero que cada vez hubo menos cantidad de luz solar que
logró atravesar la atmósfera y llegar hasta la Tierra.
La contaminación opaca la luz solar de dos maneras, según
teorizan los científicos. Parte de la luz despide al aire partículas
de hollín y regresa al espacio exterior. La contaminación hace también
que una mayor cantidad de gotitas de agua se condensen fuera del aire,
llevando a la aparición de nubes más espesas y oscuras, que
bloquean más luz también. Por este motivo, el oscurecimiento parece
ser más pronunciado los días nublados que los soleados. Algunas
regiones con me nos contaminación registraron un porcentaje menor de
oscurecimiento, o ninguno. De todos modos, la dinámica del
oscurecimiento global no se comprende del todo. La Antártida,
un lugar que debiera contar, según se esperaría, con aire limpio,
también registró el oscurecimiento.
El instrumento de medición que se utiliza para registrar la cantidad
de luz solar se llama radiómetro y es una simple plancha negra
ubicada debajo de una cúpula de vidrio. Al igual que el asfalto en el
verano, esta plancha negra se calienta a medida que va absorbiendo la
energía del sol. Su temperatura revela la cantidad de luz solar que
brilló sobre ella.
Desde los años 50 se colocaron cientos de radiómetros en distintos
rincones de nuestro planeta, desde el Artico a la Antártida y
todos ellos se dedicaron a registrar ordenadamente la luz del Sol.
A mediados de los años 80, el doctor Atsumu Ohmura, del Instituto de
Tecnología Swiss Federal de Zurich, se dedicó a repasar todas estas
mediciones para comparar los niveles obtenidos en distintas regiones.
"Me di cuenta de repente que no se trataba de una tarea fácil de
realizar ya que la radiación cambia con el paso del tiempo".
Por aquella misma época, el doctor Gerald Stanhill, del ministerio de
Agricultura israelí, notó un oscurecimiento similar en Israel. "En ese
momento no lo creí. Pensé que había algún error en el aparato de
medición", dijo.
Stanhill, que hoy está retirado, notó ese mismo oscurecimiento en
otros sitios y escribió documentos describiendo el fenómeno, muy
ignorado en líneas generales. En 2001, Stanhill y Shabtai Cohen,
también del ministerio de Agricultura israelí, calcularon que el
oscurecimiento mundial llegaba a un promedio de un 2,7 por ciento
por década. La doctora Beate Liepert, científica de la Universidad
de Columbia, analizó información similar y llegó a la misma
conclusión.
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