Para vender más
lencería, una tienda parisina regala clases de striptease a sus
clientas
A
fin impulsar la facturación de su remozado departamento de lencería,
los jefes de marketing y ventas de las mundialmente famosas Galerías
Lafayette, de París, Francia, decidieron empezar a ofrecer clases
gratuitas de striptease a sus clientas. “Es absolutamente serio.
Cuando una mujer compra ropa interior es para mostrarla y no es fácil
hacerlo. Queremos enseñarle a las mujeres a desvestirse delante de los
hombres sin hacer ridiculeces,” dijo la vocero de las famosas
galerías.
Según anunció la compañía, los cursos durarán media hora y reunirán a
grupos de hasta cien mujeres. Sus docentes serán dos profesionales del
striptease y, para participar, habrá que hacer reservas con
anticipación. La vocero confirmó que la sala de la tienda donde se
dictará el “seminario” será clausurada para los hombres y adelantó
algunos de los consejos a divulgar “para un mejor striptease”: siempre
usar tacos altos, nunca usar medias hasta la rodilla, siempre
desabrocharse la blusa de abajo hacia arriba y que todo dure no más de
5 minutos...
“Esto no tiene nada de vulgar”, dijo Lea, una de las profesoras.
“Estos cursos están diseñados para mujeres que quieren darle una linda
sorpresa a su pareja. Además, son parte de un cambio social genuino:
hoy en día, cada vez más personas que quieren divertirse jugando con
su ropa interior”, agregó. El lanzamiento de la iniciativa no es
casual: coincide con la inauguración del nuevo salón de lencería de la
tienda, al que la empresa definió como “el mayor negocio de ropa
interior del mundo, con una superficie de 2.600 metros cuadrados 3.000
modelos diferentes en oferta”.
Además del personal femenino, las Galerías Lafayette contrataron a dos
asesores de sexo masculino para que ayuden a los hombres con problemas
para resolver sus regalos de Navidad. Por el momento, las opiniones de
los clientes no son unánimes: “Si voy a gastar tanto, merezco algo
extra”, dijo Mathilde Clovis, una encantada agente de viajes de 28
años. “Es una idea divertida y hasta puede resultar útil”, agregó. Por
su parte, a Catherine Billon, de 53 años, le pareció un disparate:
“Las clases son para gente joven; supongo que a mi hija podrían
interesarle. En cambio, si me viera metida en algo así, mi marido se
mataría de risa” dijo
Compartir este articulo : | | | | |
|
|