Hillary Clinton: "Bush
me decepcionó, no sabe manejar la posguerra"
Sostuvo que el
presidente se equivocó en Irak: "No debíamos actuar solos." Aseguró
que no será candidata en las próximas elecciones presidenciales.
Si
insiste, le digo que voy a ser candidata para la presidencia de
Italia." Sentada en el sofá de la Federal Suite, la habitación más
grande del hotel Hay Adams, uno de los edificios históricos que dan a
la Casa Blanca, la senadora Hillary Rhodam Clinton sonríe. Lleva
puesto un trajecito negro con pantalones, el pelo corto peinado como
si recién saliera de la peluquería. Aunque el fin de semana en
Washington ya empezó (es viernes a la noche), acaba de llegar de una
de las tantas votaciones del Senado. Despide rápidamente a un par de
jóvenes secretarias-asistentes, da las gracias a dos agentes de los
servicios secretos que actúan como ángeles custodios las 24 horas del
día y acepta hablar con la Repubblica sin tapujos: de su
carrera a la presidencia, de Irak, de los años pasados en la Casa
Blanca y de Monica Lewinsky.
—¿Se presentará como candidata para las elecciones de 2004?
—La respuesta es no.
—¿Si el partido se lo pide?
—Eso no ocurrirá.
—¿Y en 2008?
—Es demasiado pronto para decirlo, pero no lo descarto.
—Hace dos años, usted elogió a Bush; ¿ahora cómo lo juzga?
—Creo que después del 11 de setiembre el presidente actúo muy
bien, en una situación muy difícil. Supo reaccionar a los ataques del
terrorismo unificando al país. Con Irak, en cambio, se equivocó,
porque Irak no estaba directamente ligado a la guerra contra el
terrorismo.
—¿Se arrepiente de haberlo apoyado con la guerra?
—Aclaremos algo: yo voté que se le diera al presidente toda la
autoridad necesaria para intervenir en Irak, no aprobé el método que
él después eligió para actuar. No me gustó la forma en que
desaprovechó todas las posibilidades de obtener un apoyo internacional
pleno y legítimo.
—¿Cómo juzga la situación actual?
—Pienso que el error más grave de la actual administración es el
de no haber sido capaz de preparar los siguientes movimientos: no
fueron capaces de comprender qué había que hacer una vez terminadas
las operaciones militares, no están en condiciones de manejar la
posguerra. El presidente sigue sin querer oír las críticas, se
comporta como si todo estuviera bien; en suma, hoy estoy realmente
decepcionada de su liderazgo.
—Pasó ocho años en la Casa Blanca. ¿Cuáles fueron las cosas más
feas?
—Empecemos por las peores. El primer año fue realmente muy
difícil: murió mi padre, murió también la madre de mi marido, uno de
nuestros amigos más queridos se suicidó. Desde el punto de vista
personal, el comienzo fue terrible.
—¿Otros momentos feos?
—Cuando asesinaron a Yitzhak Rabin. Fue un golpe terrible al
proceso de paz en Oriente Medio.
—¿Nada más?
—Naturalmente, sí; sé a qué se refiere. Cuando en 1998 el Congreso
decidió, cediendo a una fuerte presión partidaria, iniciar el "impeachment"
contra mi marido. Sí, ése fue quizás el momento más feo de los ocho
años.
—¿Desde el punto de vista personal?
—Fue un shock. Esa mañana de agosto, cuando admitió que me había
traicionado, cuando me dijo que me había mentido, pensé que se me
venía todo encima.
—¿Cómo lo superó?
—Lo que pasó después entre mi marido y yo prefiero que quede entre
nosotros. La situación pública es conocida, no tengo ningún interés en
ahondar en detalles. Puedo decir, y lo escribí también en el libro,
que hicimos también una terapia, es algo que nos ayudó mucho.
—¿Perdonó a su marido?
—Me llevó tiempo, pero al final comprendí que debía decidir si
quería salvar el matrimonio. Y decidí que valía la pena.
—¿El tema decisivo de la carrera a la Casa Blanca será Irak o la
economía?
—Ambos son temas muy importantes. Y le digo que el presidente está
fallando en los dos campos, internamente y en el exterior. Lo que está
haciendo para estimular la economía, sobre todo los recortes
impositivos, son cosas a la larga insostenibles. En política exterior,
se enemistó con la mayor parte del mundo.
—Las encuestas siguen dándolo como ganador. ¿Es posible derrotar a
Bush?
—Creo que hoy en la opinión pública hay una mayoría demócrata.
Estoy segura de que las elecciones serán más parejas de lo que se
piensa.
—¿Entonces, por qué no se presenta?
—Si insiste, voy a ser candidata en Italia.
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